Hacia un Derecho Penal Populista

AutorRafael Baena Díaz
CargoAbogado
Páginas14 - 15

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Una de las razones que lo explicaba estribaba en que el poder punitivo del estado debía quedar limitado a aquellos ataques especialmente graves a los bienes jurídicos más importantes. Pero este principio de intervención mínima se ha visto quebrado de un tiempo a esta parte.

A cualquier especialista en la materia le sería extremadamente difícil poder recordar las reformas que ha sufrido nuestro vigente código penal con su hipertrofia de tipos delictivos. Si a ello le añadimos las distintas reformas de la ley procesal penal y las leyes penales especiales, la tarea se convierte casi imposible. Ya Aristóteles abogaba por una ley que fuera reflejo de la razón desprovista de pasión. En los tiempos que corren, no se puede decir que nuestro legislador sea un entusiasta seguidor del estagirita. De tal manera ello es así que la huida hacia el derecho penal se ha convertido en una constante de su quehacer.

Quien vive con otros, quien convive, sabe de la omnipresencia de la violencia en la vida social. Para apreciar la violencia en una sociedad como la nuestra, dotada de poderosísimos medios de comunicación, no hace falta experimentarla, basta con percibirla. Como dice Hassemer, “la violencia llega aPage 15nosotros más de un modo comunicacional que experimental”. Proliferan en estos medios los espacios dedicados a lo que antes se llamaban “sucesos”. En ellos nunca falta la presencia de la víctima o de los suyos, clamando justicia aunque ciertamente de sus palabras trascienda más el humano deseo de venganza.

En este caldo de cultivo caracterizado por la dramatización de la violencia, actúan quienes nos gobiernan. No dudan en movilizar a la opinión publica y en redefinir a su favor la situación tan selectivamente creada y así recoger un rendimiento político. Para solucionar el problema, el gobernante populista se reclama “serio, eficaz y sin complejos” capaz de agarrar el “toro por los cuernos”. Ante la artificiosa demanda de criminalización aparece raudo el legislador gobernante, quien a modo de sumo sacerdote blande una nueva reforma de las leyes punitivas. Legisla a golpe de titular de periódico.

No es que exista el derecho penal de “intervención rápida” sino que nos encontramos ante un derecho penal “anticipatorio”. El peligro de deslizamiento hacia comportamientos autoritarios es cierto. El año pasado se despidió con un ejemplo de ello. Ante un problema político, cuya solución debe extraerse desde ese terreno, no se duda en criminalizar al...

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