Hegel y los derechos humanos

AutorJavier Dorado Porras
Cargo del AutorEditor
Páginas803-841
1. HEGEL, HEGELISMO, HEGELIANOS E INTERPRETACIONES
DIVERSAS: LA NECESIDAD DE UNA PREVIA
DELIMITACIÓN. LA PENA DE MUERTE COMO PRIMER
‘TEST’ DE LOS DERECHOS HUMANOS. EL INDIVIDUO Y LA
UNIVERSALIDAD O LA SOCIEDAD DE ÁTOMOS: ¿EL
DERECHO DE TODOS O TODOS SIN DERECHOS?
Si se dice que Georg Wilhelm Friedrich Hegel es uno de los filóso-
fos occidentales de mayor y más moderno descuello, al lado de los
nombres de Thomas Hobbes o Immanuel Kant, no se afirma ningún
tópico banal sino algo comúnmente admitido entre los historiadores
de la filosofía y aún del pensamiento o de otras ramas de nuestro ge-
nérico saber cultural. Como el economista Joseph A. Schumpeter
cuando escribe que sus comentarios sobre Hegel se hallan motivados
por varios tipos de razones1. Si bien la primera de todas, aquella que se
prolonga a lo largo y ancho de los siglos XIX y XX, es textualmente la
siguiente:
“Porque el éxito de Hegel rebasa todo límite —afirma
Schumpeter— que yo pueda atreverme a explicar”.
Schumpeter agrega a la vez la repercusión en el intelecto occiden-
tal de la teoría del Estado y la Filosofía de la Historia de Hegel, así
como “su influencia formativa en el pensamiento de Marx”.
Solamente una mirada sobre la enorme proyección de G. W. F. He-
gel en el cuerpo doctrinal del marxismo de Marx (según la atinada ex-
1SCHUMPETER, J. A., Historia del análisis económico, trad. de Manuel Sacristán, Ariel,
Barcelona, 1982, pp. 469-471.
HISTORIA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES. Tomo III: Siglo XIX804
presión que usó Benedetto Croce para distinguir al fundador de sus
variopintos y desiguales herederos marxistas), nos da una idea válida,
aunque parcial, de la encarnación de esta filosofía en nuestra cultura eu-
ropea. Con decir que Marx recurre a su maestro, como fuente constante
de inspiración cuyo uso —según Manuel Sacristán— ha ido con los
años en aumento y no en disminución, desde sus escritos juveniles a los
últimos recursos metodológicos de El Capital, puede contemplarse de
cerca el perímetro de la enorme figura intelectual de G. W. F. Hegel2.
El Prefacio de esa obra decisiva de Hegel que es la Fenomenología del
Espíritu se propuso inaugurar una nueva era de la filosofía al ascen-
derla a la categoría de Ciencia. “La necesidad interna de que el saber
sea ciencia radica en su naturaleza, y la explicación satisfactoria acerca
de esto sólo puede ser la exposición de la filosofía misma”, decía He-
gel, porque “ha llegado la hora de que la filosofía se eleve al plano de la
ciencia”3. Ahora bien, esa Wissenschaft, esa Ciencia en la que Hegel
quiere convertir a la filosofía, resulta bien poco científica, por poco in-
ductiva y nada experimental, más emparentada que otra cosa con las
tradiciones alemanas precedentes. Lo que no impide que, al lado de la
science propiamente dicha o ciencia de verificaciones empíricas, esté la-
tente y patente en toda la obra de Marx y, también con efectos negati-
vos, en la de Federico Engels4. Lo que no es obstáculo tampoco para
sostener que —según lo diagnosticara sin un ápice de exageración
Herbert Marcuse— el “Prefacio de la Fenomenología del Espíritu es una
de las más grandes realizaciones filosóficas de todos los tiempos”5.
El peso de Hegel sobre Marx no se limita a su período juvenil ni al
concepto de Wissenschaft, con ser éste de no poca monta6. Así que, y la
2SACRISTÁN, M., Panfletos y materiales, ed. de Juan Ramón Capella, Icaria, Barcelo-
na, 1983, vol. 1, p. 317.
3HEGEL, G. W. F., Fenomenología del Espíritu, trad. de Wenceslao Roces, FCE, México,
1973, p. 9.
4ENGELS, F., Del socialismo utópico al socialismo científico, Aguilar, Madrid, 1969.
