La forma 'extraordinaria' del rito romano: normativa vigente y perspectivas de futuro

AutorJuan-Miguel Ferrer y Grenesche
Cargo del AutorSubsecretario de la CCD y DSS
Páginas161-174

Page 161

1. Concepto específico de “rito” (VID CEC NN. 1202-1203)

Si queremos emplear el término Rito, en sentido estricto, dentro del lenguaje teológico católico, hemos de remontarnos al momento en que el Cristianismo empieza a ser mayoritario en algunas sociedades del mundo antiguo tras crecer y desarrollarse en un ambiente de persecuciones. Con la paz se inicia un proceso de interesantes clarificaciones doctrinales, que dan lugar a la misma Teología y a la aparición de diversas “escuelas” (Alejandría, Antioquía, Edesa,
...), paralelamente se produce una gradual “codificación” de la Liturgia y el surgir de los primeros “libros litúrgicos” propiamente dichos. Al igual que las inquietudes de perfección y de seguimiento más fiel del ideal evangélico darán lugar al desarrollo del monacato. Todos estos ricos fenómenos, en diversas sociedades fuertemente cristianizadas, dan lugar, a lo largo de los siglos IV a

VI, al nacimiento de los diversos ritos cristianos, un claro ejemplo de “inculturación” de la fe tras más de 500 años de acción evangelizadora de la Iglesia en el mundo mediterráneo y del Oriente, desde la India a las Islas Británicas.

Page 162

Con esta perspectiva podemos definir como RITO esa peculiar forma de vivir y expresar la común fe cristiana en un particular contexto cultural (normalmente en torno a una metrópoli que actúa en la región como foco político y cultural) que se traduce en unas tradiciones propias en lo teológico, lo disciplinar, lo espiritual y lo litúrgico.

Así, ritos se suelen considerar, en Oriente: el Alejandrino (“Copto”, con su hermano el “Etiópico”), el Antioqueno (Siro-Occidental y Siro-Oriental o Caldeo, respectivamente con sus ritos hermanos en India, el Malabar y el Malankar), el Armeno (ligado al primer reino confesionalmente cristiano), el Maronita (desarrollado en torno a los monasterios de los montes libaneses, destacando el monte “Marón” entre ellos), el Bizantino (de origen Antioqueno pero con un gran desarrollo propio, ligado a la capital del Imperio romano de Oriente, con muchos ritos hermanos a lo largo de las naciones de la Europa oriental, destacando por su expansión, el Bizantino-Eslavo de Rusia). Por su parte, en Occidente, aunque en un principio se pudo hablar, junto al Romano (ligado a la capital del Imperio romano de Occidente), de Rito Ambrosiano (Milán), Galicano (Galia Narbonense), Africano (Cartago), Céltico (Isla de Irlanda) e Hispano (Hispania), a partir del siglo VIII, con la invasión musulmana del Norte de África y de la península Ibérica y la política imperial de los Francos (especialmente desde Carlomagno), se produce un curioso fenómeno de unificación que nos hace hablar de un único RITO LATINO o romano, aunque en su seno se conserven, especialmente en lo litúrgico, diversas tradiciones locales. Este fenómeno se puede considerar consumado con la llamada “reforma gregoriana” del siglo XI (y vendrá ratificado por los concilios de Trento y Vaticano

II, a lo largo de los siglos). De aquí nace la “originalidad del Rito latino”.

2. Originalidad propia del “rito latino” (VID CEC N. 1203 Y SC N. 3

La historia del Occidente latino determina en gran medida su originalidad como rito cristiano. Las invasiones de los pueblos bárbaros, a partir del siglo

V, van a introducir en el Imperio romano de Occidente un principio disgregador que irá cuajando en las luchas entre los diversos grupos de invasores. Algunos de estos pueblos buscarán con peculiar empeño la asimilación con los romanos residentes en los territorios que habían invadido, incluso hasta llegar a querer estrechar un nuevo vínculo de comunión con la “Urbe”, con la antigua capital imperial, Roma, buscando ser más compactos y fuertes frente a los otros pueblos bárbaros vecinos o transeuntes. Este interés “socio-político” se une a las estrictas motivaciones religiosas en la conversión al catolicismo de Francos o de Suevos y a la voluntad de abrazar incluso el rito romano (en

Page 163

lo litúrgico), primero por parte de los Suevos y, más tarde, bajo Carlomagno, por parte de los Francos.

Ciertamente, esta política religiosa, favorecida por el Sacro Imperio Romano Germánico y más tarde por el movimiento cluniacense y el mismo papado, mantendrá viva en Occidente una noción de “unidad cultural” que servirá de contrapeso al creciente nacionalismo de las potencias que van surgiendo en Europa a pesar del duro revés que significaría el movimiento de la Reforma (el Protestantismo).

