Georges Didi-Huberman: entre deseo y ética de la memoria

AutorDaniela Barcella
Páginas86-100
246
Georges Didi-Huberman: entre deseo y ética
de la memoria*
DANIELA BARCELLA
UNIVERSITÀ DEGLI STUDI DI BERGAMO
1. En los pliegues fluidos del deseo
Las imágenes son inmanentes a nuestra ex istencia en el mundo: se filtran, por así decir-
lo, entre nuestra sensibilidad interna y las formas exteriores, en el indefectible vínculo
entre supervivencia, creación y fluidez. Así resume Didi-Huberman el movimiento
de flujo y ref lujo, de resaca entre adquisición y pérdida d e la forma con que las imá-
genes llegan a constituir el sustrato matérico de un inconsciente mnémico del imagi-
nario.1 Gracias a su fluido metamorfismo, las imágenes son accesibles y huidizas al
mismo tiempo, internas y extrañas a nuestra sensibilidad en el juego dialéctico de las
polaridades irreconciliables. Es el movimiento anadiomeno que empuja hacia nues-
tra mirada a la Venus botticelliana, imperturbable en su belleza y, sin embargo, im-
pulsada y agitada en los cabellos, sobre los márgenes del cuerpo, por el viento gene-
rador del deseo. No en vano, las figuras del arte renacentista son el primer interés
desde el cual Didi-Huberman ha llevado a cabo la compleja elaboración de su pensa-
miento en torno a la valencia estética y ética de las imágenes; figuras entre las cuales
sobresale la doncella de paso ligero que entra silenciosa en la escena, reminiscencia
de la ninfa pagana portadora del pathos de las antiguas ménades, situada desde siempre
en el umbral osmótico del salto vital y del impulso mortífero.
Ninfa es un motivo errático del imaginario, aquella que —sensual, etérea, fan-
tasmal— vuelve sobre la escena y, en sus tumultuosos retornos sucesivos, se trans-
forma declinando hacia abajo, hacia la matericidad del suelo, hasta la caída que
no detiene, sin embargo, el polimorfismo. De figura femenina cuyos ropajes son
catalizadores del pathos, deviene pura tela, vestidos abandonados, trapo empapa-
do de los humores del suelo: el ropaje cobra su autonomía visual, la figura huma-
na se ausenta, aun permaneciendo —a su vez transformada— en el repli, en el
pliegue, entre los residuos.2
Ninfa, por tanto, se desliza en cada ángulo, en los vestigios de la historia, ha-
ciendo de su condición sintomática y accidental una condición (provisoriamen-
te) informe. Ninfa, en tanto que supervivencia, constituye la imagen más íntima,
reprimida, orgánica y visceral del inconsciente del tiempo, o bien la más concreta
* Traducción de Mario Aznar Pérez.
RA_246_DIDI_HUBERMAN.pmd 12/04/2017, 11:0086

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