La hispania Romana

VALOR DE LA ROMANIZACIÓN

La función intelectual. La vida intelectual se encuentra hoy en una situación profundamente paradójica.

Por un lado, sólo hay dos o tres momentos de la Historia que puedan compararse con el presente en densidad y calidad de nuevos conocimientos científicos. Es menester subrayarlo sin la menor reserva; antes bien, con entusiasmo y orgullo de haber nacido en esta época. La metafísica griega, el derecho romano y la religión de Israel (dejando de lado su origen y destinos divinos) son los tres productos más gigantescos del espíritu humano. El haberlos absorbido en una unidad radical y trascendente constituye una de las manifestaciones históricas más espléndidas de las posibilidades internas del cristianismo. Sólo la ciencia moderna puede equipararse en grandeza a aquellos tres legados. Pero, por lo mismo, es menos comprensible el azoramiento que, inexorablemente, ataca a quien quiera entregarse a una profesión intelectual: a pesar de tanta ciencia, tan verdadera, tan fecunda y central de nuestra vida, a la que tantos de los mejores afanes humanos se han consagrado, el intelectual de hoy, si es sincero, se encuentra rodeado de confusión, desorientado e íntimamente descontento consigo mismo. No será, naturalmente, por el resultado de su saber

(ZUBIRI).

LA CONQUISTA DE HISPANIA

XXXI.39. Había en Celtiberia una pequeña ciudad, llamada Begeda, y cuando ésta alcanzó un alto grado de desarrollo (sus habitantes) decidieron agrandarla. Pero el Senado (romano), sintiendo desconfianza de su fuerza cada vez más creciente, envió una embajada con el fin de impedírselo, conforme a los tratados, ya que en éstos, entre otras muchas cosas se había concertado que los celtíberos no tenían facultad de construir una ciudad sin consentimiento de los romanos. Respondió entonces uno de los más ancianos, de nombre Caciro, que los tratados les impedían fundar, pero no les prohibían agrandar sus ciudades patrias; que ellos no pretendían establecer una ciudad que antes no había existido, sino restaurar la ya existente; que, por otra parte, nada hacían contra los tratados ni contra el común uso de todos los hombres. Que también en lo demás eran obedientes a los romanos, y les auxiliaban en sus campañas con el mejor celo, siempre que tenían necesidad de ellos, pero que a la construcción de su ciudad no renunciarían, por cierto, de ningún modo. Cuando la asamblea del pueblo aprobó unánimemente tal opinión, los legados la comunicaron así en respuesta al Senado romano; éste rompió los tratados e inició la guerra.

...

41. Después de la victoria, los celtíberos, con muy sensata previsión del porvenir, enviaron embajadores al cónsul para negociar la reconciliación. Y éste, considerando necesario guardar la vieja magnanimidad de su patria, les respondió que, o bien pusiesen en manos de los romanos el derecho de decidir sobre todas las cosas, o que siguiesen llevando la guerra con todo vigor.

42. [Diodoro] llama a los iberos también lusitanos. Dice así que el pretor Mummio fue enviado a Iberia en compañía de un ejército, pero los lusitanos, concentrados en masa junto a él y habiéndole cogido de improviso tan pronto desembarcó, le vencieron en el combate y mataron a la mayor parte de su ejército. Cuando la victoria de los iberos se hizo generalmente conocida, los arevacos, habiendo considerado que eran mucho más fuertes que los íberos, comenzaron a mostrar desprecio por sus enemigos y el pueblo reunido en asamblea eligió, especialmente por esa razón, la guerra contra los romanos

(DIODORO SICULO).

LA ROMANIZACIÓN JURÍDICA DE HISPANIA: CONCESIONES SELECTIVAS DEL ESTATUTO JURÍDICO LATINO Y DE LA CIUDADANÍA ROMANA

[Año 171 a.C.] «... llegó de España una legación de una nueva clase de hombres. Más de cuatro mil hombres, nacidos de soldados romanos y de mujeres españolas, con las que no tenían connubium, rogaban que se les diese una ciudad en la que habitar. El senado decretó que manifestaran sus nombres a L. Canuleio y que se establecieran en Carteia, junto al Océano, aquéllos a los que el hubiera manumitido. Los carteienses que quisieran permanecer en sus casas podrían hacerlo y, habiéndoseles asignado tierras, figurarían...

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