El Instituto de Reformas Sociales: su explicación como consecuencia de la economía de la Regencia de doña María Cristina

AutorJuan Velarde Fuertes
CargoCatedrático Emérito de Estructura Económica de la Universidad Complutense

El Instituto de Reformas Sociales: su explicación como consecuencia de la economía de la Regencia de doña María Cristina de Habsburgo

Juan Velarde Fuertes

El año 1903 se situaba en el quicio del paso de un reinado 'el de la Regente María Cristina de Habsburgo' a otro, el de su hijo, Alfonso XIII. Dentro, también, de una alteración clarísima en el panorama de la Restauración. Cánovas del Castillo, su constructor, había sido asesinado en 1897; Sagasta moriría precisamente en 1903. Nuevas fuerzas políticas 'en el caso del Instituto de Reformas Sociales, sobre un primer impulso debido a Canalejas en colaboración con el grupo de Oviedo, vendría otro definitivo de Maura', y la nueva situación diplomática y económica derivada de la reacción tras el Desastre de 1898, van a crear nuevas realidades. Pero su apoyo, en lo económico, venía de más atrás. No es posible entender nada de lo que sucede sin partir de la economía de la Regencia. A lo largo de ésta, había existido un cierto desarrollo económico. Para poder comparar, en dólares Geary-Khamis 1990 con otros paises, de acuerdo con el trabajo ya clásico de Angus

Maddison, La economía mundial 1820-1992.

Análisis y estadísticas1 ha de iniciarse la serie en 1890. Pues bien; de 1890 a 1902, el PIB español creció un 17,4%, o sea, a una tasa anual ligeramente superior al 1%. En Francia el crecimiento había sido del 18,8%; en Alemania, nada menos que del 40,5%, lo que explica la seducción, como veremos más adelante, del modelo económico alemán; en Italia, del 17,7%; en el Reino Unido, del 26,2%, y en Estados Unidos un brutal 63,6%, lo que probaba bien a las claras las raíces del desastre y que se asistía al nacimiento de un Imperio colosal.

Pasemos ahora al mundo económico creado por la Regencia, que transcurre desde noviembre de 1885 a mayo de 1902. En esta larga etapa en la que la responsabilidad de la Jefatura del Estado recae en la Reina María Cristina, tienen lugar acontecimientos esenciales en la Historia de España. Políticamente, quedamos barridos, tras los choques sucesivos con Alemania y los Estados Unidos, del Pacífico y del Caribe. Ese cambio esencial va acompañado de uno no menos importante en nuestra vida cultural. Basta decir que la

* Catedrático Emérito de Estructura Económica de la Universidad Complutense. De la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

1 Centro de Desarrollo. Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos, París, 1997.

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generación del 98 y el modernismo dan sus primeros pasos en la Regencia.

Ambos cambios, político y cultural, muy de fondo, tienen un acompañamiento asimismo en el económico. Buena parte de la realidad económica nacional hasta el viraje aperturista de 1959 se fraguó precisamente en la Regencia. Por eso conviene señalar las circunstancias económicas internacionales que reinaban cuando, tras la década de Alfonso XII, el trono va a ser administrado durante

dieciséis años por la reina María Cristina.

Cuando pasa ésta a ocupar la Jefatura del Estado, como Reina Regente, el mundo se encontraba sumido en una situación depresiva bien conocida. Kondratief señaló que la II onda larga del capitalismo creado por la Revolución industrial inicia su derrumbamiento en los años 1870-752 . En 1885, la crisis es general3. En los Estados Unidos todo esto había promovido innumerables tensiones sociales, como la que se desarrolló entre los granjeros y las empresas ferroviarias que, se decía, arruinaban con sus altas tarifas a los primeros, mientras favorecían, con otras muy reducidas, a las grandes empresas capitalistas, que comenzaban a agruparse en grandes conglomerados o «trusts», desde el del petróleo al del azúcar4. Tampoco podía olvidarse cómo acentuaban las tensiones los sindicatos obreros 'la American Federation of Labor es de 1880' enfrentándose a los empresarios con huelgas tan considerables como la del acero de 1882, la del carbón de 1884, la de los ferrocarriles de 1886, y algaradas como las de la costa del Pacífico, de 1885, contra la llegada de inmigrantes chinos. En la primavera de 1884, añadamos que la quiebra de dos empresas bancarias, provocó una crisis bursátil que concluyó en graves alteraciones del sistema crediticio. Concretamente, 1885 fue en Norteamérica un año de depresión y paro.

En Gran Bretaña reina la que se llamaría poco después «la gran depresión». Joseph Chamberlain, para atenuar las consecuencias del paro, y como resultado, muy posiblemente, también de la política populista de Bismarck, pretende que los municipios comiencen a desarrollar programas de obras de utilidad pública. La condensación de problemas acabaría provocando en 1890 la crisis de la Banca Baring Brothers & Co, que pudo ser superada gracias a una intervención concertada del Banco de Inglaterra y de las principales entidades bancarias de la City. En 1883 se había fundado la Fabian Society. En 1884, la Misión del Ejército de Salvación de socorro a las prostitutas, cuyo número había crecido vertiginosamente a impulsos de la crisis, hace oír su trompetería militar en Whitechapel. En 1889, una dura huelga de estibadores londinenses motiva que el cardenal Manning se ponga del lado del proletariado desvalido, como un preludio de la Rerum novarum de León XIII.

En Francia, en 1882, se había iniciado una crisis económica importante con la suspensión de pagos del Banco de Lyon y del Loira. Pronto se propagó, a través de la crisis Bontoux a la Unión General. Esta se había fundado en 1878 y parecía patrocinada por la

2 El artículo de NICOLAI DMITRIEVICH KONDRATIEF, Los grandes ciclos económicos, aparecido en Voprosy Konvuntury, 1928, vol. 1, págs. 28-79, fue traducido al inglés en The Review of Economics and Statistics, 1935, vol. 17, n.º 6, págs. 105-115. Junto con el trabajo de G. GARVY, Kondratieff´s theory of long waves, publicado en The Review of Economics and Statistics, 1943, vol. 25,

n.º 4, págs. 203-219, fue traducido al español en el volumen Las ondas largas de la economía, Revista de Occidente, Madrid.

3 Un buen panorama de esta crisis en JOHAN AKERMAN, Structures et cycles économiques, trad. de BÉATRICE MARCHAL y G. AUGOT, Presses Universitaires de France, Paris, 1957, Tomo II, parte I, págs. 349-385. Soy consciente de que de esta obra de AKERMAN existe una versión española; su traducción es tan deleznable que nadie puede aconsejar su manejo.

4 Sigue teniendo actualidad lo que sobre este fenómeno señala E.A.G. ROBINSON en Monopolio, traducción de VÍCTOR L. URQUIDI, 2ª edición, Fondo de Cultura Económica, México D.F., 1950, págs. 148-158.

