La evolución de los flujos migratorios hacia la Unión Europea en las dos últimas décadas y su impacto en el mercado de trabajo [*]

AutorEfrén Areskurrinaga Mirandona
CargoProfesor Titular de Escuela Universitaria
Páginas02
  1. Introducción

    La inmigración, especialmente aquella que se produce de los países del Sur al Norte, se ha erigido en una de las principales preocupaciones de los países industrializados. El fuerte alza de los flujos migratorios hacia estos países producido en décadas recientes ha generado preocupación y situado esta problemática en el primer plano del debate político, especialmente en Europa.

    Un primer prisma de análisis ha sido negativo y de carácter reactivo. Europa no puede integrar en su seno estos flujos crecientes de inmigrantes por lo que se han de tomar medidas para restringir los mismos. Además esta masiva inmigración está agravando los problemas de desempleo presentes actualmente en las sociedades europeas además de incidir negativamente en la seguridad ciudadana. Todo ello ha supuesto un caldo de cultivo propicio para el auge de partidos políticos de extrema derecha. Pero el debate no termina aquí. El discurso dominante percibe a la inmigración no sólo como amenaza sino también como posible solución tanto al imparable proceso de envejecimiento de las sociedades europeas como a las rigideces del mercado laboral. Los inmigrantes pueden compensar las reticencias de los trabajadores nativos a la movilidad geográfica y realizar tareas desechadas por los trabajadores nativos por su dureza o bajos salarios. De igual modo la entrada de nuevos inmigrantes, normalmente jóvenes en edad productiva, puede ayudar a aliviar el proceso de envejecimiento de las sociedades europeas, aumentando el número de trabajadores activos, y así colaborar a mantener a las personas mayores que se hayan fuera del mercado de trabajo.

    El debate por tanto se presenta complejo y no exento de connotaciones y posicionamientos ideológicos. En el presente trabajo nos limitaremos a analizar cuál ha sido realmente la magnitud de los flujos de entrada de inmigrantes en los países de la Unión Europea, las principales características de los mismos y los posibles efectos que ellos hayan podido producir en los mercados de trabajo de los distintos países. Comenzaremos la sección 2 señalando las principales tendencias migratorias en el seno de la Unión para en la siguiente acometer el análisis pormenorizado de las características que presentan los inmigrantes en cuanto a sexo, edad, tipo de actividades desarrolladas y país de origen. En la sección cuarta por su parte analizaremos los efectos de estos flujos en el mercado de trabajo de los diferentes países. En concreto, ¿ha contribuido la inmigración a superar situaciones de escasez de mano de obra?; ¿ha tenido algún efecto en el nivel de empleo o el nivel salarial de la población nativa?; ¿cuál ha sido el impacto global que la misma ha tenido en el conjunto de la economía? Finalizaremos con la sección quinta donde se presentan las conclusiones extraídas del análisis realizado y se apuntan algunas posibles tendencias que se espera marquen la evolución de los flujos migratorios durante los próximos años.

  2. Evolución de los flujos migratorios y el stock de inmigrantes en la Unión Europea 1980-2000

    Un primer análisis de las estadísticas oficiales1 sobre la población inmigrante presente en los países de la Unión Europea permite observar el resurgir de importantes procesos migratorios hacia su seno a partir de la mitad de la década de los 80, procesos que se agudizan de forma importante en los inicios de los años noventa tras la caída del muro de Berlín, y que posteriormente a raíz del Tratado de Maastrich son vigilados fuertemente con miras a su reducción. Estos procesos aquí analizados en modo alguno suponen una novedad en la historia reciente de estos países2, sino más bien un paso más en los importantes procesos migratorios experimentados en esta región a lo largo de su historia, pero presentan una novedad principal: el incremento de la población inmigrante de origen no comunitario. Así según datos de EUROSTAT (2000a) a comienzos de los 80 residían en la UE-15 13 millones de inmigrantes tanto provenientes de otro país comunitario como de terceros países, mientras que a finales del 98 este monto había crecido hasta los 19 millones hasta alcanzar el 5,1% de la población comunitaria, frente al 3,8% del inicio del periodo.

    Al contrario que en décadas anteriores estos flujos se han producido mayormente como consecuencia de procesos de reunificación familiar de anteriores trabajadores inmigrantes y de procesos de petición de asilo (en su mayoría por parte de refugiados balcánicos) y en menor medida por motivos económico-laborales, esto último debido fundamentalmente a la política de cierre de fronteras aplicada a la emigración laboral de carácter permanente después de Maastrich.

