Hacia una

AutorÓscar Moro Abadía; Ángel Pelayo González-Torre
CargoUniversidad de Cantabria
Páginas207-226

Page 207

1. Foucault y la definición del poder: apuntes metodológicos

Con respecto al poder, el trabajo de Michel Foucault (1926-1984) podría interpretarse como el intento de escapar de la incertidumbre nacida en la convergencia de una doble constatación: la falta de una definición válida sobre su naturaleza 1 y la necesidad de elaborar una Page 208 serie de instrumentos metodológicos que nos permitan comprender su funcionamiento 2. Esa inquietud, presente a lo largo de toda su trayectoria, ha llevado a numerosos autores a plantear la importancia de la reflexión foucaultiana sobre el poder y a tratar de determinar sus claves. Pasados veinte años de la muerte del filósofo, la cantidad de libros, artículos, ensayos, congresos, etc., acumulados sobre este tema es tan considerable que, quizá, la mejor manera de comenzar esta introducción sea planteando una pregunta siempre pertinente: ¿Qué podemos aportar nosotros a tan ingente bibliografía?

En líneas generales, la mayoría de estos trabajos han tratado de establecer las diferentes etapas a través de las cuales Foucault definió el poder. Simplificando mucho, se han venido considerando dos períodos: Un primer momento, que se prolonga desde Histoire de la folie (1961) hasta inicios de los años setenta, en el que Foucault definió el poder a partir del concepto de represión y un segundo período, hasta finales de los setenta, donde el conjunto del análisis foucaultiano se apoyó sobre la idea del poder como una situación estratégica esencialmente productiva. En nuestra opinión, dos problemas se derivan de este esquema.

En primer lugar, la consideración de la segunda etapa como una superación de la primera: la idea de que Foucault pensó el poder primero en términos de represión y después, abandonando esa intuición inicial, a partir del concepto de producción. Sin embargo, y como el propio filósofo no se cansa de repetir en el primer volumen de L'Histoire de la sexualité, la consideración de la dimensión productiva del poder no significa la negación de su carácter represivo, sino la inclusión del mismo en un dispositivo más amplio 3.

En segundo lugar, la mayoría de los críticos parecen coincidir en señalar que los dos últimos libros de Foucault (L'usage des plaisirs y Le souci de soi) no abordan el problema del poder sino lo que el filósofo denomina "las técnicas de si", mediante las cuales "los hombres Page 209 no sólo se fijan reglas de conducta, sino que buscan transformarse a sí mismos" 4. Aunque esta interpretación se ajusta bien a la lectura retrospectiva que Foucault hace de su propio trabajo 5, lo cierto es que también pueden leerse dichos libros como la formulación de una dimensión del poder (el poder como un tipo de relación que el individuo establece consigo mismo para transformarse en sujeto) que añadiría un nuevo registro, rara vez señalado, a los ya mencionados.

Para escapar de los problemas generados por el modelo de interpretación dominante, proponemos aquí una alternativa a partir de dos metáforas utilizadas por Gilles Deleuze: el mapa (la carte) y el pliegue (le pli). De este modo, pretendemos construir un mapa del poder siguiendo los pliegues del pensamiento de Foucault.

En primer lugar, queremos escapar de la lógica del calco (le calque) y de la reproducción. El calco procede por estructuración, representa solamente aquello que es capaz de fijar, cree en la existencia de un elemento primero que aspira a reproducir con la mayor fidelidad posible. El calco se limita a fijar la multiplicidad de elementos que fluyen a través de Foucault en relación con el poder, imagina una única definición válida (un referente final), define etapas (necesariamente consecutivas) que neutralizan las intensidades que atravesaron la reflexión del filósofo.

Frente al calco, "El mapa es abierto, conectable en todas sus dimensiones, desmontable, reversible, susceptible de recibir constantes modificaciones [...]. Contrariamente a un calco que vuelve siempre a "lo mismo", un mapa tiene múltiples entradas" 6. Como el calco, el mapa se apoya sobre elementos estáticos, pero, a diferencia de aquél, deja fluir las intensidades a su través. El mapa no define etapas Page 210 sino que identifica dimensiones o niveles que más que sucederse se encabalgan, se apoyan, se complementan. En definitiva, no creemos útil reproducir una definición del poder según Foucault (ya no creemos en el Uno), sino que queremos crear un mapa del poder tomando como materiales de construcción la reflexión del filósofo.

