Guerra y política criminal

AutorRoberto Bergalli/Iñaki Rivera Beiras
Páginas191-193

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Desde tiempos inmemoriales el acto de la guerra se ha desarrollado como un acto impresentable, triste y amoral. El afán de protagonismo combinado con el odio y el rencor han dado lugar a que numerosos reyes, militares, etc., hicieran uso del ejercicio beligerante que tanto ha enturbiado a la humanidad desde tiempos muy remotos. Si bien desde hace muchos años se viene siguiendo un criterio o idea de la cual se desprende que se debe ser piadoso con los prisioneros y no beligerante con la población civil, dicha idea no es más que un buen propósito, que desgraciadamente se viene rompiendo con excesiva facilidad.

Tristes antecedentes tenemos desde antaño: las cruentas guerras babilónicas, el inexpugnable imperio romano capaz de demoler hasta la misma tierra de Cartago, siguiendo por las brutales explotaciones y el expolio realizado en toda América, hasta llegar a fechas más recientes como la cruenta Segunda Guerra Mundial (donde el grado de humanidad se redujo a la mínima expresión) o a los hechos despiadados que se vinieron produciendo en el sector de los Balcanes o Kosovo.

Una fecha importante y de la que quiero hacer mención se sitúa el 26 de junio de 1945. Una vez finalizada la feroz y esperpéntica guerra mundial y ante el gran impacto y conmoción que originó, se llevó a cabo y con carácter urgente la creación de una organización supranacional que gestionara y arbitrara a favor del interés de la

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colectividad y acabara con los partidismos particulares; a esta organización se la denominó Organización de Naciones Unidas, y en el capítulo primero, art. 1, de su Carta constitutiva se promulga la idea de «tomar medidas para prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz».

También en su artículo 2.4 se prohíbe la amenaza y el uso de la fuerza contra cualquier forma incompatible con los propósitos de las Naciones Unidas.

Todo ello fue creado para la no disputa de ninguna otra guerra, o por lo menos con la idea de que la ONU controlase por medio de su Consejo de Seguridad Permanente la no realización de ninguna actividad bélica.

Dicho objetivo ha quedado desbaratado con la toma de acciones beligerantes por parte de EE.UU. en una guerra contra Irak, de la cual se desprende que no es legal, ya que no está sujeta al veredicto de la ONU y, por tanto, no está sujeta al derecho internacional; tampoco está bajo la tutela de los derechos humanos internacionales, debido en gran...

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