Contribución germana al museo de antigüedades y curiosidades constitucionales

AutorPablo Lucas Verdú
Páginas97-109

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El infiujo de la doctrina germana sobre la Teoría del Estado y la Teoría de la Constitución ha sido y continúa siendo muy relevante en el resto del continente europeo216. En cambio, no tanto en los EE.UU217.

Conviene indicar que las principales obras de GUMPLOWICZ, de JELLINEK, KELSEN y de otros maestros germanos como SCHMITT, HELLER, etc. fueron traducidas por autores españoles a saber: don Enrique GIL Y ROBLES, Fernando de los RIOS URRUTI, Luis LEGAZ LACAMBRA, Francisco AYALA y Luis TOBIO, respectivamente y, también, por autores iberoamericanos, por ejemplo, GARCIA MAYNEZ, y mi gran amigo Paulo BONAVIDES.

No hay que olvidar a Francisco Javier CONDE, traductor de obras de SCHMITT, y ni a José María BENEYTO, que vertió al castellano la obra de

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SMEND Constitución y Derecho Constitucional. Ni, por supuesto, a Wenceslao ROCES. Muchas de estas obras se tradujeron mucho antes que las versiones francesas e italianas.

Conviene recordar el infiujo alemán en autores franceses como DUGUIT y CARRÉ DE MALBERG, los cuales en los prólogos de sus más importantes obras se dejaron llevar por el llamado prejuicio alemán, heredero de RENAN, para criticar la doctrina del país vecino ¡aunque paradójicamente sus obras están repletas de categorías y de citas de sus colegas germánicos!218. En el fondo de estas posiciones de tan eminentes maestros estaba latente el resquemor de la derrota de 1870 y, al mismo tiempo, la admiración de sus contemporáneos más allá del Rhin.

En cambio son lógicas sus críticas a los autores nacionalsocialistas en vísperas de la Segunda Guerra Mundial219.

7.1. La crisis de la república de weimar y la doctrina germana del derecho constitucional especial referencia a carl schmitt

No voy a detenerme mucho en este punto porque temo reproducir lo que escribí hace varios años sobre esta cuestión. No obstante, me esforzaré un poco para añadir algunas consideraciones complementarias.

Ante todo, insisto en que, después de la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial, el tratado de Versalles produjo una situación, como es sabido, calamitosa en la economía, en el orden social, político y moral que condujo, inexorablemente, al segundo y catastrófico confiicto mundial. Se han escrito numerosísimos estudios y comentarios sobre las causas que produjeron tal estado de cosas.

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No intento sostener que los culpables fueron sólo los alemanes o los aliados. Los responsables reales figuraron en ambas partes. Es ocioso indicar cuál de ellos fue más culpable. En todo caso se produjo una mezcla de factores económicos, sociales y políticos: infiación galopante, indemnizaciones desorbitadas impuestas por los aliados, agitación social, extremismos de la izquierda y de la derecha, irresponsabilidad de la derecha y de la izquierda socialista hasta llegar a la contraposición existencial entre el nacionalsocialismo y el partido comunista que eclipsó la función de la socialdemocracia. En este contexto, las formaciones demoliberales y conservadoras fueron desplazadas por la enfrentamiento radical entre el emergente partido nacionalsocialista y el comunista. En síntesis, la república weimariana fue una democracia hasta el suicidio.

Es curioso comprobar que en momentos críticos para una nación en este caso, Alemania, surja una eclosión impresionante en la filosofía pura, en la sociología, en la teoría económica, en la ciencia política y en el campo jurídico. No hay que olvidar la literatura, el arte, en sus diversas manifestaciones, en la cinematografía, la radiodifusión. Además en las ciencias físico-naturales y en la medicina.

La afiuencia de estudiosos e investigadores de diversos países para orientarse y mejorar sus movimientos fue importante220.

El infiujo en España, en Italia, en Inglaterra de los más notorios autores germanos del período de entreguerras y después de la Segunda Guerra Mundial es sabido221.

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El pensamiento de KELSEN y de SCHMITT ha sido estudiado por autores norteamericanos. Las principales obras del primero fueron conocidas por diversos profesores iberoamericanos, las de SCHMITT y HELLER también. Su infiujo es importante. Poco conocido es el de Rudolf SMEND. Acaso porque el pensamiento de KELSEN, pese a su pureza metódica, fue liberal con tendencia socialdemócrata. Lo mismo sucede con la doctrina HELLER.

