Evaluación e intervención con víctimas menores de edad desde la perspectiva de la justicia terapéutica. Especial referencia a las víctimas de abuso sexual infantil

AutorNoemí Pereda Beltran/Mila Arch Marín
Cargo del AutorProfesora Titular de Victimología/Profesora Asociada de Psicopatología
Páginas251-281
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CAPÍTULO IX
EVALUACIÓN E INTERVENCIÓN CON VÍCTIMAS MENORES
DE EDAD DESDE LA PERSPECTIVA DE LA JUSTICIA
TERAPÉUTICA. ESPECIAL REFERENCIA A
LAS VÍCTIMAS DE ABUSO SEXUAL INFANTIL
Noemí Pereda
Profesora Titular de Victimología
Universidad de Barcelona
Mila Arch
Profesora Asociada de Psicopatología
Universidad de Barcelona
Sumario: 1. CONSECUENCIAS DE LA VIOLENCIA CONTRA MENORES. 1.1. Con-
secuencias derivadas de la violencia. 1.2. Consecuencias derivadas de la actuación profe-
sional. 2. VITIMOLOGÍA POSITIVA, JUSTICIA TERAPÉUTICA Y VÍCTIMAS. 3.VALUA-
CIÓN DE LA VÍCTIMA MENOR DE EDAD DESDE UNA PERSPECTIVA TERAPÉUTICA.
4. INTERVENCIÓN CON LA VÍCTIMA MENOR DE EDAD DESDE UNA PERSPECTIVA
TERAPÉUTICA. 5. CONCLUSIONES.
1. CONSECUENCIAS DE LA VIOLENCIA CONTRA MENORES
1.1. Consecuencias derivadas de la violencia
Los niños, niñas y adolescentes son particularmente vulnerables a la vio-
lencia y a los efectos derivados de ésta, dado su estatus único de individuo en
proceso de crecimiento y desarrollo. El impacto que sobre los niños, niñas
y jóvenes tienen las experiencias de victimización es mucho mayor que sus
efectos inmediatos y visibles, afectando no solamente al menor y a las rela-
ciones con su familia, sino también a la sociedad en su conjunto (Finkelhor y
Hashima, 2001).
Se entiende por victimización el daño o perjuicio causado a una persona
por el comportamiento contrario a las normas sociales de otra persona o gru-
po de personas (Finkelhor, 2007). La malevolencia del acto, el hecho que sea
causado por otro ser humano, con el sentimiento de traición que acompaña,
especialmente cuando es una persona conocida o del entorno cercano a la
víctima, la injusticia del acto en sí mismo y que lo acontecido vaya en contra
ESTHER PILLADO GONZÁLEZ (Dir:)
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de las normas morales socialmente establecidas, le conere un especial po-
tencial traumatogénico. La violencia dentro del ámbito familiar, la violencia
por parte de iguales, la victimización sexual, la victimización a través de las
tecnologías de la información y la comunicación, ser testigo de violencia fa-
miliar o comunitaria, o ser víctima de delitos comunes, como un atraco o una
agresión física, son ejemplos de este tipo de acontecimientos.
Así, se ha constatado que las experiencias de victimización son una fuente
importante de problemas y dicultades a lo largo de la vida de las víctimas
(Anda et al., 1998) y que el correcto desarrollo de los menores es un elemen-
to central en la conguración de la sociedad civil (Lerner, 2000), siendo el
trastorno por estrés postraumático quizás la consecuencia psicológica más
frecuentemente estudiada en menores víctimas de violencia, si bien las ma-
nifestaciones de la violencia no pueden circunscribirse, exclusivamente, al
desarrollo de este trastorno (Baca y Cabanas, 2003).
Desde el ámbito de la psicopatología del desarrollo, los resultados de di-
versos estudios sugieren que la vivencia de experiencias victimizantes, en un
período de alta plasticidad neuronal como es la infancia, provoca alteraciones
en el desarrollo neurosiológico cerebral, causando un daño permanente en
la estructura neural y en el funcionamiento de un cerebro aún en desarrollo
(Painter y Scannapieco, 2013). Esto, a su vez, parece conllevar problemas de
relación, disregulación del estado de ánimo y la conducta, así como múltiples
problemas sociales y emocionales en etapas posteriores (Putnam, 2006).
Los estudios ponen de maniesto que la victimización, especialmente las
formas de violencia dentro del ámbito familiar, incrementan el riesgo de tras-
tornos psicológicos, tanto en la infancia como en la edad adulta. Por ejemplo,
en muestras de niños y jóvenes se constata que la victimización incrementa la
probabilidad de desarrollar sintomatología internalizante, de cariz depresivo,
y externalizante, relativa a la ira y la agresividad (Turner, Finkelhor y Or-
mrod, 2006). Más a largo plazo, se ha observado que la violencia intrafamiliar
aumenta el riesgo de sufrir diversos tipos de trastornos en algún momento de
la vida, vinculados, principalmente, a ansiedad, depresión y abuso y depen-
dencia de sustancias tóxicas (Scott, Smith y Ellis, 2010).
Cabe añadir que la exposición a la violencia en los niños, niñas y adoles-
centes puede conllevar graves consecuencias psicosociales a largo plazo. La
victimización supone, para el menor, sentimientos de falta de control y vul-
nerabilidad que actúan contra la denominada creencia en un mundo justo
(Lerner, 1980), según la cual el individuo considera que, simplemente a tra-

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