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opinión legitimista afín al Conde de Chambord y por la opinión católica, sin excluir al Vaticano. La había impulsado el ingeniero Bontoux, que había trabajado en el mundo ferroviario europeo creado por los Péreire y los Talabot. Esta institución financiera había recogido fondos de «los hidalgüelos provincianos, de los curas de pueblo, de las señoritas solteronas, de los pequeños comerciantes y del ahorro campesino»5. De ahí la crisis se propaga a buena parte de los bancos de negocios que, en gran número, habían surgido en Francia a partir del período 1871-73, a causa de una disposición que permitía crear una institución de crédito con el desembolso de sólo la cuarta parte del nominal de sus acciones. Esta depresión de 1882 comenzó a llegar a la industria en 1883, a las actividades de construcción ferroviaria en 1884 y, finalmente, también en 1883 a la siderurgia que se había comenzado a localizar en su expansión en zonas costeras 'Bayona, Saint-Nazaire, Caen' para aprovechar las ventajas del transporte marítimo de los minerales. Como consecuencia de esta crisis, el Comité des Forges se ve obligado a transformarse, en 1887-1888, de simple gremio de estudio en central siderúrgica6. La Compañía del Canal de Panamá, que había iniciado sus trabajos en 1881, encuentra en 1886 obstáculos que no puede superar desde el punto de vista financiero. En enero de 1889 se producirá su bancarrota, iniciándose el famoso escándalo de Panamá.

El contraste se encontraba en Alemania. Es preciso exponer esto con alguna mayor amplitud, precisamente para entender la política económica española. Tras derrotar a los franceses en Sedán en 1870, Berlin consigue en 1879 'cicatrizadas las heridas de Sadowa' una alianza defensiva con el Imperio austríaco que se ampliará en 1882 a una Italia irritada por la conquista en 1881 de Túnez por Francia. En 1884 Alemania adquiere el Sudoeste africano, y en 1885 choca con España por el conflicto de la Micronesia, en el Pacífico. Al mismo tiempo, desde 1883 'seguro de enfermedad', a 1889 'seguro de vejez e invalidez' pasando por 1884 'seguro de accidentes de trabajo', se ponen en marcha los seguros sociales obligatorios bismarckianos que crean un modelo mundial de protección social que llegará hasta que aparezca en la II Guerra Mundial el modelo alternativo de Beveridge.

Es el momento también de la gran victoria de los proteccionistas gracias a las barreras aduaneras de 1879, bajo el lema de «protejamos el trabajo nacional en la ciudad y el campo». La Unión Aduanera Alemana 'la Zollverein de 1834, abierta hacia el interior, cerrada hacia el exterior, por la que tanto había luchado List' había triunfado al unirse a la creación del Imperio alemán por Bismarck en la Galería de los Espejos del Palacio de Versalles. Con este creciente proteccionismo, surgía aquella soñada nación alemana que había motivado los famosos Reden an die deutsche Nation (Discursos a la nación alemana) de Fichte.

Todo se une a un expansionismo político de carácter nacionalista, mientras se busca ocupación para la mano de obra del pueblo alemán. Como ha observado Alberto Hirschman, Alemania pretende emular de algún modo la política del Reino Unido que, tras la polémica de las anticorn laws había perdido gran parte de su agricultura y, por tanto de su capacidad de autoabastecerse en productos rurales. El Imperio británico, con su gigantesca expansión colonial, su enorme flota mercante y su potente Marina de guerra, podía permitirse ese desprecio a la agricultura. Para lograr una situación parecida, Alemania 'y otros muchos pensaron hacer lo mismo', creyó que también tenía que disponer de colonias, que sostener una fuerte Armada, que subvencionar a una

5 Cfr. de J. BOUVIER, tanto Le Krach de L'Union Générale, 1960, como Le Crédit Iyonnais de 1863 á 1882. Les années de formation d'une banque de dépots, 1961.

6 Cfr. GUY P. PALMADE, Capitalisme et capitalistes frangais au XIXe siécie, Armand Colin, Paris, 1961, págs. 232235.

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marina mercante 'en 1885 eso se hace en favor de empresas armadoras de trasatlánticos' pero, sobre todo, al no ser tan potente en esto como el Reino Unido, que era preciso atender «a la famosa alianza del acero y el centeno», la que constituyó en el Reich alemán un «pacto entre la industria pesada y los junkers». Incitaba a mantenerlo el pronóstico de que, como todos los países se podían industrializar, acabaría declinando la posibilidad de exportar bienes industriales. Ese fue el pronóstico de Lujo Brentano en su ensayo de 1901, Los temores de los Estados predomi-

nantemente industriales. Tal posibilidad de industrializarse se veía facilitada por la amplitud que tenía en Alemania la fabricación y exportación de bienes de equipo. Por eso, para entender toda esta política económica es necesario completar las preocupaciones de Lujo Brentano con el ensayo de Heinrich Dietzel, que aparecería en 1907, titulado «¿Es

un suicidio económico la exportación de maquinaria?». Dentro de ese modelo juega también un papel central la proliferación de asociaciones empresariales, ya integradas verticalmente, ya cartelizadas: entre 1879 y 1885 habían surgido 76 cárteles7.

Agreguemos que en Alemania, en 1848, había nacido una creciente y por ello cada vez más potente Banca mixta. La reconstitución de la Schaffhausen, que se dedicó inmediatamente a la industrialización de Alemania, fue pronto seguida, en 1852, por la Diskontogesellschaft y, en 1853, con domicilio social en Darmstadt 'a causa de las condiciones favorables dispuestas por el Gran Ducado de Hesse para que estas organizaciones crediticias se organizasen sin trabas', por el Bank für Handel und Industrie. Como señala Åkerman sobre esta situación alemana, «esta mejor adaptación del crédito a la actividad de las empresas industriales liberó las fuerzas latentes del progreso»8.

Pues bien; en medio de esa situación, la producción industrial alemana crecería de 1890 a 1913 a una tasa sólo superada por Rusia, como muestra el cuadro siguiente9:

Alemania lograba mantener, desde tiempo atrás, una tasa de incremento del IPI, que convertía a esta nación, de atrasada, en adelantada. La revolución industrial alemana, a mi juicio, se había iniciado, como muy bien señala Antonio Ramos-Oliveira «en la década de 1830-1840, y después de 1850 alcanzó su auge... Puede decirse que en aquel decenio penetró en Alemania la industria moderna... La producción manufacturera aumentó con la consiguiente celeridad»10. Para eso fue fundamental la ampliación del mercado con la

TASAS ANUALES Y PORCENTUALES DE INCRFEMENTOS DEL ÍNDICE DE

PRODUCCIÓN INDUSTRIAL (IPI), 1890-1913

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7 Como señala ROBERT LIEFMANN en Kartelle, Konzerne und Trusts, 8ª edición, Stuttgart, 1930 (la traducción inglesa, New York, 1933), el término cártel se utilizó por primera vez el 5 de mayo de 1879, en una sesión del Reichstag. Se empleó ese término para designar la situación creada por los productores de material ferroviario fijo y móvil que, al controlar el mercado, hacían pagar a los consumidores alemanes precios más elevados que a los consumidores extranjeros.

8 Cfr. JOHAN ÅKERMAN, ob. cit., tomo II, parte I, pág. 308.

9 Las tasas proceden del cuadro 5.l., Tasas de crecimiento de los IPI de algunos países europeos, 18311980 (porcentame), en el ensayo de ALBERT CARRERAS, La industria, en el vol. Estadísticas históricas de España. siglos XIX-XX, coordinación de ALBERT CARRERAS, Fundación Banco Exterior, Madrid, 1989, pág. 174.

10 Cfs. ANTONIO RAMOS OLIVEIRA, Historia social y política de Alemania, tomo I, 2ª edición, Fondo de Cultura Económica, México D.F., 1952, pág. 212.

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mencionada Zollverein, que se había constituido el 1 de enero de 1834. Había recibido el primer impulso gracias al esfuerzo de Federico List, a partir de su asistencia en abril de 1819 a la reunión fundadora de la Asociación Alemana de Comercio Interior y Exterior, constituida para abolir las barreras internas al tráfico11. Schumpeter dirá, con razón: «List vio una nación que forcejeaba presa en las cadenas que le imponía un pasado inmediato miserable; pero vio también las potencialidades económicas de aquella nación»12.