    Ahora bien, esta situación global presenta características bien distintas en unos países y otros. Así por ejemplo, Alemania es el país con la mayor presencia de población inmigrante de toda la Unión, una presencia que alcanza los 7 millones de inmigrantes y es muy superior a todos los demás países. Le siguen Francia y el Reino Unido, con un total de 3,5 y 2,1 millones respectivamente, pero con tendencias contrapuestas: claro descenso en el Reino Unido durante los 90 y aumento en Francia3. En el resto de países la presencia es mucho menor —siempre inferior al millón en el resto de países con tradición migratoria como Holanda, Bélgica y Suecia—, cuando no mínima (varias decenas o centenas de miles únicamente) en el resto de países, si bien en el periodo analizado han experimentado un crecimiento importante (ver cuadro 1).

    Ahora bien, si comparamos el monto total de inmigrantes4 con la población total residente en ese país, podemos ver (gráfico 1) que el peso de la misma no sobrepasa el 10% en ningún momento, quedando el promedio de la UE-15 en el 5,1%. Pero además, podemos ver que los países donde la inmigración tiene un mayor peso en relación a la población total no son los mismos que tienen un mayor número de inmigrantes en su seno. Así países pequeños como Austria, Bélgica y sobre todo Luxemburgo5, presentan porcentajes mayores que los países tradicionales de inmigración (Alemania, Francia, o el Reino Unido), mientras que en los nuevos países de inmigración (Sur de Europa, Irlanda y Finlandia) esta presencia supone porcentajes muy pequeños, aunque crecientes, respecto al total de la población (menor del 2% para todos ellos).

    Esta situación ha sido posible gracias a los importantes flujos de inmigrantes que se han producido desde mediados de los 80 y que alcanzan su cenit en los años 1992/3. Posteriormente la política europea de inmigración ha tendido a limitar los flujos de entrada de nuevos inmigrantes. Ahora bien, nuevamente podemos detectar procesos diversos entre los países que componen la Unión. Por una parte, los países centrales han visto aumentar los flujos de inmigrantes como consecuencia del conflicto de los Balcanes, y la caída del Muro de Berlín, mientras que los países del sur presentan un predominio de inmigrantes procedentes del Norte Africa.

    [NO SE INCLUYE LA TABLA]

    En el cuadro 2 puede verse la evolución de los flujos totales de inmigrantes hacia los países de la Unión. Destacan los que se producen hacia Alemania con unos flujos anuales superiores al medio millón y con una tendencia clara de aumento en la segunda mitad de los 80 y un descenso claro desde inicios de la década de los 90. La evolución del resto queda eclipsada por la gran diferencia que los mismos tienen respecto a Alemania. Aun así cabe decir que sólo tres países presentan unos flujos superiores a 100.000 inmigrantes por año: el Reino Unido en torno a los 200.000-250.000 anuales; Holanda en torno a los 100.000 todo el periodo; e Italia desde los 90 con años por encima de los 150.000. Bélgica y Suecia reflejan entradas en torno a los 50.000 en todo el periodo y el resto de países niveles claramente por debajo de esa cifra.

    [NO SE INCLUYE LA TABLA]

    Es más, si analizamos los flujos migratorios hacia la Unión Europea en términos netos6 —para lo cual disponemos de una serie más amplia que arranca en 1980—, podemos observar (gráfico 2) tres periodos claramente diferenciados. Un descenso profundo de los flujos migratorios netos hacia la Unión en los primeros años de los 80, como consecuencia de la crisis económica presente en el área e iniciada en los años finales de la década anterior pero que se manifiesta con toda su crudeza en estos primeros años de los 80, reduciendo de forma importante la demanda de mano de obra inmigrante y teniendo como resultado valores negativos durante dos años consecutivos, 1982 y 1983, con descensos de hasta 170.000 personas en toda la Unión. Una fase de fuerte aumento de los flujos migratorios netos a partir de 1984, coincidiendo con la recuperación de la actividad económica que se produce en la región desde mediados de los 80, que se mantiene ininterrumpidamente hasta el año1992 en el que alcanza el máximo con unas entradas de 1.350.000 personas, a partir del cual se inicia una política de cierre de fronteras que supone un descenso profundo y sostenido de los flujos migratorios hasta el final de la década (hasta los 477.000 de 1998) dónde se produce un ligero rebrote en el año 1999.

    Ahora bien, en este mismo gráfico se puede apreciar claramente el papel central que juega Alemania en el conjunto de la Unión. Los flujos observados a nivel del conjunto de la región reproducen los movimientos acaecidos en Alemania, dejando en un plano secundario (al menos en términos absolutos) los flujos ocurridos en el resto de países que conforman la Unión. De esta forma, las variaciones sustanciales que se han producido en la dirección de los flujos netos en Alemania durante el periodo analizado, donde se ha pasado de unas salidas de en torno a las 200.000 personas en 1984, a unas entradas netas de 776.000 personas en su cenit del año 1992, explican la orientación que estos flujos han experimentado en el conjunto de la Unión. No en vano, Alemania sola ha absorbido entre el 50 y 80% de las entradas netas a la Unión...

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