Gonzalo Puente Ojea: una semblanza intelectual

AutorAntonio Piñero Sáenz
Páginas27-31

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Con cierto temor y temblor me atrevo a bosquejar en las páginas que siguen una breve semblanza de la andadura intelectual de Gonzalo Puente Ojea, movido por la persuasión de que puede ser ayuda importante -a la hora de enjuiciar la obra completa de un autor denso y prolífico- el intento de penetrar en los que son posiblemente los resortes íntimos que le han impulsado a generar su obra. Si se pudiera expresar con concisión y profundidad cuáles son esas ideas madre, generativas, se podría ayudar notablemente al lector de este número de Anthropos a penetrar en las claves principales que han impulsado a nuestro autor a crear un completo y espléndido edificio intelectual. Lo que sigue es el producto de una lectura de la obra completa de GPO, y también de muchas horas, a lo largo de años, de conversaciones densas pero distendidas acerca de los temas abordados en sus libros y de su porqué. Soy consciente de que lo que sigue es una opinión personal, y que quizás otros podrían presentar otras perspectivas.

La enciclopédica obra de Gonzalo Puente, desde sus primeros escritos en la década de los años cincuenta del pasado siglo hasta hoy, lleva el sello de su resuelta voluntad -en todos los niveles de su rica temática- de someter a una crítica exigente, sistemática y radical -en el sentido de su étimo, hasta la raíz- una buena parte del universo ideológico del que nos hemos alimentado, y seguimos todavía alimentándonos, en nuestro tiempo, época de considerable confusión y desorientación.

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Cuando Gonzalo se acerca ya -según él mismo- a las últimas vueltas del camino de la vida, escribía en el Prólogo al libro La andadura del saber (2003):

Resulta asombroso comprobar que a la postre uno ha ido dibujando, sin saberlo, un perfil de vida que confiere motivación y sentido a lo que sólo podría aparecer como una sucesión de azares o contingencias, de tal modo que la andadura fue más que el mecánico ejercicio del andar, porque en éste, y a través de éste, estaba cobrando realidad el imprevisible rumbo de una vocación que dotaba de unidad a la dispersión y diversidad de cada día.

En efecto, en sus luminosos Apuntes para una autobiografía -publicados en Elogio del ateísmo (1995)- GPO recuerda una circunstancia dramática de su existencia cuando sólo contaba dos años: el fallecimiento prematuro de su padre. Aunque contó con «una madre excepcional», GPO consigna que esa temprana orfandad,

[...] incidió pesadamente -aunque casi siempre inadvertida- en dos rasgos significativos de mi personalidad: una precoz inclinación a la disidencia entendida como crítica radical de los valores socialmente consagrados- y una marcada tendencia al autodidactismo, en cuanto afrontamiento personal y solitario de las exigencias de interpretación y explicación del mundo en su abrumadora complejidad.

Pero inmediatamente después de evocar este luctuoso suceso, GPO se sitúa en el contexto colectivo y ambiental de su adolescencia, apenas alcanzados los doce años, para declarar que,

[...] una mirada retrospectiva me lleva a pensar que la especialísima coyuntura histórica en que se fraguó el núcleo de mi personalidad jugó un papel relevante en mi orientación intelectual desde los primeros años de mi adolescencia; es decir, en mi manera de contemplar el mundo, de valorarlo, de intentar explicarlo [...] El proceso iniciado en 1931 con la instauración de la II República, brutalmente interrumpido por el golpe militar de 1936 y la cruenta guerra civil, desembocó en una dictadura cruel y retrógrada que había de durar casi cuatro décadas, y que gravitó decisivamente sobre la primera maduración de mi carácter en la doble dirección de la...

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