Los Dictatus papae (Gregorio VII, a. 1075)
Autor | José Ramón Polo Sabau |
Cargo del Autor | Catedrático de Derecho Eclesiástico del Estado |
Páginas | 74-75 |
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Que la Iglesia romana fue fundada únicamente por Dios.
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Que sólo el romano pontífice puede, en justicia, ser llamado universal.
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Que sólo él puede deponer o restablecer a los obispos.
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Que su legado, aunque sea de menor rango, tiene la preeminencia, en el concilio, a todos los obispos, y puede decretar sentencia de deposición contra ellos.
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Que el Papa puede deponer a los ausentes.
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Que, entre otras cosas, no debemos morar en la misma casa con los que han sido excomulgados por él.
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Que sólo a él pertenece legalmente promulgar leyes de acuerdo a las necesidades de los tiempos, convocar nuevas congregaciones, convertir en abadía una canongía, y, por otra parte, dividir un obispado rico y unir los pobres.
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Que sólo él puede usar la insignia imperial.
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Que el Papa es el único cuyos pies deben ser besados por todos los príncipes.
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Que sólo su nombre debe ser mencionado en las iglesias.
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Que su título es único en el mundo.
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Que sólo a él es lícito deponer emperadores.
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Que sólo a él es lícito cambiar, cuando sea necesario, obispos de una sede a otra.
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Que sólo él tiene autoridad para ordenar clérigos de cualquiera iglesia si así lo desea.
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Que el que ha sido ordenado por él puede gobernar otra iglesia pero no puede estar bajo las órdenes de otros; y que ese tal no puede recibir un grado más alto de ningún obispo.
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Que ningún sínodo puede ser llamado general sin su consentimiento.
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Que ningún capítulo ni libro sean tenidos por canónicos sin su autoridad.
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Que nadie tiene poder de retractar ninguna sentencia que ha sido impuesta por él; y que sólo él, entre todos, tiene autoridad de hacerlo.
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Que él mismo no puede ser juzgado por nadie.
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Que nadie se atreva a condenar al que apele a la sede apostólica.
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Que las causas de mayor importancia de cualquier iglesia, deben remitirse para que él las juzgue.
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Que la sede romana nunca ha errado, ni nunca cometerá error por toda la eternidad según el testimonio de la Escritura.
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Que el romano pontí? ce, si ha sido canónicamente ordenado, es, sin duda, santificado por los méritos de san...
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