La Reordenación geoestratégica del espacio mediterráneo en la segunda mitad del siglo XV

AutorLeandro Martínez Peñas
Páginas183-201
ISSN: Xxxxxxxxxx ANUARIO DE LA CÁTEDRA UNIVERSITARIA ESPAÑA-ISRAELISSN: Xxxxxxxxxx ANUARIO DE LA CÁ TEDRA UNIVERSITARIA ESPAÑA-ISRAEL
ISSN: 234 0-1052 Número 0. Añ o 2013ISSN: 2340-1052 Número 0. Año 2013
La reordenación geoestratégica La reordenación geoestratégica
del espacio mediterneo en la segunda del espacio mediterráneo en la segunda
mitad del siglo XV mitad del siglo XV
LEANDRO MART ÍNEZ P ASLEANDRO MARTÍNEZ PEÑAS
Real Academia de Jurisprudencia y LegislaciónReal Academia de Jurisprudencia y Legislación
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Sumario: 1. Portugal y África.- 2. Áfríca y la guerra de Sucesión de Castilla.-
3. El norte de África a finales del siglo XV.- 4. La Sublime Puerta.- 5. Las
guerras de Nápoles.- 6. Conclusiones.
El mundo mediterráneo sufrió, a lo largo del siglo XV cambios
de gran profundidad en lo referente a su situación geopolítica. Estos
cambios fueron especialmente notables en la segunda mitad del siglo,
comenzando con uno de los acontecimientos más traumáticos de la
Historia de la Humanidad: la caída de Constantinopla, la Roma de
Oriente, frente a las tropas turcas del Sultán Mehmed II, en el año
1453. En su conjunto, la alteraciones producidas a lo largo del siglo
XV convirtieron el Mediterráneo en un tablero en el que un choque
a gran escala entre los poderes más importantes de la región acabó
configurándose como poco menos que inevitable. Dos monarquías que
habían cambiado su esencia en el lapso de unos pocos años y que do-
minaban cada una un extremo del mare Nostrum: La monarquía his-
pánica de los Reyes Católicos en Occidente y el imperio otomano en el
Mediterráneo Oriental.
1 Académico correspondiente desde diciembre de 2011.
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III. Es tudio s histór icosIII. Estudios históricos
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1. PORTUGAL Y ÁFRICA
Portugal fue uno de los primeros países occidentales en buscar en
África un ámbito de expansión para su monarquía. La Corona lusa había
iniciado su expansión africana a comienzos del siglo XV, durante el reina-
do de Juan I. Este monarca, junto con su hijo Duarte, concibió la política
de expansión allende el territorio portugués como un medio de aplacar
los siempre revueltos ánimos de la nobleza, de forma que su energía se
canalizara hacia empresas exteriores en vez de cristalizar en conspira-
ciones y revueltas contra la monarquía.
Portugal tanteó las posibilidades de emprender una expedición con-
tra el reino nazarí de Granada, pero el proyecto fue abandonado al mos-
trarse Castilla contraria a la intervención de sus vecinos occidentales
en las costas de Andalucía Oriental. Una vez descartado este objetivo, la
atención lusa se volvió hacia Ceuta, una de las plazas más importantes de
la Tingitana, la antigua provincia que fue primero romana, luego bizan-
tina y finalmente visigoda, antes de caer en poder de los musulmanes en
el año 709, dos años antes del gran asalto islámico a la Península. En los
siete siglos en que permaneció bajo dominación islámica, Ceuta había
cambiado de manos numerosas veces: los almorávides, los almohades,
los azaríes, la taifa de Málaga, la taifa de Murcia, la monarquía grana-
dina o el reino de Fez fueron algunos de los poderes que, en uno u otro
momento, ejercieron su autoridad sobre Ceuta.
En 1411, momento en el que se produjo el gran asalto portugués, la
ciudad pertenecía al reino de Fez, que, junto al reino de Tremecén, eran
los poderes hegemónicos en la costa del actual Marruecos. Para su con-
quista, los lusos movilizaron una de las mayores escuadras de su historia,
formada por más de doscientos navíos que transportaron alrededor de
cincuenta mil combatientes hasta el Norte de África, con el rey Juan I y
sus tres hijos –don Duarte, Enrique el Navegante y don Pedro– al frente
de las tropas. Una vez ocupada la ciudad, los nobles portugueses se en-
frentaron para obtener del rey el gobierno de la misma, siendo finalmente
el favorecido Pedro de Meneses. Bajo su mandato, Ceuta se convirtió en
un importante centro de operaciones para los corsarios portugueses, que
atacaban las naves musulmanas que comerciaban con la Málaga nazarí.
Ceuta, por sí sola, era vulnerable, por lo que a medio plazo la monar-
quía de Lisboa tuvo que elegir entre ampliar los dominios norteafricanos,
de manera que las plazas pudieran apoyarse entre sí, o bien abandonar
Ceuta. La decisión se pospuso hasta el reinado de Duarte I, que sucedió
a su padre Juan I en 1433. Presionado por sus dos hermanos, el infante
Fernando –maestre de Avís– y Enrique el Navegante, el rey optó por la
primera de las estrategias, desencadenando un ataque contra Tánger en

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