Se creó así una complicada base que resultó muy eficaz desde el punto de vista real. Al observar las cifras macroeconómicas se percibe que el proceso expansivo se había convertido, desde luego, en bien visible, de 1861 a 1890. Las crisis internacionales no parecían afectar demasiado al Imperio germano. Como resultado se observa de qué modo su crecimiento va muy por delante del de otros países occidentales. Sólo Rusia logrará mantener algún tipo de emulación en las tasas de desarrollo logrado a lo largo de la segunda mitad del Siglo XIX13. Realmente hay que convenir, con Åkerman14 en que «sin miedo a exagerar, la vida económica alemana no conoció ni crisis ni depresiones durante el largo período que va de 1859 a 1873».

En relación con esta singular coyuntura, no dejaron de tener peso las investigaciones sobre otro fenómeno, del que algo más arriba se ha hecho una rápida reflexión, tan heterodoxo para la mentalidad de los economistas británicos de entonces como lo eran el proteccionismo y la banca mixta. Se trata del mencionado progreso de la cartelizacion de la economía. Arnold Wolfers señalará15 que «el movimiento en favor del cártel continuó siendo, hasta la I Guerra Mundial, un asunto específicamente alemán y austríaco; los economistas anglosajones y franceses se ocupan de los cárteles como de algo descarriado, como de un fenómeno extranjero, de origen alemán. A eso se debe que los investigadores científicos de Alemania sintiesen la responsabilidad de iniciar una tarea que desenvolviera, y elaborara, una doctrina relacionada con el cártel».

Inmediatamente, los historicistas y los socialistas de cátedra se apropiaron con júbilo poco oculto de esta institución. Schmoller hablaría de cómo esta organización llevaba hacia una política de desarrollo económico que, a la fuerza, se integraría en algún tipo de dirección estatista, o socialista, de la economía16.

Este sendero se comenzó a recorrer con la cartelización obligatoria de la política económica del Kaiser Guillermo. Franz Newmann, dentro de la cartelización obligatoria de la época, menciona a «los cárteles del carbón y la potasa», así como los «del almidón, fósforos, leche, azúcar de remolacha, navegación interna y canales»17. Alfredo Marshall integrará todo esto en la economía neoclásica en 1919 en su Industry and Trade18. Actualmente, la comprensión del fenómeno vendrá de la mano de George Stigier en su artículo A theory of oligopoly19.

11 El papel de LIST en el lanzamiento y defensa de la Zoliverein, puede verse en The life of Friedrich List and selection from his wrintings, ed. por M.E. HIRST; SMITH, ELDER & CO., London, 1909.

12 Cfs. JOSEPH A. SCHUMPETER, Historia del análisis económico, traducción de MANUEL SACRISTÁN con la colaboración de JOSÉ A. GARCÍA DURÁN y NARCISO SERRA, Ariel, Esplugues de Llobregat, 1971, pág. 566.

13 Del ensayo La industria cit. de ALBERT CARRERAS, ibidem.

14 JOHAN ÅKERMAN, ob. cit., tomo ll, parte I, pág. 325.

15 En el ensayo Das Karteliproblem in Lichte der Deustchen Karteli-literatur, en los Schriften de la Verein für Sozialpolítik, 1931, vol. 180, parte 2.

16 Cfs. la pág 237 de su artículo Das Verhältnis der Kartelle zum Staate, en los Schriften de la Verein für Sozialpolitik, 1905, vol. 116; más adelante, véase el número monográfico Das Karteilproblem, en los Schriften de la Verein für Sozialpolitik.

17 En Behemoth. Pensamiento y acción en el nacional-socialismo, traducción de VICENTE HERRERO y JAVIER MÁRQUEZ, Fondo de Cultura Económica, México, 1943, pág. 300.

18 MACMILLAN, London, 1919.

19 En Journal of Political Economy, febrero 1964, vol. 72, n.º 1, págs. 44-61.

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Subrayemos que en España el profesor Comín se ha referido al establecimiento en la época de la Regencia de regulaciones monopolísticas en los mercados, como las que originan la Unión Española de Explosivos, o a la existencia de acuerdos entre los fabricantes, como sucedía en el caso del alcohol y del azúcar. Además, se traspasan en ocasiones las fronteras de una conducta admisible, debido a que los grupos de presión, subraya Comín, «secuestran a los funcionarios de los principales sectores, como la minería, la siderurgia, y los nuevos sectores industriales». Nuestra cartelización no era, en lo sustancial, diferente de la alemana.

Con todo eso, el crecimiento industrial alemán fue muy fuerte desde 1861, como se observa a continuación.

Es evidente que en la Regencia las cifras de este acusado desarrollo germano tenían que impresionar mucho, en particular por la humillación a que habíamos sido sometidos por parte de Alemania en el conflicto de la Micronesia.

Simplificaríamos mucho las cosas si todo lo dejásemos ahí, y pensásemos que la puesta en marcha a lo largo de la Regencia de una política económica proteccionista, con gotas reformistas o populistas se debía sólo a un mimetismo con Alemania. Por supuesto podría aducirse, por ejemplo, la creación de la Comisión de Reformas Sociales por un Gobierno Posada Herrera, bajo la presidencia de Antonio Cánovas del Castillo, en 1883, a causa de la impresión de los sucesos de la Mano Negra y su dura represión. Asimismo podría tener estas raíces la Ley Dato de Accidentes de Trabajo de 1900, así como esa actitud complaciente con las cartelizaciones, no ya con las señaladas, sino con su continua ampliación, que pareció culminar durante el Gobierno largo de Maura.

Sin embargo, todo es más complicado. Si buscamos el fundamento de unas frases capitales de Cánovas del Castillo, pronunciadas el 12 de abril de 1882, observamos una confluencia de motivos20.

Decía entonces Cánovas: «Somos, pues, proteccionistas en el sentido de querer ante todo tener nación, en el sentido de querer ante todo que los consumidores protejan a los productores, y los productores a los consumidores... La libre concurrencia está modificándose, y se modificará más todavía por la moral y por el derecho; y el Estado interviene con justo título para impedir todo acto inmoral, aunque sea favorable a la producción; y el Estado interviene para impedir todo acto antijurídico, aunque puede enriquecer a las naciones. Para eso, interviene todos los días, considerando que en la libre concurrencia lo que lucha no es sólo la materia elaborada, no son únicamente las máquinas, es la vida; y la vida con la razón y el sentimiento que la informan, no puede quedar expuesta a la brutalidad de la lucha por la

TASAS ANUALES Y PORCENTUALES DE INCREMENTOS DEL ÍNDICE DE

PRODUCCIÓN INDUSTRIAL (IPI), 1861-1890

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20 Sobre las consecuencias de estas frases y las polémicas que después se plantearán y alargarán, debe leerse el artículo de GABRIEL RODRÍGUEZ, La reacción proteccionista en España. La Asociación para la Reforma liberal de los Aranceles de Aduanas y D. Antonio Cánovas del Castillo, en Revista de España, 15 mayo 1894, en el que culmina un debate que, previamente, había saltado del Congreso de los Diputados al Ateneo de Madrid y a las intervenciones sucesivas en esta institución de GABRIEL RODRÍGUEZ y CÁNOVAS, titulada la de éste De cómo he venido yo a ser doctrinalmente proteccionista que tanto ruido causó, como prueban sus numerosísimas ediciones.

