Las grandes infraestructuras y la planificación urbanística

AutorGiancarlo Mengoli

Las grandes infraestructuras, uno de los temas que se tratarán durante estas jornadas, constituyen un nuevo y sugestivo tema de reflexión desde el punto de vista del derecho urbanístico.

Estas grandes infraestructuras, que se han convertido en protagonistas, en parte a causa del. ritmo más rápido de cambio cultural que está teniendo lugar como consecuencia de la acelerada integración del territorio, ciertamente plantean problemas de encuadramiento teórico y de coordinación concreta.

Varias soluciones se pueden aportar bajo el primer aspecto:

  1. Obras pensadas en el momento de la planificación del territorio a nivel «normal», Es decir, municipal.

  2. Obras pensadas en el momento de la planificación territorial y o metropolitana.

  3. Obras «libres», consideradas como elemento propulsor, no activador, de la planificación; es decir, obras creadas a partir de sí mismas y no planificadas para un largo período de tiempo como parte de un desarrollo total y equilibrado.

Si consideramos las grandes obras encuadradas en una planificación como la que se ha realizado hasta ahora, es decir, una planificación detallada, podemos observar que a menudo carecen de creatividad y que, sobre todo en las áreas metropolitanas, no han sido concebidas con planteamientos de magnitud suficiente.

A decir verdad, hasta el momento presente, el sistema y las acciones de planificación urbanística, por lo que se refiere a Italia, se han situado en planes limitados. Los planes normales generales han supuesto desde el principio, en su trabajosa formación minuciosamente elaborada y contratada, una especie de visión definitiva y perfecta de la ordenación del territorio municipal, considerado aisladamente.

Tal es la visión que ha dominado durante la década de los sesenta y en los primeros años setenta, centrada siempre en el objetivo final y definitivo de un pueblo dotado de todos los requisitos y servicios necesarios para hacer que sea perfecto y completo. Básicamente se partía de la casa, considerada como un lugar de valor moral superior y dependiente de las exigencias constructivas. y económicas, para construir los servicios a su alrededor.

Se trataba en esencia de un esqueleto externo, es, decir, de un asentamiento urbano conceptualmente cerrado e inmutable, pensado para evitar la tendencia a modificarse y, traicionar el modelo perfecto y moral, del mismo modo que el esqueleto de un cangrejo, que está situado en el exterior del cuerpo, constituye un límite rígido para cualquier cambio o expansión.

A esta concepción, básicamente antiprogresiva, se añadía el hecho de que las dimensiones del modelo cerrado se debían a motivaciones de tipo político, por lo que debían considerarse las dimensiones de los asentamientos no en relación con las exigencias de los ciudadanos, sino con los objetivos del gobierno local, fuera para controlar la composición de las clases sociales o para mantener la posibilidad de expansión y modificación de las urbanizaciones en el marco de los objetivos predominantes de la planificación económica general.

Véase a este respecto la conocida teoría del umbral, de origen irlandés pero desarrollada en Polonia (recordemos las aportaciones de MALISZ). Es evidente que, en este marco, las grandes obras, se convierten en algo subordinado y pensado esencialmente con fines político - ideológicos.

En efecto, en la segunda mitad de los años setenta, los fallos concretos de dicha...

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