Hacia la unidad conceptual en la universalidad del género

AutorPedro Francisco Gago Guerrero
Páginas263-294

Page 263

Pedro Francisco Gago Guerrero

Departamento de Filosofía del Derecho. Facultad de Derecho de la U.C.M.

Resumen: La unidad conceptual de la humanidad para conseguir la aplicación universal del género, basándose preferentemente en los derechos humanos, sólo podrá hacerse a partir del Espíritu Absoluto de Hegel desvinculado de la estatalidad nacional. Comenzaría por fin el proyecto humano mediante una conversión radical de la humanidad, que habrá de superar lo concreto formado en la historia por una nueva identidad abstracta de género, desalienado. Se impondrá una conciencia universal de lo humano merced a la proyección de la eticidad, a partir del cual lo humano ya es un para sí, desrealizado mediante la recuperación del otro como un yo mismo. Esto es, la comunidad universal de los otros en tanto que entes genéricos del yo.

Palabras clave Derechos humanos, tecnociencia, humanidad, género universal, conciencia universal.

Abstract: Mankinds conceptual unity to achieve the universal implementation of gender, preferably based on human rights, can only materialize from Hegel’s Absolute Spirit disengaged from national statehood. The human project would finally begin through a radical conversion of mankind, which will have to overcome the concrete formed in history by a new abstract gender identity, not alienated. A universal conscience of the human will be imposed due to the projection of the Sittlichkeit, from which the human is a for himself, derealized through the recovery of the other as a self. That is to say, the universal community of the others as generic entities of the self.

Keywords: Human rights, technoscience, mankind, universal gender, universal conscience.

Page 264

Introducción

Desde hace varios años, la política internacional recoge la idea sublimada de la unidad humana1, anticipada en el reconocimiento y adopción del Espíritu Absoluto hegeliano o la humanidad desplegada para sí, habiendo encontrado su expresión histórica más admisible y benevolente en los derechos humanos. La implantación de los derechos humanos podrá llevarse a cabo sólo mediante un ejercicio político sin pausa, aprovechándose de la expansión del progreso tecnocientífico y de la extensión del culturalismo.

Ahora bien, para ser aceptados por los pueblos y puestos en marcha por los Estados, se exigirá ir más allá de su objetivación legislativa y fundamentarlos con un sentido supra histórico. Si por ejemplo2, no hay un sentido ni primero ni último en la vida3, cabe deducir que sólo por utilidad o por conveniencia se podría acudir a los derechos. Estos difícilmente podrán manifestarse aceptablemente, como ocurre en unos cuantos países occidentales, cuando domina la indiferencia y el presentismo. De lo que se deduce que sería aconsejable recuperar el sentido trascendente de los actos humanos. El principal impedimento se encontraría en las transformaciones del hombre en la cultura occidental procedente principalmente del humanismo4. En buena parte esta transformación del hombre, convertido en lo que se podría llamar la humanización del hombre intrascendente, o, por decirlo como Heidegger, la hominización del hombre, con el fin de “sustraerlo de su referencia al ser”5, probable-mente traiga consecuencias negativas para su existencia.

Page 265

Sería ingenuo aceptar que sin el sacrifi cio personal por algunos o muchos, se podría conseguir una concordia y una fraternidad universales. Si los derechos olvidaran la necesidad de que cada hombre ha de hacer caridad, perdonar o sacrificarse por el otro, su fracaso sería catastrófico. La relación humana universal debe partir de una convivencia basada en la ayuda al prójimo, sin necesidad de montar un escenario teatral o cinematográfico para representar actos altruistas universales.

En cualquier condición en que se encuentre, para cada uno debe ser más importante la persona con la que se relaciona social y familiarmente que con la especie6, el género o la humanidad. “El encuentro del hombre con la sociedad o el Estado, señala Julián Marías, en cualquiera de sus formas es posterior a la relación con otras personas individuales, a los que debe su origen y los cuidados primarios”7. Aunque pertenezca a la especulación, sería necesario indagar acerca de la posibilidad de poner en práctica los derechos humanos más allá del poder del Estado.

El proyecto humano habrá de tener un sentido, ya que en la época de dominio nihilista, el único sentido para la humanidad está en no querer darle un sentido ni a la existencia ni a lo acontecido (Desaparición de la Filosofía de la Historia)8. Que en este trabajo se acuda con cierta frecuencia a Heidegger se debe a que su fi losofía podía ser la mejor expresión para determinar la necesidad de que los derechos han de tener un proyecto. Porque, como una extrapolación del hombre individual, la humanidad solo se entendería como un proyecto para el futuro. Añadiendo que si la humanidad quiere preservarse de las consecuencias de la decadencia de la Civilización Occidental deberá imponer un proyecto universal. Sería el comienzo de una nueva era en la cual los derechos deberían ser la fuerza vital para componer la humanidad. También habría que recuperar la fe en el hombre, en sus posibilidades para que el proyecto universal sea el mayor avance de la historia, posiblemente una conversión radical de la humanidad.