5MARCUSE, H., Razón y Revolución, trad. de Julieta Fombona de Sucre y Francisco
Rubio Llorente, Alianza, Madrid, 1971, p. 100.
6“Cuando el proletariado aparece en la obra de Marx, sobre éste incide pesadamente
el legado hegeliano. Es marcada su inclinación a reemplazar la representación de Hegel
del proceso de realización de la Razón histórico-cósmica, por un trasunto social de la mis-
ma. El proletariado que brota inicialmente en Marx, transposición social de la Idea, y se
despliega hacia el fin humanizador grabado en su esencia, posee una carga ontólógica
abstracta y carece de un anclaje `empírico´”. DEL RÍO, E., La clase obrera en Marx, Revolu-
ción, Madrid, 1986, p. 179. Un libro que por su claridad expositiva, apoyo documentado y
buen uso de las fuentes, sigue siendo culturalmente de la máxima utilidad.
Capítulo XXXV: Hegel y los derechos humanos - JOSÉ IGNACIO LACASTA ZABALZA 805
desmesura de la recepción por parte de Marx es únicamente aquí un
ejemplo, desde un principio casi se hace necesario separar lo que sig-
nifica Hegel en su contexto histórico de lo que es el hegelismo y de lo
que son los hegelianos. Escisión que hay que predicar igualmente con
respecto a los numerosos admiradores de su Filosofía de la Historia, li-
bro de éxito mundano en todo tiempo y lugar7. Además, también se
hace forzoso delimitar al autor de sus detractores, que van desde la pe-
queñez de quien ve cuestionados sus estrechos dogmas religiosos de
todos los días hasta las objeciones analíticas de pretendido grueso cali-
bre de Bertrand Russell o de un Karl Popper8. Deslinde que también
procede practicar con la bibliografía de sus muy numerosos biógrafos
e intérpretes y comentaristas.
Como de ninguna manera el ideario de Hegel se recluye en un ám-
bito exclusivamente germánico, nórdico, centroeuropeo ni europeo del
sur (Francia, Italia, España o —algo menos— Portugal, son indudables
y desiguales sitios de difusión de esas ideas), las dimensiones del cam-
po hegeliano a investigar pueden considerarse casi inabarcables9. En el
pasaje antes citado, Joseph A. Schumpeter entendía la expansión de las
proposiciones filosóficas hegelianas en esos lugares de Europa, tradi-
cionalmente siempre en diálogo con la filosofía clásica alemana, pero se
hacía cruces sobre cuáles podrían ser las razones de tanta atención a
Hegel en Inglaterra y hasta en Norteamérica. Con todo, lo cierto es que
desde que Schumpeter formulara sus históricas observaciones acerca
de Hegel hasta hoy mismo, a fines del siglo XX y en el siglo XXI, el inte-
rés por el filósofo suabo no ha dejado de crecer y ha engendrado obras
7ORTEGA Y GASSET, J., “La Filosofía de la Historia de Hegel y la Historiología”, en
HEGEL, G. W. F., Lecciones sobre la Filosofía de la Historia Universal, trad. de José Gaos, Revis-
ta de Occidente, Madrid, 1974, pp. 15-32.
8Y en particular el libro de POPPER, K., La sociedad abierta y sus enemigos, trad. de
Eduardo Loedel, Paidos, Barcelona, 1981.
9Por ser un capítulo no muy conocido dentro de la historia de las ideas europeas, se
quiere destacar aquí que en los años treinta del siglo XX, en plena dictadura salazarista,
hubo una orientación de la Filosofía del Derecho portuguesa que seguía a Hegel (“Bajo el
signo de Hegel” dice António Braz Teixeira), con y sin el decisionismo de Carl Schmitt,
promovida por los profesores Afonso Queiró, António José de Brito y Orlando Vitorino.
BRAZ TEIXEIRA, A., O Pensamento Filosófico-Jurídico Português, Instituto de Cultura e Lín-
gua Portuguesa, Lisboa, 1983, pp. 122-127. “Sobre el interés por el estudio del pensamiento
filosófico-jurídico, político y moral hegeliano y su recepción en España”, el profesor José
Calvo ofrece una muy completa —y meritoria— selección bibliográfica en el libro de PA-
LOMBELLA, G., Filosofía del Derecho, versión y edición española de José Calvo, Tecnos,
Madrid, 1999, pp. 74-75.

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