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vida como entre los seres que carecen de razón»21.

Parecería que esto es pura imitación de lo alemán que entonces se admiraba. Es necesario añadir al menos tres concausas muy importantes y profundas, sin las que se entiende mal el espíritu económico de la Regencia. La primera de ellas la expuso Cánovas en una conferencia pronunciada ante Alfonso XIl en un acto organizado en 1883 por una de las entidades precursoras de la Real Sociedad Geográfica 22, bajo la dirección de Joaquín Costa. Este, como heredero del Sexenio Revolucionario de 1868, había mostrado algo así como todo un programa muy audaz de política internacional, de fuerte expansión colonialista de acuerdo con el modelo angloholandés. Todo esto lo efectuaba dentro de un incitante despliegue de posibilidades nacionales tanto en el ámbito europeo, lo que obligaría a verificar todo un amplísimo conjunto de alianzas, como por lo que se refería a los ámbitos africanos 'y aquí tanto en Marruecos como en el Sáhara, así como en las zonas ecuatoriales y en la costa del Mar Rojo', así como en los de Oceanía en relación con la permanencia en las Marianas y las Carolinas, y en la propia Asia, a través de la proyección de Filipinas sobre el Continente, a más, por supuesto, del mantenimiento del dominio español en el Caribe americano.

La reacción de Cánovas frente a esto fue muy viva. Basándose en un análisis económico, que ahora ha de parecernos, a la fuerza, bastante frío y ponderado, de las posibilidades españolas, consideró que la carestía de este planteamiento impedía tomarlo en consideración. Todo intento de fuerte expansión colonial dentro del marco de las alianzas y, por ende, de las rivalidades europeas, arriesgaría la creación de situaciones conflictivas en torno a nuestra nación. Como ésta era incapaz de desplegar un Ejército y una Armada suficientes para defender sus fronteras, el riesgo de que se produjese una agresión muy importante contra el territorio nacional, con consecuencias quizá dramáticas, era algo que no se podía despreciar.

La única salida, para Cánovas, se encontraba en el aislamiento frente al exterior, en una especie de paso de puntillas de la vida española por el escenario internacional, lo que obligaba a una neutralidad política23 que significaba, al mismo tiempo, la búsqueda de

21 Parte de este texto se recoge en el volumen Cánovas del Castillo (AntologíaJ, selección y prólogo de LUIS GARCÍA ARIAS, Ediciones FE, Madrid, 1944, págs. 142143. Otros textos sobre el proteccionismo de Cánovas, se incluyen en el volumen Cánovas. Un hombre para nuestro tiempo, introducción y antología de JOSÉ MARÍA GARCÍA ESCUDERO, Biblioteca de Autores Cristianos. Fundación Cánovas del Castillo, Madrid, 1989. Lo que nadie ha estudiado aun 'ni incluso publicado una bibliografía crítica' es la evolución del pensamiento económico de Cánovas y, más concretamente, su larga pugna con los librecambistas, muy particularmente con Gabriel Rodríguez.

22 Véase sobre esto mi trabajo Una polémica en esta Sociedad en 1883: Costa y Cánovas del Castillo ante el problema de España, en Boletín de la Real Sociedad Geográfica, enero-diciembre 1983, tomo CXIX, n.º 1-12, págs. 229-255.

23 Podría considerarse que el Acuerdo secreto firmado el 4 de mayo de 1887 por MORET, con el pleno conocimiento de CÁNOVAS, por el que a través de Italia, España se integraba en la Triple Alianza, desmiente este punto de vista. Tiene toda la razón el CONDE DE ROMANONES cuando señala que el motor esencial para España era la defensa del régimen monárquico de la Restauración contra el apoyo de Francia a los exiliados republicanos 'véase el Diario de las Sesiones del Congreso de los Diputados, 7 de julio de 1904' y MELCHOR FERNÁNDEZ ALMAGRO que en Historia política de la España contemporánea. (Regencia de doña María Cristina de Austria durante la menor edad de su hiio don Alfonso XIII), Ediciones Pegaso, Madrid, 1959, tomo lI, pág. 99, que señala que también es preciso tener en cuenta lo que señala el duque de MAURA en Historia del reinado de don Alfonso XIII durante su menoridad bajo la Regencia de doña María Cristina de Austria, al afirmar que España suscribió un convenio que «la ligaba por cuatro años a la Triple Alianza, no a sus objetivos continentales, sino con el exclusivo fin del mantenimiento del statu-quo mediterráneo». En 1891 el convenio se prorrogó por otros cuatro años; pese a su vencimiento, el 4 de mayo de 1895, no fue objeto de una nueva prórroga. Desde el 23 de marzo de 1895, y hasta su muerte, el 8 de agosto de 1897, era presidente del Gobierno, ANTONIO CÁNOVAS DEL CASTILLO.

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un aislamiento económico. No sólo era preciso practicar una política de aislamiento político. Si se dependiese en exceso del comercio internacional, habría posibilidades importantes de sufrir coacciones de otras potencias. Era preciso aislarse en lo económico para asegurar la neutralidad internacional de España. Angel Ganivet, en «Porvenir de España» acertó a definir esta política con estas palabras: «Sin perjuicio de buscar salida al excedente de nuestra producción, lo que más debe preocuparnos es producir cuanto necesitemos para nuestro consumo y alcanzar un bien a que pocas naciones pueden aspirar: la independencia económica».

Pero además de esta especie de gran planteamiento del pesimismo estratégico y geopolítico subyacente en el proteccionismo de Cánovas, es preciso tener en cuenta que éste, de modo automático, lo tenía que afianzar con su talante personal que no sólo no lo frenaba, sino que lo exacerbaba. Conforme más estudio su figura, más me hago fuerte en la idea de que este proteccionismo canovista era fruto bien palpable, entre otras cosas, de un doble pesimismo, repito que personal.

Por una parte, da la impresión Cánovas, en sus análisis históricos, de ser un convencido de que los españoles habíamos iniciado con los Austrias un vastísimo proceso de decadencia 24, que incluso se acentuaba, como si se tratase de una especie de función exponencial de nuestro declinar histórico, con el simple paso del tiempo. Una actitud de librecambio 'entonces y ahora' señala una decidida voluntad de participar de lleno en la política internacional. Cánovas parecía temer que si eso ocurriese, el proceso de hundimiento nacional acabaría por ampliarse. Da la impresión de que tras concluir su brillantísimo trabajo «Estudios del reinado de Felipe IV» (1888-1889), se va a contemplar a sí mismo como el guardián de un jarrón de finísima porcelana, el de la unidad y el futuro de la Nación española, que manos insensatas parecen dispuestas a trasladar acá y acullá, en medio de una asendereada política comercial exterior librecambista. El riesgo de rotura era tan grande, y la significación de ello tan irreversible, que acepta pagar en moneda de un crecimiento más lento, en forma de vida más apagada y menos celebrada, el guardar un objeto tan precioso en el fondo de un armario protegido con las sólidas puertas de los aranceles de 1892 y 1895. El era el responsable ante la Historia de que no se hiciese añicos. Revísese, desde esta perspectiva, su Historia de la decadencia de España25 y se comprenderán las lejanas raíces que tiene este melancólico pesimismo.