La política religiosa de los Francos, culminando en la “romanización” de su Imperio bajo Calomagno, llevará a la desaparición de las diversas liturgias locales merovingias y del Rito galicano, asentado principalmente en la Galia Narbonense, pero en su expansión italiana lleva al eclipsamiento por un largo periodo (casi hasta el siglo XI) del Rito milanés y de diversas liturgias locales del norte de Italia. Lo mismo ocurrirá en la “Marca Hispana”, conquistada a los musulmanes, y donde comienza una pugna con la “mozarabía” del centro de la Península y una progresiva sustitución del Rito hispano por el romano-germánico. La idea unificadora bajo el Rito romano del Occidente es heredada, consolidada y difundida por el monacato cluniacense (y por el mismo “Camino de Santiago” en España). Lo que lleva a la supresión del Rito hispano en el 1080, en el llamado concilio de Burgos. No obstante, gracias a la colaboración de los mozárabes de Toledo con el rey Alfonso VI, de cara a obtener la capitulación de los gobernantes musulmanes de la ciudad y la pacífica entrega al rey cristiano de la misma (antigua capital del reino Visigodo), el antiguo rito hispano se conservará, aunque sea parcialmente.

De la liturgia antigua de Hispania se conservará en la ciudad de Toledo la Eucaristía (Misa y Viático) y el Matrimonio1 y junto a estos sacramentos el Oficio Divino y, seguramente, una serie de bendiciones. Por lo que se refiere al rito milanés, sometidas sus tierras del dominio político de los Francos (Carlo-magno las conquista entre finales del s.VIII y principios del s.IX), el Rito sufre una seria arremetida en la que se pierden en gran medida los primeros “libros litúrgicos” y terminan componiéndose unos nuevos, que son los hoy por hoy

Page 164

conocidos (compuestos entre el s. IX y el s. XII), se trata de libros fundamental-mente para la santa Misa y el Oficio Divino2.

Estas pervivencias, más allá de la Reforma Gregoriana, de diversidades litúrgicas dentro del único Rito latino del Occidente servirán para legitimar otra serie de variedades litúrgicas dentro ya de la misma liturgia romana propiamente dicha. Diversidades que nacen de la pervivencia de “usos locales” antiguos y de la naturaleza misma de unos libros litúrgicos que se han de “copiar” uno a uno. De hecho, a finales del siglo XI, como encarnando los ideales de la “reforma gregoriana” y su sed de perfección moral y espiritualidad, surgen nuevas órdenes religiosas que introducirán también en su liturgia (la romana) algunos elementos propios que no llegan a mutar la unidad fundamental de la misma, siguiendo en esto la costumbre de la mayoría de las Iglesias locales: se trata, en primer lugar, de los Cartujos (1084) y de los Cistercienses (1098, aunque recibirán su gran impulso con san Bernardo, que al morir en 1153 deja 350 monasterios adscritos al Císter), siguen los Premostratenses ratificados por Honorio II (1126), luego vendrán los Carmelitas nacidos en Tierra Santa (Monte Carmelo 1156), aprobados por Honorio III (1226) y venidos a Europa occidental al complicarse la situación en Palestina, dado el conflicto abierto con el Islam, (1238), y, finalmente, destacan, por su ulterior desarrollo y expansión, los Dominicos (fundados en Toulouse por santo Domingo de Guzmán en 1215, confirmados por Honorio III en 1216 y adoptando el modelo de “Orden mendicante” en 1220)3y los Franciscanos (que funda san Francisco de Asís en 1210 y cuya regla Honorio III aprueba en 1223).

De entre las diversidades propias de las Iglesias locales hemos de destacar los llamados ritos de Lyon (Francia)4y de Braga (Portugal)5, que sosteniendo la pervivencia de elementos locales, propios de esas sedes primaciales, dan forma entorno a los siglos XI y XII a unas “variantes” del Rito romano que han llegado hasta nuestros días.

Todas estas diversas formas de celebrar la Liturgia han permanecido dentro de la unidad-plural de Teología, Derecho y Espiritualidad del Occidente cristiano en lo que se ha dado en llamar “Rito romano” o más exactamente “Rito latino”. Algunas de ellas, como hemos visto, poseen una autonomía litúrgica mayor como el Rito ambrosiano o, sobretodo, el Rito hispano-mozárabe; otras

Page 165

se presentan como variantes del Rito romano, en las que pervive una antigua Liturgia independiente, como es el caso de los Ritos Bracarense y Lionés y otras, finalmente, como “formas” peculiares del mismo Rito romano-germánico, es el caso de las liturgias propias de algunas órdenes religiosas. Estas variadas expresiones de la liturgia del único Rito latino se conocen tras la “Reforma Gregoriana”, se mantedrán tras el concilio de Trento y han llegado a nuestros días, estando muchas de ellas aún en proceso de adaptación a las enseñanzas litúrgicas del concilio Vaticano II.

Tras la ruptura protestante buena parte del Occidente cristiano se aparta de la comunión con Roma y comienza un proceso de “distanciamiento litúrgico” respecto al Occidente católico. Un primer paso significó la traducción de la Liturgia romana, acentuando usos locales e...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR