El fuero de Soria: Génesis y fuentes

AutorGonzalo Martínez Díez, S. I.
Páginas9-31

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1. La tierra de Soria: un prolongado vacío poblacional

El fuero extenso de Soria es uno de los que más ha atraído la atención de los historiadores del derecho y suscitado variados estudios y tomas de posición, especialmente desde que el maestro don Galo Sánchez procediera a editar el texto de este fuero seguido de un magnífico estudio monográfico1.

El fuero de Soria polarizaba la atención de los estudiosos en primer lugar por su misma extensión y la variedad de las materias reguladas, ya que sus 57 títulos se dividían nada menos en que 577 capítulos, extensión únicamente superada entre los fueros castellanos por los fueros de la familia de Cuenca con sus 45 títulos y sus 986 capítulos.

También contribuye a resaltar la importancia del fuero de Soria el haber regido la vida jurídica de la tercera comunidad de villa y tierra castellana más extensa, a continuación tan sólo de Ávila y Segovia. El concejo de Soria gobernó y administró un territorio de casi 3.000 kilómetros cuadrados, exactamente 2.998,21, en el que se alzaban hasta un total de 168 pueblos o aldeas que han llegado hasta casi nuestros días, y otras 155 que se fueron despoblando en los siglos que nos precedieron, según datos obtenidos de diversas fuentes2 como el censo parroquial de 1587, el Nomenclator de Floridablanca de 1785, el Diccionario Madoz y la tradición oral3.

La repoblación cristiana de lo que más tarde sería término municipal del concejo de Soria no tendrá lugar hasta comenzado el siglo xii, entre los años Page 10 de 1109 a 1134, en los que el rey Alfonso I de Aragón y Navarra, el llamado El Batallador, señoreó buena parte del reino leonés, especialmente las tierras más orientales y más próximas a la Rioja y Aragón.

El año 912 y por orden del rey García de León, tres condes castellanos avanzaron desde las tierras del Arlanza y se instalaron en las orillas del río Duero dando nueva vida a Roa, Haza, Clunia, San Esteban de Gormaz y Osma, mientras los musulmanes mantenían como posiciones más avanzadas Gormaz y Berlanga.

Entre estas fortalezas musulmanas al Sur y la tierra de Lara al Norte se encontraba un amplio espacio todavía desierto, que cruzaría Abd al-Rahman III el año 920, cuando, al frente de su ejército, responda a la petición de socorro que le hacen los habitantes de Calahorra acosados por Sancho Garcés I. Partiendo de Clunia, atravesará ese espacio, que el historiador musulmán Ibn Idhari no dudó en calificar de gran desierto a lo largo del Duero, y llegará a Tudela en cinco días: Il mit cinq journées à franchir le grand désert en longeant le Wâdi Duero, et établit alors son camp dans la région de Tudèle4.

Durante la gran ofensiva de los califas omeyas y de Almanzor y sus hijos a lo largo de todo el siglo x y primer decenio del xi la repoblación cristiana no sólo se vio absolutamente frenada, sino que retrocedió algún tanto; sólo con el comienzo de la fitna o guerra civil entre musulmanes a partir del 1009 la superioridad militar pasará a los reinos cristianos del Norte, pero la debilidad demográfica es tal que sólo se repoblarán de inmediato las tierras al norte del Duero; al sur del Duero sólo volverán a la vida Sepúlveda, Sacramenia y Peñafiel.

El hundimiento del poder amirí abría, sin duda, esperanzas de expansión tanto al conde de Castilla Sancho García como a su yerno, el rey de Pamplona Sancho Garcés III, el Mayor, los cuales, ante las buenas relaciones familiares y de amistad que los unían y para evitar cualquier posible fricción, trazaron el año 1016 por adelantado la frontera que marcaba los límites de sus respectivas zonas de expansión, comenzando en lo alto del monte de San Lorenzo o de la Cogolla y terminando en las ruinas de Numancia, entonces conocidas con el nombre de Garray.

Con todo, la población de esta zona soriana debía de ser prácticamente inexistente por esas fechas, y aun mucho después, ya que entre las tierras recuperadas por Fernando I (1037-1065) sólo se cuentan en la frontera oriental de su reino Gormaz, Vadorrey, Berlanga, Caracena y el valle de Bordecorex hacia Medinaceli5. Todavía al describirse el año 1088 el límite entre los obispados de Osma y Burgos se comienza el trazado de dicha frontera a partir de Calatañazor hacia el Oeste, como si nada existiese al este de esta plaza6.

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Tampoco Fernando I ni su hijo Alfonso VI prestarán ninguna atención a restaurar las tierras del futuro concejo de Soria, incluido el campo de Gómara; concretamente el interés de este último se centrará en la conquista del reino de Toledo, y una vez lograda esta ampliación territorial sus mayores esfuerzos se volcaron en la repoblación de Salamanca, Segovia y Ávila, para colmar así el vacío todavía existente entre el Duero y el reino de Toledo.