Quizá como consecuencia de estos estudios y de la observación de la alicortada historia española en el siglo XIX, Cánovas del Castillo, se convierte de manera adicional, a mi juicio, en persona con un talante íntimo de tipo pesimista muy marcado en todo lo que se refiere a las consecuencias de la acción política. Un contraste empírico de esto puede encontrarse en la carta que dirige desde Madrid, el 28 de mayo de 1876, a Martín Belda, primer Marqués de Cabra, que se había trasladado a París a poner armonía entre el conde de Puñonrostro, administrador general y liquidador de lsabel II y el marqués de

24 Sobre todo sus Estudios del reinado de Felipe IV, colección de Escritores Castellanos, PÉREZ DUBRULL, 1888-1889, dos tomos; su Bosquejo Histórico de la Casa de Austria en España, en Diccionario de Política y Administración, de FRANCISCO BARCA y ESTANISLAO SUÁREZ INCLÁN, 1869, del que existe versión de Ediciones Marte, Barcelona, 1971; su artículo De las ideas políticas de los españoles durante la Casa de Austria, en Revista de España, 1869, tomo VI, n.º 40; aparte de su juvenil Historia de la decadencia de España desde el advenimiento al trono de Felipe III hasta la muerte de Carlos II, Biblioteca Universal, Madrid, 1854.

25 Como aquí de lo que hablamos es de talante, no si la obra está bien o mal como investigación histórica, hago simple referencia a que Cánovas del Castillo la repudió desde el punto de vista científico; cfs. JOSÉ MARÍA GARCÍA ESCUDERO, Introducción a Cánovas. Un hombre para nuestro tiempo, ob. cit, págs. 10-11.

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Molins, embajador de España. El momento era casi el de la apoteosis política de Cánovas. Basándose en la Constitución de 1869, desde cuya legitimidad quería partir para construir una nueva 26 , había convocado éste las Cortes constituyentes que iniciaron sus trabajos el 15 de febrero de 1876. El 30 de junio del mismo año concluirían su labor, con lo que se estaba a punto de disponer, el mencionado 28 de mayo, de una Ley Fundamental capaz de proporcionar todo su sentido a la Restauración.

Pues bien, precisamente en ese momento y en la citada misiva al marqués de Cabra, escribe Cánovas lo siguiente27: «Todo marcha aquí, si no como en el mejor de los mundos posibles, porque éste es el peor sin duda alguna, como yo no me hubiera atrevido a pensar, después de todo, ni creo que ninguno de los que me censuran. De aquí a mes y medio tendremos Constitución, presupuestos y Ley de Fueros, de seguro, y probablemente también organización provincial y municipal, todo en sentido más conservador y autoritario que lo teníamos al tomar el Poder el último ministerio Narváez. La paz se conserva a pesar de la mayor aglomeración de elementos anárquicos. El Rey es, hoy por hoy, incontrastable, digan lo que quieran los ojalateros. No sé yo que después de la reacción de 1843 se lograra tanto en tan breve plazo, ni menos después de la de 1856; y las cosas jamás llegaron a estar tan mal como llegaron a estarlo ahora. Pero, en fin, esto lo digo sólo como ciudadano español que tiene que vivir en España, y encuentra ahora mayores esperanzas de poder vivir en un país organizado, que ha tenido mucho tiempo hace, y que razonablemente podría esperar tener a estas fechas. No lo digo por vanagloria, ni porque nadie me lo agradezca».

Hace mucho tiempo, desde que me hice cargo de esta empresa, me han oído repetir de todo corazón mis amigos muchas veces: "Si yo logro llevar a España a Don Alfonso; si logro terminar la guerra civil; si logro reconstituir la Nación, restableciendo el ejercicio del sistema representativo; y aunque lograse también terminar la guerra de Cuba, y arreglar la Hacienda, dotando a España de un Presupuesto formal..., me contentará con que no me ahorquen, simplemente". Quizá fuera hasta aquella pretensión inmodesta. Nada me sorprendería de mi país, como un átomo de justicia, de buen sentido o de gratitud. De seguro que no caigo ya de ninguna engañosa y plácida ilusión, el día en que se desconozcan, como se han desconocido ya los de Salaverría, todos mis servicios. Lejos de eso me parecerá que se cumple un plazo legítimo y que pago una letra a día fijo, debidamente aceptada. Aquí me tiene usted, pues, luchando día y noche, multiplicándome, matándome, sin una ilusión, sin una esperanza, sin el menor asomo de satisfacción. Es el deber, y por serlo, lo cumpliré mientras se me imponga. Cuando no, nadie tendrá que buscarme la salida, que yo me saldré por mis pies, y lo que es esta segunda vez para más tiempo que la pasada, y no digo que para siempre por no parecer exagerado

.

A ambos tirones pesimistas, que impedían cualquier aventura aperturista 'económica y política' se añaden una serie de reacciones proteccionistas, meramente pragmáticas28.

26 Entre los muchos paralelismos que se han trazado entre la I y la II Restauración, no he visto nunca destacado éste, de crear una Ley fundamental sin ruptura con la Ley fundamental anterior; de la Constitución de 1869 del Sexenio Republicano procede formalmente la de 1876, como de las Leyes Fundamentales del régimen de Franco procede la Constitución de 1978, también en lo formal.

27 Tomo el interesante documento de la transcripción verificada por JOSÉ G. CEBALLOS TERESÍ en Estudios Económicos y Financieros. Selección de Artículos, Talleres Tipográficos «El Financiero»", Madrid, 1933, págs. 150-151.

28 Las tomo de mi recensión del libro de JUAN MARÍA SERRANO SANZ, El viraje proteccionista en la Restauración. La política comercial española, 1875-1895, del que las sintetizo, aparecida en Economistas, agosto-septiembre 1987, n.º 27, págs. 62-63. Más ampliamente en mi trabajo Prólogo, o los motivos del interés para un economis-

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La primera se relacionaba con la estabilidad de la Restauración. Era preciso, para que el reinado de Alfonso XII quedase bien anclado en aguas tranquilas, liquidar los últimos focos de la insurrección carlista. Incluso la derrota en Lácar frente al pretendiente Carlos VII había mostrado que la guerra del Norte podía enmarañarse más de todo lo conveniente para la Restauración. El Capitán General de Cataluña, Martínez Campos, señaló a Cánovas cómo, para resolver el problema carlista catalán, muy afincado en la zona de los Pirineos y con proclividades guerrilleras muy preocupantes, era preciso conseguir un sólido apoyo al nuevo régimen por parte de la opinión pública de la región. Para secar la laguna en la que el pez guerrillero se encontraba tan cómodo, a Martínez Campos se le ocurrió que podía emplearse la exhibición, ante el entorno local, de que el nuevo Gobierno iba a ser cerradamente proteccionista. Cánovas del Castillo estaba dispuesto a dar los tres jamases frente a actitudes librecambistas a lo Espartero o a lo Laureano Figuerola. Efectivamente, consiguió este respaldo, y la opinión pública catalana se volcó, como pretendía Martínez Campos, en favor de la Restauración 29.

Por otro lado, la siempre renqueante Hacienda española precisaba incrementar sus ingresos, sobre todo ante ciertas situaciones bélicas importantes. Una de éstas era la insurrección cubana y, en algún grado, la filipina. Para allegar fondos era preciso emplear toda suerte de medidas fiscales, y la subida de los aranceles significaría que las importaciones también contribuirían a la mejoría de los ingresos del sector público. Pronto, con el famoso Arancel de Guerra de 1892, se iba a dar un salto en la protección arancelaria al par que una mejoría en la recaudación, con un tributo de tipo indirecto, que se cobraba a expensas de quienes adquiriesen cualquier bien que procediese del exterior. Cuando se eliminaron las circunstancias bélicas, estos impuestos no disminuyeron, sino que se convirtieron en instrumentos muy útiles para mantener la protección arancelaria.

