El Hidrógeno como Combustible para Automóviles

AutorAbraham Bahbout
CargoComisión Europea, Centro Común de Investigación, Ispra, Italia

Puente al Transporte exento de CO2

Comentarios sobre el artículo del Dr. Hernández titulado Combustibles alternativos para automóviles: El potencial y las implicaciones del hidrógeno publicado en la edición de Abril de 1996 del IPTS Report.

Se reconoce la importancia de la iniciativa tomada por el Dr. Hernández al dedicar un artículo al potencial del hidrógeno como un posible combustible para automóviles. Se ajusta perfectamente al cometido del IPTS como "Vigilante Tecnológico" al llamar atención a un sistema energético que ha merecido muy poco o ningún interés en los programas de I+D nacionales y de la UE, precisamente cuando programas muy ambiciosos están a punto de ser adoptados por potencias como Japón o EE.UU.

Dicho eso, el autor corre el riesgo de presentar una visión parcial, o incluso incierta, del potencial del hidrógeno como combustible al enfocar su atención esencialmente sobre los problemas tecnológicos del consumidor final. Diversos estudios han mostrado que el uso del hidrógeno, fabricado con métodos clásicos, en los automóviles de motor de combustión, contamina más a nivel global que el uso directo de los combustibles fósiles, aun cuando ayude a aliviar la contaminación propia de los "puntos calientes" de las calles urbanas de intensa circulación. En cambio, los sistemas de propulsión a base de pilas de combustibles eléctricas con su mayor eficiencia total sí pueden reducir las emisiones globales por debajo de los niveles asociados con el uso de los combustibles fósiles, además de la total eliminación de emisiones en el tubo de escape.

Por lo tanto es de suma importancia considerar el ciclo de energía entero. abarcando la producción del combustible, su transporte y almacenamiento, y su consumo final.

El atractivo del hidrógeno como combustible limpio (en términos de la contaminación local y los gases invernaderos a escala global) sólo tiene pleno sentido si el hidrógeno se integra en una visión más amplia y a más largo plazo, en la cual, en paralelo con la electricidad, constituya otro portador de energía secundario derivado de fuentes energéticas renovables provinientes del inagotable recurso solar. Ello no obstante que los combustibles fósiles puedan servir de recurso transicional (p.ej. el hidrógeno como producto químico derivado, disponible en varios lugares de la UE). Por otra parte, el hidrógeno, como portador de energía, brinda una segunda oportunidad al traer energías renovables al mercado.

Desarrollos recientes y reducciones en los costes de las tecnologías de la energía solar han sido sustanciales, y es probable que disminuirá gradualmente hasta niveles aceptables el precio del hidrógeno fabricado a partir de fuentes renovables, durante el próximo decenio. Si se tienen en cuenta los efectos medioambientales y sociales externos del uso de los combustibles convencionales y otros sistemas alternativos, es previsible que el uso del hidrógeno como combustible demuestre su rentabilidad aun más pronto, según indican estudios realizados bajo el programa Euro-Quebec respecto a las ciudades de Los Angeles, Londres y Munich.

Ya no se precisan grandes adelantos tecnológicos, con la incertidumbre que conllevan, para la implantación de un sistema energético basado en el hidrógeno. Existen, por cierto, retos de ingeniería, como en toda tecnología o aplicación nueva, pero parecen ser superables.

El almacenamiento de a bordo del hidrógeno es objeto de diferentes enfoques, y los prototipos ensayados hasta ahora no han presentado mayores dificultades en términos de autonomía del vehículo. También se están investigando diferentes soluciones a cuestiones de la infraestructura de repostaje, y no se encuentran obstáculos insuperables (p.ej. la tecnología, el tiempo de repostaje) incluso para conceptos ambiciosos tales como el hidrógeno líquido criogénico.

Incluso la cuestión de la seguridad ya no provoca tanta inquietud, vistos los resultados de diversos ensayos que se han realizado en diferentes partes del mundo, entre ellos los del Proyecto Euro-Quebec. Expertos estiman que el peligro potencial del hidrógeno no excede el de los combustibles existentes, si bien las características de seguridad y los riesgos asociados sí pueden variar en función de los diferentes combustibles.

Es necesario desarrollar o perfeccionar una filosofía específica para la seguridad. Cabe añadir de paso que éste es un tema que se presta idealmente a la colaboración y el intercambio de información internacionales, y al establecimiento de una normativa armonizada. Se ha tomado a nivel de la ISO la primera de tales iniciativas encaminadas a la estandarización internacional.

Aunque Europa ha sido pionera en el campo del hidrógeno, al lanzar el Proyecto Euro-Quebec, primer programa importante en acometer el tema en algunos de sus aspectos, en la actualidad no hay programas de seguimiento a nivel de la UE, y hay que estar alerta al riesgo de perder el tren. Por ejemplo, se necesitan más proyectos de demostración para resolver cuestiones prácticas relacionadas con la implantación infraestructural de las tecnologías, la determinación de sus formas de cumplimiento con los requisitos administrativos y regulatorios, la sensibilización del público y el establecimiento de los primeros mercados especializados.

Lo que se necesita también es un programa marco de la Comisión Europea que se haga cargo de la implantación de una acción europea bien estructurada y planificada que integre y supla las numerosas iniciativas privadas regionales o nacionales para el logro de los objetivos globales.

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