Remito a los estudios recientes, por ejemplo, el de David DYZENHAUS222. Esta obra la dedica a la memoria de su abuelo Ludwig Dyzenhaus, jurista polaco judío, asesinado por la policía alemana en Palminy, Varsovia, el año 1940. Su autor subraya los riesgos de la filosofía existencial de SCHMITT, la insuficiencia del positivismo normativista de KELSEN y alaba la posición socialdemócrata de H. HELLER.

Y, también, al de John P. MCORMICK223. Ha escrito un sugestivo estudio sobre el fascinante y oportunista Carl SCHMITT. Es cierto que no debe interpretarse dicho oportunismo en sentido peyorativo, más bien se debe a su singular temperamento que le impulsó, confiando en su aguda inteligencia, a estar presente siempre en los movimientos críticos de la ajetreada vida política de la República de Weimar. Así, su oportunismo enlaza con su tesis sobre el ocasionalismo, de raíces teológicas.

Conviene recordar que SCHMITT provocó entre sus colegas y alumnos adhesiones y críticas, por ejemplo, de KIRCHHEIMER socialdemócrata inclinado a la izquierda hasta que moderó esta posición en su estancia en los Estados Unidos.

Así el maestro Plettenberg se inclinó al pensamiento conservador como es sabido. Se inscribió, luego, en el partido nacionalsocialista. Siempre procurando aprovecharlos pro domo suo. Es algo que con relativa frecuencia se produce en algunos intelectuales.

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Si todo pensamiento político es peligroso, esto se corrobora en la ajetreada vida de SCHMITT. Es conocido que en la segunda postguerra mundial, comparándose con TOCQUEVILLE, sostuvo que, como este último, fue un vencido pero no convencido224.

Mientras, KELSEN, con su teoría pura del Derecho, se esforzó en demostrar que ésta no se contaminó con posiciones políticas concretas argumentando que se le objetó calificándole de liberal, de socialdemócrata y hasta de fascista de modo que no era posible ser seguidor al mismo tiempo de todas esas posiciones.

SCHMITT fue indiferente a cualquier adscripción ideológica que se le atribuyese, ya que no podía considerarlas sino como fases distintas en la evolución de su pensamiento, excluyendo la de liberal y/o socialista. Lo cierto es que el pensamiento schmittiano siempre fue politizado. Además, varios auto-res socialcomunistas publicaron estudios sobre sus posiciones desarrollando consecuencias útiles para su ideología marxista225.

En el período nacionalsocialista SCHMITT fue denunciado por antiguos alumnos suyos y por colegas nazis negando su conversión al III Reich. En estas ocasiones le defendió Hermann GOERING, como es sabido. Una vez más se corrobora la peligrosidad de todo pensamiento político.

La vida académica de este relevante maestro guarda cierto paralelismo con la de HOBBES al que tanto admiró226. Los acontecimientos que le tocó vivir: derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial, la crisis de la República de Weimar, el riesgo y la aventura durante el III Reich, marcaron el pensamiento

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schmittiano que se caracteriza por su afición a las dicotomías y tricotomías típicas de varios autores germanos. Así, Gemeinschaft-Gesellschaft (TÖNNIES); Legalität-Legitimität; normativismo, decisionismo y pensamiento de las órdenes concretos227.

¿Puede decirse que, en cierto sentido, SCHMITT fue un profeta desafortunado como Cesar BORGIA y, mucho más tarde, TROTSKY?

Conviene precisar, si no yerro, que no le preocupó tanto el ocupar y el disponer del poder como infiuir sobre él mediante su original pensamiento. Aquí yace la desilusión del intelectual cuando contempla que sus propuestas no son atendidas por los poderosos. Esto ocurre en la peripecia de los intelectuales que pueden interpretarse como personajes utópicos en el sentido de ilusorios. Es difícil conocer si SCHMITT se percató de esto. Cuando fue acusado de su afinidad al nacionalsocialismo por los especialistas aliados, primero rusos y luego norteamericanos, imagino que les sorprendería la contestación schmittiana de que él fue, solamente, un profesor de Derecho Constitucional.

Otra cuestión que me interesa indicar es ésta: ¿En qué medida puede considerársele como precursor de la postmodernidad? Prescindiendo de que, con gran perspicacia, atrajo doctrinas ajenas -como la institucionista de HAURIOU y de Santi ROMANO- a su redil, expresándolas con términos vulgares aunque comprensibles, es evidente que en algunos de sus...

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