Además existía otra necesidad. Salvo en el Reino Unido, el proteccionismo se había generalizado en todo el mundo occidental, y para que nuestras exportaciones tradicionales se abriesen paso en los mercados extranjeros, era preciso, más de una vez, ofrecer a las otras potencias rebajas arancelarias paralelas a las que solicitábamos tuvieran nuestros productos dentro de este do ut des. Fue preciso tener altas tarifas aduaneras en las que se pudiese ceder, para conseguir mejoras más allá de nuestras fronteras. El pragmatismo tradicional de Cánovas no dejó de percibir ventajas evidentes en este sentido.

Finalmente, y menos en el caso de Cánovas, no puede negarse que existía un mensaje

ta de la figura de Cánovas del Castillo, en ANTONIO CÁNOVAS DEL CASTILLO, Obras Completas, tomo IV, Escritos de Economía y Política, Fundación Cánovas del Castillo, Madrid, 1997, págs. 7-87.

29 GABRIEL RODRÍGUEZ puntualizará muy bien esto en el discurso pronunciado en el mitin de la Asociación para la Reforma liberal de los Aranceles de Aduanas, celebrado en el Teatro Real de Madrid, el día 13 de marzo de 1881, contenido en el volumen Gabriel Rodríguez. Libro en cuyas páginas resplandece el genio y el recto carácter de un gran español. 9 de diciembre de 1829 ' 20 de diciembre de 1901, imprenta Helénica, Madrid, 1917, págs. 382, al señalar: «Yo creo, señores, que al menos uno de los señores ministros militares, precisamente aquel que por cierto antecedente pueda aparecer menos seguro para nuestra causa, ha de ser favorable a la reforma arancelaria. Hablo de D. ARSENIO MARTÍNEZ DE CAMPOS. Es verdad que vino en 1875 a poner el peso de su espada en la balanza para que se suspendiera la reforma del Sr. FIGUEROLA; pero no obró así entones porque fuera proteccionista o librecambista. Estaba combatiendo a los carlistas en Cataluña; se le dijo allí que era una cuestión de orden público, que era preciso, para poder vencer al carlismo, que se aplazase la reforma, y reclamó la suspensión como medida política y de guerra. Pero este acto equivocado del Sr. MARTÍNEZ CAMPOS, ¿puede tomarse como base para suponer que ha de pensar lo mismo en tiempos normales, cuando el orden y la paz estén asegurados? No, y la prueba es que ha venido de Cuba, después de restablecer allí la paz, con un programa liberalísimo para las cuestiones económicas, y no se concibe que no aplique el mismo criterio liberal cuando se trate de las reformas en la Península».

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doctrinal, frente al de Ricardo y Cobden, del que era protagonista Federico List, tanto en su proyección alemana como en la norteamericana. Así se deduce de la postura de Cánovas en cuanto receptor de las doctrinas de List y de los clásicos. Es evidente que estas ideologías han supuesto bastante para que el mensaje proteccionista de la Regencia quedase bien afianzado.

Sea por imitación de la política económica alemana, o por otros motivos, lo cierto es que este período de la Regencia que se incicia en 1890, se abre con el triunfo del proteccionismo. Pero eso no es lo único que sucede. Para explicar aun mejor lo ocurrido en el período 1890-1903, es preciso añadir una profunda conmoción sociopolítica. Por el Tratado de París, en realidad un diktat norteamericano, desaparece el pabellón español de la mayor parte del Ultramar isabelino. Sin embargo, es bien visible que eso va a ir acompañado de una muy fuerte reacción intelectual 'pensemos en la generación del 98, en el modernismo, en la consagración de la Institución Libre de Enseñanza, y algo después, en el Premio Nobel para Cajal y en la creación de la Junta para la Ampliación de Estudios en 1907' y económica. Los protagonistas sucesivos en este último sentido serán Raimundo Fernández Villaverde, que con su reforma hará posible que aparezca, alrededor del año 1900, la Banca privada española; y como herederos inmediatos, Amós Salvador, responsable del Arancel de 1906, o Arancel Salvador, con el que se reafirma el proteccionismo integral de modo clarísimo, sobre todo con su revisión al alza en 1911; finalmente, Antonio Maura, que a partir de 1907 incrementa el proteccionismo tradicional hasta entonces, con dosis muy fuertes de corporativismo, de cartelizaciones, de intervencionismo del Estado y de medidas populistas relacionadas con las condiciones de vida de los trabajadores.

El modelo pretendía un rápido crecimiento de nuestra economía. Si entonces se hubiesen publicado, con cierta rapidez, las cifras de las magnitudes macroeconómicas, se hubiese visto cómo en vez de convergencia con otros países, se lograba divergencia. Si no se derrumbó más nuestra economía se debió a las exportaciones de minerales basadas en unos incrementos enormes en sus producciones, como se observa en el cuadro siguiente30.

Las producciones de minerales metálicos se dedicaban, casi en toda su integridad, a la exportación. He calculado para el mineral de hierro unas ventas al exterior de un 96,5% en 1887, un 90,2% en 1900, y un 99,6% en 1902; para el plomo, los porcentajes de la exportación son de un 98,2% en 1885, un 89,2% en 1900, y un 96,4% en 1902,

El impulso que recibió así nuestra economía es bien conocido. También se tiene noticia cumplida de la carga que significó la producción carbonífera gracias a Perpiñá Grau31.

30 Las series de minerales se contienen, por una parte, en el volumen Estadísticas básicas de España. 19001970, Confederación Española de Cajas de Ahorros, Madrid, 1975, págs. 186-187 y 192-197; en carbón y hierro enlazan perfectamente estas series con las de La Industria de ALBERT CARRERAS, loc. cit., págs. 194-195 y 201-202; sin embargo no sucede así con las demás. Me parece que la serie más completa es la de las Estadísticas básicas de España, cit., que comenta, para las series de los minerales de cinc, cobre, estaño, manganeso, mercurio y plomo, que «son de las más completas» y que «no existen lagunas importantes, aunque sí modificaciones en el criterio de clasificación de los datos». Debe tenerse en cuenta que la serie de carbones de ALBERT CARRERAS, sin señalar nada, elimina el lignito; por tanto, para homogeneizar, así se hace. De todas formas, la producción de lignito en el período fue pequeña 'oscila entre 47.934 toneladas en 1901 y 138.396 toneladas en 1913 según Estadísticas básicas... y entre 26.000 y 277.000 para ambas fechas según Estadísticas históricas...' que da la impresión de que encubren, con su diferencia, algún tipo de conversión en TEC, porque en antracita y hulla, 1 TEC _ tm, y en lignito, 1 tm _ 0,5 TEC. La serie de producción de piritas, desglosada, procede de Estadísticas básicas ... pero como se inicia la serie en 1901, los datos de 1885 y 1900 se toman de Estadísticas históricas ... y se asignan a piritas de cobre, porque las de hierro tenían entonces una significación minúscula: en 1901 un 1,3%.

31 Cfs. ROMÁN PERPIÑÁ GRAU, Memorandum sobre la política del carbón, CEEV. Valencia, 1935

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EVOLUCIÓN DE LA PRODUCCIÓN DE LOS PRINCIPALES MINERALES METÁLICOS Y ENERGÉTICOS (en 103 Tm)

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Esta composición de fuerzas expansivas 'las de exportación' y contractivas 'la de una energía nacional cara y de unos aranceles y mecanismos interventores de tipo cada vez más agobiador en nuestra economía de mercado' se agazapan detrás de la atonía que presenta nuestra economía en el período.

