Oscar PÉREZ de la FUENTE (ed.), Una discusión sobre la gestión de la diversidad cultural, Dykinson, Madrid, 2008, 316 pp.

AutorJosé Daniel Pelayo Olmedo
CargoUniversidad Nacional de Eduación a Distancia UNED
Páginas251-260

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Hemos llegado a un punto en que las sociedades democráticas ponen a nuestra disposición, de manera natural, las claves para elegir y realizar, libremente, nuestros planes de vida. Son los derechos fundamentales quienes dotan a sus titulares de la posibilidad de disfrutar de ese modo de vida singular, propio de cada cual, posibilitando el ejercicio en sociedad de nuestra «moralidad privada» con plena libertad1. Y en ello, juega un papel relevante la importancia que conceden los sistemas democráticos a la dignidad de la persona y a la salvaguarda de la identidad. En este primer nivel, términos como igualdad, respeto, pluralidad, justicia, libertad y laicidad están plenamente asentados y son parte del elenco constitucional que tan buenos resultados está dando en la gestión de los desequilibrios internos: dotando el pluralismo político, el sufragio universal, la igualdad de género, la libertad ideológica y religiosa y un largo etcétera.

Pero ahora nos encontramos ante nuevas situaciones que requieren nuevas soluciones. Ya no basta con salvaguardar la identidad de los ciudadanos, sino que los sistemas democráticos deben buscar el modo de convivir en la diferencia. Términos como diversidad, interculturalidad o multiculturalidad podrían ser la respuesta a esos nuevos escenarios, aunque están menos asentados y, para quienes nos interesamos por estos temas, nos resulta necesario aprehender su contenido y alcance a través, por ejemplo, del estudio científico.

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Y es que la gestión de la diversidad no es tarea fácil, como tampoco lo fue la consagración de los derechos y libertades del hombre. Cada vez es más frecuente encontrarnos con noticias impactantes sobre conflictos inter-nos con la población inmigrante, incluso en aquellos países que tradicionalmente han sido, y son, modelos de referencia en el tratamiento de estas cuestiones (Francia, Inglaterra, Holanda, etc.). En otras ocasiones, son los fundamentalismos los que nos muestran la cara más amarga y deleznable de la diferencia (11 de septiembre, 11 de marzo, 9 de junio, etc.). Estos hechos dejaron un poso de reacción político-social que, fuera la que fuese, no se hizo esperar.

A veces, parece que la solución está en gestionar del mismo modo identidad y diferencia. Se intenta otorgar igualdad donde lo que se anhela es conservar la particularidad o generar homogeneidad donde es necesaria la heterogeneidad. Y aquí es donde surge la tentación de defender lo propio frente a lo ajeno. Hasta en la elaboración de un marco jurídico común en Europa se ha debatido la necesidad de identificar los valores culturales del viejo continente para conformar, si se quiere, una suerte de identidad europea que nos distinga. Evidentemente, esto nos da a entender que el espectro de la cuestión es amplio y sus aristas muy afiladas. Para los pesimistas puede que no exista respuesta a todos estos problemas pero lo cierto es que debemos buscarla y ponerla en práctica, aunque no se nos escapa que nos move-mos en un terreno resbaladizo, que provoca muchas y muy dispares reacciones, y donde es necesario replantearse algunos conceptos e intercalar otros nuevos.

A nuestro modo de ver, el estudio de estas cuestiones requiere un tratamiento científico respetuoso con todas las opciones posibles, que esté bien perfilado, que sea valiente y alejado de la ortodoxia; porque, qué duda cabe, resulta más instructivo cuando la discusión se dirige a abrir caminos, no a cerrarlos. Todas estas características impregnan el libro "Una discusión sobre la gestión de la diversidad cultural" y, al menos a nosotros así nos ha pasado, son referencias que acompañan al lector durante todo el recorrido de la obra. No en vano, consideramos que, además de su innegable valor científico, es una obra por y para el diálogo, que surge de un debate abierto en el Taller pluralismo cultural y minorías.

Sin reparos, al menos visibles, los autores que colaboran en esta obra analizan, íntegramente, conceptos como diversidad, multiculturalidad, nacionalidad, inmigración, participación, minorías, educación, derechos cultu-

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rales y pueblos indígenas. Pero no sólo se quedan ahí, sino que además aportan posibles soluciones y abren nuevos caminos, muy sugerentes, que permiten, a quien lo lee, participar en el debate desde la reflexión. Todo ello coronado por una impecable sistemática que, en muchas ocasiones, no es tarea fácil para quien coordina el esfuerzo de una obra colectiva.

En estas condiciones, el libro arranca con una cuidada reflexión del profesor Jesus Prieto de Pedro acerca de la diversidad y los derechos culturales, para luego descender a los reflejos particulares donde inevitablemente brota la polémica. Para abrir boca, el profesor Prieto de Pedro nos advierte, de manera muy elocuente, que no basta sólo con formular un concepto de diversidad, es imprescindible establecer las condiciones necesarias para que se produzca su adecuado reconocimiento y promoción. Como él mismo señala, en un discurso cercano y atractivo, hay que "transformar el reconocimiento de la diversidad de un hecho en un derecho democrático de los seres humanos, los pueblos y de la humanidad entera" (p. 16). Para ello, considera imprescindible definir un contexto jurídico a través de instrumentos internacionales (p. 21). En este...

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