Deleuze utilizó otra figura, el pliegue (le pli) que puede ayudarnos a construir el mapa. Según el coautor de L'anti-(Edipe, lo esencial es acceder a la lógica del pensamiento de Foucault: "La lógica de un pensamiento es una especie de corriente que nos arrastra, una serie de ráfagas o de sacudidas. Como decía Leibniz, cuando creíamos haber llegado a puerto nos encontramos de nuevo en alta mar. Este es el caso de Foucault. Su pensamiento no deja de añadir nuevas dimensiones." 7. Tenemos que conocer esa lógica para determinar las direcciones, los flujos, los vaivenes de la producción de Foucault en torno al poder. Y el pensamiento de Foucault quizá pueda tomar la imagen de un pliegue. Más que operar a través de rupturas, parece plegarse y desplegarse. Nunca acaba. Tampoco empieza. Se arruga, se estira, se dobla. Pretendemos seguir esa línea, determinar las fuerzas que la atravesaron y que la hicieron plegarse: "¿Qué es lo que le obliga a aventurarse en tal o cuál dirección, a recorrer tal o cuál camino, siempre inesperado?" 8.

¿Por qué partir de esa combinación tan extraña: un mapa y un pliegue? Porque la filosofía, como dice Heidegger, comienza con un estado de ánimo: la angustia, la curiosidad, la euforia. En Foucault, "el pensamiento no es nunca una cuestión teórica. Se trataba de problemas vitales. Era la vida misma." 9. Hay que llegar a su pensamiento a través de las crisis que lo recorrieron y que actuaron como motor. Crisis que nacen de la propia consideración del pensamiento como un acto peligroso, "una máquina de guerra", una violencia que ejercemos sobre nosotros mismos: "Hay que considerar una obra en su totalidad, seguirla más que juzgarla, recorrer sus bifurcaciones, sus estancamientos, sus ascensos, sus brechas, aceptarla, recibirla entera. De otro modo no se comprende nada." 10.

Nuestro mapa se compone de tres dimensiones: el poder como represión, el poder como producción, el poder como una cierta relación que el individuo establece consigo mismo. Estas tres dimensiones no corresponden a tres concepciones diferentes del poder, tampoco a tres momentos consecutivos. Foucault no consideró primero el poder como algo represivo, después como algo productivo y finalmente como una relación que mantenemos con nosotros mismos. Más bien parece que su pensamiento operase por expansión. Se expande como Page 211 si la línea que lo conforma, a fuerza de plegarse, fuera capaz de acumular cada vez más perspectivas. Siempre la reflexión sobre el poder, pero primero centrada casi exclusivamente en uno de sus registros (el represivo). Lo vemos en L'histoire de la folie y en L'Ordre du discours. Después, la línea se pliega sometida a la presión de diferentes fuerzas (Groupe des Informations des Prison, mayo del sesenta y ocho, la estancia en Túnez) y en la violencia de ese movimiento añade una segunda dimensión: el poder como una situación productiva. Esta idea recorre Surveiller et punir y La volonté de savoir, libros que no niegan la naturaleza represiva del poder sino que más bien la completan 11. Pero el pliegue continúa, "siempre hay un pliegue en el pliegue, como también hay una caverna en la caverna" 12. Y en los últimos años la línea se pliega tanto que ya sólo vemos el pliegue. El vaivén se hace tan intenso que Foucault no escribe un sólo libro durante ocho años; la marea le arrastra en un movimiento que conocemos mal. Sin embargo, al final, justo antes de que el pliegue se detenga para siempre, la línea, ya casi imperceptible, nos muestra una nueva dimensión a través de dos libros L'usage desplaisirs y Le souci de soi. Después, el silencio.

2. Primera dimensión: la hipótesis represiva

La primera dimensión que Foucault maneja es la naturaleza represiva del poder o lo que en otras ocasiones denomina "la concepción jurídica del poder" Dicha concepción define el poder de un modo esencialmente negativo: "el significado del poder, el núcleo central, aquello en que consiste el poder, sigue siendo la prohibición, la ley, el hecho de decir no, y una vez más, la fórmula "no debes". El poder es esencialmente el que dice "no debes" 13. Esta hipótesis se convirtió en el paradigma para pensar el poder durante los años sesenta 14 y, de hecho, es la dimensión sobre la que Foucault trabajó en sus primeros libros. Es la idea que subyace, por ejemplo, en Histoire de la folie (1961), Naissance de la clinique (1963) o L'ordre Page 212 du discours (1971). Como el propio filósofo señala, la naturaleza de su objeto de estudio (la locura, la psiquiatría) le permitió entonces manejar una definición negativa del poder, "pues la locura es un caso privilegiado: durante el período clásico, el poder se ejerce sobre la locura sin duda bajo la forma privilegiada de la exclusión; se asiste entonces a una gran reacción de rechazo en la que la locura se encontró implicada. De tal forma...

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