También algún efecto de tipo protector tiene que haber constituido algún año la caída del cambio de la peseta a partir de 1883,

año en que se liquida cualquier conexión de

la peseta con el patrón oro, pues hasta ese

año, de hecho, existía libre convertibilidad

en oro de nuestra moneda. La serie siguien-

te señala la magnitud de la caída respecto a

la libra esterlina y al franco francés de

acuerdo con la serie 1880-1903 de Rafael

Anes32.

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No es posible decir mucho más, después de la observación de Marcela Sabaté de que, para el período 1897-1904, «la depreciación nominal de la peseta no había alcanzado a encarecer lo suficiente la moneda extranjera para compensar el abaratamiento, vía precios relativos, que simultáneamente beneficiaba a los productos foráneos en orden a su posible colocación en el mercado interno. Nuestros cálculos apuntan a que sólo la espectacular elevación del tipo de cambio nominal durante 1898 habría reforzado en la práctica, sobre los niveles de protección arancelaria establecidos en 1891, el grado de reserva del consumo autóctono. En este sentido, la tesis según la cual el sistema monetario español, de corte fiduciario y tipos de cambio flexibles, habría derivado a partir de 1896 en una acentuación de las barreras de entrada del Arancel de 1891, no es correcta para el conjunto del período»33.

32 Cfs. RAFAEL ANES, El Banco de España 1874-1914: un Banco nacional, en La Banca española en la restauración, volumen I.

33 La protección se dirige a ciertos bienes concretos; la inseguridad de los índices de precios en cuanto señal de los de movimiento de los de cada mercancía concre-

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Como es natural las estadísticas de comercio exterior acaban por recoger el fenómeno de nuestro débil desarrollo y del cierre de nuestra economía. De 1891 a 1903, las exportaciones crecen, a precios constantes, a una fuerte tasa anual. Mientras tanto, en Italia, en Francia y en Gran Bretaña lo hacen a una tasa mayor. Claro que, como contrapartida, las importaciones, también a precios constantes, avanzan a una escuálida tasa anual del 0,04%, mientras que en Italia, en Francia y en Gran Bretaña, también, son sus ritmos más altos. Desde el inicio de la Regencia y hasta 1903, la balanza de mercancías presenta los siguientes saldos (E-l)34.

sentaba la economía argentina, lo que facilitaba la remesa de cantidades muy importantes desde el Plata hacia España. En segundo lugar, con el envío de fondos por parte de la Iglesia católica desde Francia a España, relacionados con el anticlerical asunto de los mil millones35 que tuvo consecuencias sociopolíticas muy importantes en el país vecino36. Saldos favorables en la balanza de mercancías y estas llegadas de fondos permiten iniciar una activa política de rescate de activos en manos

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Se debe completar este cuadro, a efectos de tener una idea aproximada de las balanzas exteriores del período, en primer lugar con las remesas de fondos de América, al liquidarse multitud de negocios en el Caribe, como consecuencia de la catástrofe de 1898 y por otra serie de sucesos posteriores, entre los que se encuentran desde el fin del porfiriato en México, que tuvo lugar en 1911, hasta el crecimiento acelerado que en esta etapa pre-

ta, y más en los de entonces, motiva que ni se pueda hablar del modo rotundo que señalan MALUQUER DE

MOTES y PRADOS de la Escosura, en sentido de complemento proteccionista, ni en el ofrecido por MARCELA

SABATÉ, de crítica radical a esta postura. Debe continuarse esta difícil investigación para dilucidar si existe convergencia, o no, entre política arancelaria y movimientos del cambio. Creo que alguna convergencia hubo, y no sólo en los años de caída más exagerada de la peseta. Véase, como punto de arranque de esta posible polémica, el artículo de MARCELA SABATÉ SORT, «Tipo de cambio y protección en la economía española de principios de siglo», en Revista de Economía Aplicada, primavera 1993, vol. I, n.º 1, págs. 67-86.

34 La base estadística procede de ANTONIO TENA, en Comercio exterior, en Estadísticas históricas de España, ob. cit. págs. 335 y 342-343. Naturalmente, estos saldos estimados nada, o poquísimo, tienen que ver con los oficiales, en los que se ampara esta perezosa afirmación

35 En 1898, el Consejo de la Orden de la Francmasonería, dentro de la obediencia del Gran Oriente de Francia, difundió en las Logias un texto, reproducido en el Bulletin hebdomaire des travaux de la Maçonnerie en France, 29 de abril de 1898, en el que se incluía «la carta gráfica del aumento de los bienes inmuebles conocidos de las congregaciones religiosas desde 1881 a 1898... A partir de 1881, fecha de aplicación de los decretos denominados del 29 de marzo, los inmuebles ocupados por las congregaciones... han subido de 800 millones a 2 mil millones (de francos), teniendo sólo en cuenta bienes conocidos, porque si se tienen en cuenta los que retienen las congregaciones, se llegaría a los 10 mil millones...».

36 A mi juicio, el clima está bien recogido en PIERRE CHEVALLIEr, Histoire de la Franc-Maçonnerie francaise, tomo lII, La Maçonnerie: Eglise de la République (18771944), Fayard, s.l., 1975, pág. 71-117.

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extranjeras, al mismo tiempo que se incrementa la reserva de oro del Banco de España.

Una serie de noticias explica, de modo adicional por qué tenía serios problemas de desarrollo la economía de la Regencia y de la primera etapa de Alfonso XIII. En primer lugar se experimenta una clara subida en la población española: 17,5 millones de habitantes en 1887; 18,6 millones en 1900 y 19,9 millones en 1910. La expansión agrícola, visible en el número de hectáreas roturadas, no es capaz de absorber esta presión demográfica. Por supuesto que esto da lugar a un proceso de urbanización importante. Por ejemplo, de 1900 a 1910, la población urbana crece con más fuerza que en cualquier periodo anterior a partir de 1860, pero en cambio cae mucho la tasa de incremento de viviendas en estas zonas, que precisamente para el período 1860-1981, marca un mínimo histórico de 1900 a 1910. Su fruto fue el hacinamiento, con consecuencias sanitarias lamentables, en corralas, pisos bajos e interiores, barrios bajos y toda clase de chamizos37.

Otra complicación se produjo porque a partir de 1890 fue visible la crisis ferroviaria. Los capitalistas extranjeros habían apostado mal. Los problemas de tesorería de las empresas que se contemplan por entonces, ponen al descubierto más de un disparate empresarial e inversor. Como suele suceder, esto provocó, en cadena, una repatriación de estos fondos. Además, algunos de los inversores más audaces e importantes, como Emilio e Isaac Pereire, habían fallecido, en 1875 y en 1880, respectivamente. Poco a poco nuestros activos ferroviarios se traspasaban a manos españolas. Esta parcial y creciente nacionalización se complicaba con un dilema: si las empresas cesaban en su actividad, la catástrofe para la economía española sería tan tremenda como mostró con un modelo de tipo contrafactual el profesor Gómez Mendoza38. Por lo tanto, el Estado debería actuar subvencionando sus déficit, pero ¿por qué favorecer, y con cantidades importantes, a unas empresas que habían efectuado una egoísta política de tarifas, que desviaban incluso hacia otros países fondos que la débil presión fiscal española parecía exigir que se orientasen hacia desatendidísimos sectores, tan vitales incluso para nuestro progreso material, como la educación, la sanidad o las carreteras? Al mismo tiempo, a través de asesorías jurídicas y de puestos en los Consejos de Administración, muchos políticos de la Restauración, hicieron que esta o aquella empresa ferroviaria resultase beneficiada. Los reproches de corrupción se hicieron muy vivos y economistas eminentes 'Bernis39, Olariaga40' acentuaron, y no atenuaron esa creciente convicción de que algo malsano había surgido en torno a estas compañías. En resumidas cuentas, en plena Regencia estalla la cuestión de los ferrocarriles de la que aún no nos hemos liberado un siglo después.

Es el momento, además en que este proceso va a ser complicado por el descubrimiento del motor de explosión. Un futuro modelo contractual ya no tendría en lo sucesivo que plantearse el dilema entre ferrocarril y carga a lomos de animales, sino entre ferrocarril y transporte por carretera. En esta etapa se

37 Existe una literatura creciente sobre esto; por supuesto que en la trilogía La lucha por la vida de PÍO BAROJA aparecen buenas descripciones del fenómeno, más o menos endulzado en otra literatura para consumo burgués, como era el género chico. Lamentablemente, FABIAN ESTAPÉ nunca nos ha proporcionado, a pesar de sus promesas, un trabajo sobre la situación económica encubierta por estas obras de nuestro mejor teatro musical.

38 CfS. su Ferrocarril, industria y mercado en la modernización de España, Espasa Calpe, Madrid, 1989. ANTONIO GÓMEZ MENDOZA no ha detenido ahí sus trabajos sobre la historia de nuestros transportes.

39 Cfs. sobre esto mi artículo El profesor Bernis ante la economía española, en Revista de Economía Política, julio-diciembre 1960, vol, XI, n.º 2, págs. 417-500.

40 Cfs. LUIS OLARIAGA, Escritos de Reforma. Antología de Luis Olariaga Pujana, edición e introducción de JUAN VELARDE FUERTES, Instituto de Estudios Fiscales, Madrid, 1992.

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observa con bastante nitidez el planteamiento inicial de la cuestión. En 1900 se matricularon 3 vehículos automóviles; en 1902, 40; pero en 1913 lo hicieron ya 1.809.

Todo esto no podía efectuarse sin un aumento de la conflictividad social y no sólo obrera. A mi juicio, aparte de una tensión muy fuerte, y creciente en el período, entre organizaciones proletarias y resto de las fuerzas políticas, aparece otra entre la que podríamos llamar vieja oligarquía, unida a las herencias del período isabelino y del Sexenio Revolucionario, esencialmente basada en los grandes terratenientes creados por las desamortizaciones y en la representación de los capitales extranjeros, llegados para las explotaciones mineras y los diversos servicios públicos, que cristaliza en los dos partidos firmantes del Pacto de El Pardo, y los nuevos políticos, casi jóvenes turcos representantes de una industria crecientemente protegida, que van a acabar por propugnar una alteración política precisamente de la Restauración que ha creado las condiciones para su nacimiento. No es necesario mencionar, en este último sentido, mucho más que el movimiento maurista, nacido con la original toma de posición de Antonio Maura, quien, como actitud inicial, rompe con Sagasta, a pesar de ser éste su jefe político, en el famoso discurso de La Revolución desde arriba, el 15 de julio de 1901. En él, tras señalar que los recientes comicios que habían dado el triunfo a Sagasta eran una «saturnal electoral», toma posición con aquél párrafo tan conocido de que «la primera necesidad política que vengo predicando hace mucho tiempo es atraer a la política a los neutros. ¿Hay egoísmos? ¿No responden a los llamamientos? Indudable; yo no sé si su egoísmo es legítimo, aunque sí que sobran causas históricas para explicarlo; lo que digo es que no se ha hecho un ensayo para llamarlos con obras, que es el único lenguaje a que ellos pueden ya responder; llamarlos con obras vibrantes, para despertarlos y convocarlos, para arrancarlos de su inacción y de su egoísmo, para traerlos por fuerza a la vida pública. Por eso he dicho y repito que España entera necesita una revolución en el Gobierno, y que si no se hace desde el Gobierno, un trastorno formidable lo hará; porque yo llamo revolución a eso, a las reformas hechas por el Gobierno radicalmente, rápidamente, brutalmente; tan brutalmente que baste para que aunque estén distraídos se enteren, para que nadie pueda abstenerse, para que nadie pueda ser indiferente y tenga que pelear, hasta aquellos mismos que asisten con resolución de permanecer alejados».

Inmediatamente, Maura, en Valladolid, el 18 de enero de 1902, en el teatro Lope de Vega, pronunciará un discurso en el que, entre otras cosas, abominará de Cánovas y de Sagasta. Quizá por eso es posible que constituya, según César Silió, la «partida bautismal del maurismo»41. Muy pronto, su ruptura con Fernández Villaverde, sus alusiones cáusticas contra Dato, le mostrarán, por supuesto, también dispuesto a transformar absolutamente al partido conservador, del que había sido nombrado jefe en una extraña investidura, por Silvela y el marqués de la Vega de Armijo, el 11 de noviembre de 190342. Lo que constituyó este movimiento 'tan mal estudiado' de recogida del espíritu del Partido Unión Nacional y del regeneracionismo, transmutándolo en alambiques conservadores, fue radical para España. Aun vivimos en él. Provocó bienes, pero asimismo proporcionó las bases para que se afianzasen multitud de frenos para nuestro desarrollo.

Como flanqueo, aparecen, procedentes del mundo industrial relacionado con esta búsqueda de un proteccionismo creciente, solicitudes crecientes de radicalismo político. Por una parte se afianzará cada vez más la idea

41 Cfs. CÉSAR SILIÓ, Vida y empresas de un gran español. Maura, en Vidas españolas e hispanoamericanas del siglo XIX, Espasa-Calpe, Madrid, 1934, pág. 76.

42 Cfs. LUIS ANTÓN DEL OLMET y ARTURO GARCÍA CARRAFFA, Los grandes españoles. Maura, Imprenta de «Alrededor del mundo», Madrid, 1913, págs. 260-261.

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de que el ideal es la autarquía. España debe

crear su propia demanda efectiva y separarse

de los mercados internacionales. Se llega a

definir como nación sólo a la que es capaz de

autoabastecerse. Al mismo tiempo, la política

de la Restauración se considera que debe dar-

se por periclitada. Bastan dos citas. Señalará

el ingeniero industrial y adalid, más que del

proteccionismo, del nacionalismo económico

Durán y Ventosa: «El régimen constitucional

es en España... la gangrena que corroe el

organismo nacional ... Es el régimen oligárquico (el) que mantiene a la Nación adormeci-

da bajo un aparente bienestar». Francisco

Bernis escribirá, de modo aun más rotundo, abriendo una ventana al intervencionismo corporativista y autoritario: «El Estado futuro no podrá ser tan degeneradamente democrático como el que en varios países padecía la Humanidad. La representación de los intereses económicos es algo más serio y desde luego no coincidente con los intereses políticos. La competencia está reñida con la tolerancia; la autoridad no se aviene con una democracia ingerida en todo y en todo generalizada».

Todo esto, naturalmente, se abrirá hacia horizontes nuevos en el reinado efectivo de Alfonso XIII. Pero buena parte de sus raíces pertenecen, como se ha visto, a la Regencia.

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