El primer indicio de haberse iniciado la restauración de estos territorios sorianos data del año 1106: se trata de la donación de la iglesia de Santa María de Tera al monasterio de San Millán de la Cogolla. En ella se nos indica cómo el año 1106 mandó Alfonso VI a García Ordóñez, conde de Nájera y Calahorra, repoblar Garray, en cuyos términos se encontraba la iglesia de Tera; es lógico suponer que estos primeros repobladores procederían de la tierras regidas por dicho conde.

Simultáneamente penetraba también en las tierras desérticas de Soria, por sus confines colindantes con la tierra de Lara, otra corriente de repobladores procedentes de los dominios de don Gonzalo Núñez, que era el tenente de Lara, Carazo y Huerta, y también de Osma; este magnate había repoblado el año 1089 la villa de Andaluz otorgándole un fuero propio7.

Gonzalo Núñez, junto con su esposa doña Godo, dominantes Lara, hará donación el año 1095 a San Millán de la Cogolla de dos aldeas, Covaleda y Duruelo, así como de la iglesia desierta de Velilla, entre ambas aldeas, confirmando la liberalidad los presbíteros de Covaleda y Duruelo y los concejos rurales de estas aldeas. Se trataba sin duda del desbordamiento natural de las gentes de la ya vieja tierra de Lara por los espacios vacíos limítrofes.

La repoblación del conde García Ordóñez en Garray y su comarca, iniciada en 1106, vio interrumpido su avance por la derrota y muerte del mismo en Uclés (1108) y el fallecimiento al año siguiente del propio rey Alfonso VI8.

2. Alfonso I, el batallador, soberano de Soria de 1119 a 1134

El año y el monarca repoblador de Soria nos aparecen expresamente consignados en los Annales Compostellani: Era MCLVII [año1119] populavit rex Aldefonsus Soriam9. El Alfonso aludido en los Annales es sin duda alguna Alfonso I, rey de Aragón y de Navarra, el llamado el Batallador, ya que por esas fechas el futuro Alfonso VII, el Emperador, era todavía un niño que se estaba criando en Galicia, y que no tenía ninguna autoridad en tierras castellanas.

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El Batallador había contraído matrimonio en el otoño de 1109 con la reina Urraca, sucesora de su padre en el trono leonés. Una relación conyugal en continua y profunda crisis a la que se dará fin con el público repudio de Urraca por Alfonso en el otoño de 1114. Pero a pesar de esta ruptura del lazo matrimonial, el Batallador, que había sabido ganarse para su causa a los francos y burgueses del camino de Santiago, conservará bajo su autoridad el camino de Santiago desde Carrión de los Condes hasta los límites de Navarra, señoreando el citado Carrión, Castrojeriz, Burgos, Belorado, Villafranca Montes de Oca, Grañón, Nájera y Logroño; también retendrá bajo su dominio las tierras más orientales del reino de León como la Rioja, gran parte del condado de Castilla y zonas de la Extremadura castellana.

El primer esfuerzo del Batallador tendrá como objetivo la conquista de Zaragoza, pero una vez cubierto este objetivo el 18 de diciembre de 1118 y ocupada Tudela el 25 de febrero de 1119, parece que fue ese mismo año cuando Alfonso I inició la repoblación de Soria, según nos consta por un diploma datado el 13 de diciembre de 1119: [...] regnante me Dei gracia in Aragon et in Pampilona atque in Super Arbe siue in Ripacurcia atque Castella Bielga siue in tota Strematura usque ad Toleto, et Dei gratia in Çaragoça et in Tutela usque ad Morella et in mea populacione quod dicitur Soria10.

Al frente de las tareas de repoblación como tenente de Soria figura ya ese mismo año 1119 don Íñigo López: Eneco Lopiz de Soria11, a quien encontramos hasta el año 1126 rigiendo la tenencia de Soria en múltiples ocasiones12, y en otras dos más simultaneando la tenencia de Soria con la de Burgos: Eneco Lopiz in Soria et Burgos 13. En febrero de 1127 aparece al frente de la tenencia de Soria a Fortún López; su nombre se repetirá en los diplomas de Alfonso I hasta el año 1134 nada menos que hasta en 59 ocasiones14, simultaneando también Soria con las tenencias de Burgos15, de Mendigorría16, de San Esteban de Gormaz17, de Milagro18 y de Milagro y Yanguas19.

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Todo apunta a que la repoblación de Soria se inició el año 1119, como consignan los Annales Compostellani, por orden de Alfonso I de Aragón, que puso al frente de las tareas repobladoras al senior Íñigo López, al que reemplazó el año 1126 por Fortún López, probablemente al ser proclamado rey de León Alfonso VII; se trataba de reforzar su dominio en las zonas del reino de León, que retenía bajo su dominio y que presumiblemente serían objeto de reclamación por el joven Alfonso, y que el Batallador seguía y pretendía seguir manteniendo bajo su poder y...

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