Page 266

En un contexto intelectual

Después de la 2ª G.M. apareció la Declaración de los Derechos Humanos (1948) por una consensuada decisión política de los vencedores, si bien los Países comunistas no la fi rmarán al considerar que estaba constituida por principios y valores burgueses y capitalistas, con pretensiones hipotéticas e idealistas de un valor jurídico-político9, contrarios al pesimismo de la época que se manifestaba en la corriente de pensamiento más relevante10. Aunque, por supuesto, la negatividad y el relativismo provenían de tiempo atrás. Es esta una muestra clara de cómo suelen expresarse de forma diferente los órdenes en la historia y cómo la vida humana muestra diversas perspectivas, no pocas veces con grandes contradicciones. Los derechos humanos se justificaban principalmente para evitar la aparición de otras tragedias colectivas humanas, principalmente causadas por las guerras y los conflictos.

Curiosamente, el comunismo triunfante en los Países del telón de acero11, en el que la Unión Soviética12fue durante años un modelo de desarrollo económico colectivista, coincidió con la esperanzadora percepción del progreso de los doctrinarios progresistas, y con el impulso dado por la economía capitalista en pleno crecimiento, que logró aumentar extraordinariamente el nivel de vida de las poblaciones.

Con el surgimiento de los derechos humanos se pretendió relegar el nacionalismo, principal causante de las guerras mundiales, imponiéndose la voluntad de superar las diferencias a partir de la implantación de la

Page 267

idea universalista de convergencia de la humanidad. Idea que era un fruto tardío y ecléctico de diversas teorías, con modulaciones contradictorias y con contenidos a veces divergentes.

Bajo una perspectiva realista esta protección tan marcada en los derechos sería una mezcla de misticismo y tontería13, una manifestación de vagos contenidos ideales, sin equiparación posible con la realidad. Ahora bien, es innegable que la corriente universalizadora en mayor o menor proporción y según las épocas, siempre se ha podido encontrar en muchos lugares de la tierra, expresándose de varias formas. También es demostrable que han existido relaciones transculturales, actualmente mucho más amplias, siempre determinantes para construir un espíritu cosmopolita e intentar poner en práctica unos derechos con pretensiones de alcanzar a todos los seres humanos.

Paralelamente, en aquél periodo histórico, en parte del pensamiento se manifestaba una conciencia escéptica y pesimista alejada de los derechos humanos. Sería el caso del existencialismo, que fue una muestra de pesimismo, al penetrar con profundidad en los problemas vitales de la vida. Sus autores expusieron situaciones de inquietud y frustración espiritual. La mayor parte de ellos llegaron a la conclusión de que la vida carecía de sentido, adelantándose a la formación de un tipo de espíritu colectivo que se extendería por la sociedad en tiempos sucesivos. Los más representativos respondían a lo que se entiende por el buen pensador, el que siempre va por delante de su tiempo o que posee la capacidad de influir en el futuro de las sociedades, por ser capaz de traspasar las capas menos perceptibles de la realidad y que más adelante se manifestarán con mayor claridad.

Pensadores de la magnitud de Heidegger, se impusieron al relativo optimismo de Husserl, Levinas, Simone Weil, Karl Jaspers, etc., quizá por su mayor habilidad para conectar con la gente14, o por el extraordinario atractivo e inteligencia de su obra, abriendo el pensamiento a otras vías apenas transitadas. El pensador teutón llegaba a la conclusión de que la situación histórica había creado una monstruosa humanidad, al percibir que cada vez el hombre era más insensible y más retraído, además de un

Page 268

terrible destructor de la naturaleza. Creía que la extensión universal de la tecnología propiciaba la separación de la naturaleza y la formación de un medio enajenante explotador del individuo, además de haber llegado a tener un poder exorbitante para eliminar un incontable número de vidas humanas.

No le faltaba razón, porque las posibilidades de crear una tragedia humana persistieron durante toda la Guerra Fría15. Verdaderamente existió la amenaza real de que la humanidad podría desaparecer. En estas circunstancias, los atisbos esperanzadores provenían de la propia actividad humana pacífica y...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR