Experiencias de victimización entre las personas sin hogar en función del lugar de pernocta. Un análisis desde la teoría de los estilos de vida de Hindelang, Gottfredson y Garofalo

AutorPatricia Puente Guerrero
Páginas227-262

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I Introducción
1. El sinhogarismo Definición y alcance

Aunque no existe una definición consensuada de persona sin hogar, una de las más ampliamente extendidas y aceptadas es la propuesta por la Dra. Dragana Avramov en 1995, cuando trabajaba como Coordinadora de Investigación del Observatorio Europeo del Sinhogarismo1. La auto-ra concibió como persona sin hogar “aquella que no puede acceder a o conservar un alojamiento adecuado, adaptado a su situación personal, permanente y que proporcione un marco estable de convivencia, ya sea por razones económicas u otras barreras sociales, o bien porque presenta dificultades personales para llevar una vida autónoma”2.

FEANTSA ha desarrollado más recientemente una Tipología Europea del Sinhogarismo y la Exclusión Residencial (más conocida como ETHOS), cuya pretensión es la de proporcionar un lenguaje común que sirva como marco de referencia transnacional para los intercambios en esta materia3. Se trata de una clasificación de diferentes condiciones de vida que constituyen formas de sinhogarismo y exclusión residencial, construida sobre la base de cuatro categorías principales y sus respectivas subdivisiones: sin techo (personas que viven en la calle o en espacios públicos, sin un refugio que pueda ser definido como residencia, o bien aquellas que pernoctan en recursos de emergencia –centros de pernocta, albergues de baja exigencia– sin que tengan un lugar de residencia habitual), sin vivienda (personas alojadas a corto plazo –estancia durante

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menos de un año– en recursos para personas sin hogar, en casas de acogida para víctimas de violencia doméstica, en recursos de alojamiento para inmigrantes o quienes se encuentran en instituciones –centros penitenciarios, centros de desintoxicación, hospitales psiquiátricos, etc.– y no disponen de alojamiento en el momento de abandonarlas), vivienda insegura (personas alojadas en centros de atención residencial a largo plazo –estancia superior a un año– para personas sin hogar, aquellas que residen en una vivienda sin título legal de ocupación, quienes viven temporalmente con familiares o amigos, así como quienes se encuentran bajo la amenaza de desahucio o de violencia doméstica) y vivienda inadecuada (personas que viven en estructuras temporales o no convencionales, como refugios improvisados o chabolas, en viviendas no aptas para su habitabilidad según la normativa o en las que existe situación de hacinamiento). En total, recoge 13 categorías operativas4.

La tipología hunde sus raíces en un modelo conceptual de hogar basado en tres dominios o esferas cuya ausencia, ya sea de forma individual o conjunta, puede utilizarse para delimitar las situaciones de sinhogarismo: 1) Esfera física: disponer de una vivienda o un espacio adecuados sobre los que una persona y su familia puedan ejercer su posesión en exclusiva; 2) Esfera social: poder mantener la privacidad y disfrutar de relaciones sociales; y 3) Esfera legal: disponer de un título legal de ocupación5.

A pesar de la falta de datos fiables y comparables6, FEANTSA estima que, en una noche cualquiera, el número de personas sin hogar podría alcanzar los 410.000 individuos en el marco de la Unión Europea, calcu-

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lando que alrededor de 4,1 millones de personas en Europa se encuentran expuestas al sinhogarismo cada año por un periodo de tiempo más o menos prolongado7. Con relación a España, diversas entidades sociales de atención a este colectivo estiman que aproximadamente 40.000 personas se encuentran en esta situación8. RAIS Fundación, por su parte, sitúa en 8.000 la cifra de personas que viven y duermen cada día en la calle en nuestro país9.

Frente a esta realidad, la Encuesta sobre centros y servicios de atención a personas sin hogar, realizada por el Instituto Nacional de Estadística (en adelante, INE), reveló una capacidad media de la red de alojamiento de 16.684 plazas diarias durante 2014, con una ocupación media del 81,8%10. Esta cifra se incrementó de forma significativa durante el año 2016, llegando a una capacidad media de 19.124 plazas diarias, y alcanzando la ocupación media el 85,9% de las mismas11. En cualquier caso, más allá del hecho de que tales datos apuntan a que una importante proporción de las plazas ofertadas queda finalmente vacante12, una primera conclusión que puede extraerse de estas cifras es que existe una clara desproporción entre el número estimado de personas sin hogar presentes en nuestro país y los servicios asistenciales de alojamiento disponibles, llegando el primero a duplicar los segundos si tomamos como

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referencia los datos más actuales, y obligando de este modo a aquellos individuos que, por diversos motivos, no tienen acceso a estos servicios a buscar opciones alternativas para la pernocta.

Tal extremo, como veremos, enlaza de forma directa con el planteamiento que vertebra el presente trabajo. Sirva como ejemplo un reciente estudio realizado en Barcelona13en el que se recoge que, del total de
3.267 personas sin hogar que se estimaron presentes en esta ciudad14, casi el 29% (941 personas) dormía en la calle15, casi un 13% (419) pernoctaba en asentamientos irregulares (solares y fábricas en desuso) y tan sólo el 58% (1.907) de ellas lo hacía en albergues y recursos públicos y privados. El mismo informe añade que el número de personas sin hogar que pernoctan en la calle ha aumentado en un 37% en esta ciudad entre 2008 y 2016.

2. Sinhogarismo y victimización

Aunque en España son escasos los estudios que abordan esta problemática16, manejando además definiciones operativas diversas de la

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situación de sinhogarismo17, a nivel global sus resultados arrojan que alrededor de entre una de cada tres y una de cada dos personas sin hogar18refiere haber sufrido al menos una experiencia de victimización a lo largo de su historia de sinhogarismo19. La especial vulnerabilidad de este colectivo20es evidenciada asimismo por los resultados de estudios realizados en otros países, que reflejan tasas de victimización muy superiores a las de la población general. Ilustrativo de lo anterior es el trabajo de Newburn y Rock, en el que se encontró que las personas sin hogar presentaban 13 veces más probabilidades de haber sufrido violencia que las personas que forman parte de la población general21. Otros trabajos

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apuntan en la misma dirección22. Asimismo, parece existir una especial incidencia sobre este colectivo de los delitos de odio23.

Reconociendo la importancia de este último dato, en el presente trabajo analizaremos, desde una perspectiva amplia, los episodios de victimización sufridos por personas sin hogar, ya se encuentren o no motivados por los prejuicios y la intolerancia hacia este grupo social, tomando como marco de referencia la Teoría de los Estilos de Vida formulada por Hindelang, Gottfredson y Garofalo24. Como veremos a lo largo de este recorrido, el planteamiento de estos autores parece especialmente pertinente para la exégesis de este grave problema social.

II La teoría de los estilos de vida de Hindelang, Gottfredson y Garofalo
1. Fundamentos teóricos

Como refiere Serrano Maíllo, la Teoría de los Estilos de Vida se enmarca en los denominados enfoques de la oportunidad. En palabras de este autor, la teoría “tiene como hipótesis fundamental que la tendencia a sufrir un delito depende de hasta qué punto un individuo puede constituir él mismo un objeto de victimización, o sea ofrecer una oportunidad a un potencial agresor”, añadiendo que “las personas ofrecen oportunidades en este sentido de modo diferencial”25.

Para la construcción de su teoría, Hindelang, Gottfredson y Garofalo analizaron los datos obtenidos con la implementación de las primeras encuestas de victimización sistemáticas realizadas en Estados Unidos

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en los años 70 del pasado siglo26. A partir de dicho análisis, identificaron una serie de patrones y relaciones en los hallazgos, con base en los cuales construyeron un modelo teórico que bautizaron como Modelo de Victimización Personal con base en el Estilo de Vida/Exposición (Lifestyle/ Exposure Model of Personal Victimization)27. La representación esquemática del modelo se recoge en la Figura 128.

Figura 1. Modelo de Victimización Personal con base en el Estilo de Vida/Exposición

Adaptado de Hindelang et al., 1978, p. 243. Traducción propia.

El planteamiento de estos autores tiene como eje principal el concepto de estilo de vida, concebido como las regularidades en los patrones de conducta de los individuos, incluyendo actividades rutinarias vocacionales, como trabajar fuera de casa, ir al colegio u ocuparse de las tareas del hogar, y de ocio. Hindelang et al. asimilan su concepción del estilo de vida a la propuesta por Havighurst, quien definió este constructo como:

Una forma característica de distribuir el propio tiempo, los propios intereses y el propio talento entre los roles sociales comunes de la vida adulta –aquellos de trabajador/a, progenitor/a, cónyuge, trabajador/a doméstico/a, ciudadano/a, amigo/a, miembro de un club o asociación y usuario/a del tiempo de ocio29.

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Sin embargo, aclaran que su visión difiere de la de este autor en que no se limita a personas adultas, así como en el énfasis otorgado a las actividades rutinarias.

Los autores proponen que las variaciones en los estilos de vida son atribuibles a la forma en que las personas con diferentes...

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