La ética como filosofía primera: una fundamentación del cuidado médico desde la ética de la responsabilidad

AutorLaura Florencia Belli; Silvia Quadrelli
CargoUniversidad de Buenos Aires - Facultad Filosofía y Letras Anchorena 1281, 7mo piso, departamento 28. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. C.P. (1425) (54-11) 4964-9365 laurabelli@gmail.com; Universidad de Buenos Aires Instituto de Investigaciones Médicas Alfredo Lanari
Páginas14-20

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«Un être capable d'un autre destin que le sien est un être fécond»

Emmanuel Lévinas

1. Introducción

El nacimiento de la bioética como disciplina respondió a la necesidad de encontrar respuestas a las nuevas preguntas éticas generadas por el avance tecnológico y por los nuevos escenarios generados por la investigación biomédica. Abocada primero a discusiones sobre la pertinencia de la aplicabilidad de tecnologías novedosas, la redefinición de conceptos tan viejos como el principio y el fin de la vida y las primeras reflexiones sobre la protección de las personas en tanto sujetos de investigación, su campo disciplinar se fue modelando y reconfigurando a lo largo de los años y ha incorporado temáticas relacionadas con el proceso de la toma de decisiones en el cuidado médico diario, los derechos de los pacientes en general, la protección de sus libertades, las obligaciones nacidas Page 15 del ejercicio de la profesión médica y múltiples cuestiones relacionadas con la redefinición de la situación del médico en la sociedad y, en gran medida, de la libertad del paciente como sujeto.

Este surgimiento de la bioética como reacción frente a la creciente complejidad de los desarrollos en el área de la salud, supuso el establecimiento de ciertas normas asentadas sobre bases éticas con el fin de cuestionar, analizar y regular las conductas relacionadas con las profesiones sanitarias. Los problemas surgidos en el campo de la medicina a lo largo de los últimos cincuenta años obligaron a repensar una ética médica basada en los lineamientos del Juramento Hipocrático que, de forma un tanto invariable, había persistido hasta la actualidad en el desempeño profesional de la medicina.

Desde sus comienzos, la bioética ha sufrido una especie de «metamorfosis conceptual», atravesando tres etapas claramente diferenciables, aunque no excluyentes una de las otras: una etapa educacional en la cual se trabajó sobre los problemas relacionados con la deshumanización de la práctica médica como consecuencia de los significativos avances en ciencia y tecnología que se estaban gestando en aquellos momentos (avances que, hoy en día, siguen produciéndose a pasos agigantados); una etapa ética, caracterizada por el hecho de que el esfuerzo estuvo dirigido a la resolución de dilemas centrando la atención en la moralidad de los múltiples procedimientos de salud y especialmente en la relación médico/paciente; y una etapa global, en la cual la bioética parecería enfrentarse con un desafío difícil de vencer, a saber, el reconocimiento de la diversidad en un mundo casi por completo globalizado. Hoy en día, la bioética ha dejado de ser el discurso críptico de un santuario de entendidos y comenzó a desembarcar en la práctica médica diaria y en la educación médica como un contenido disciplinar necesario y práctico1.

Sin embargo, pese a la existencia de una enorme riqueza en el discurso bioético, el mismo se ha inclinado por una ética instrumental dirigida a la resolución de problemas, que manifiesta una peligrosa pobreza epistemológica y, no pocas veces, se encuentra presa de cierta ingenuidad doctrinaria que, al apuntar hacia las soluciones de los dilemas mediante la aplicación sistemática y no reflexiva de «guías prácticas», no alcanza a cubrir la dimensión total de los mismos.

Es claro que, progresivamente, la bioética se fue afianzando en la práctica médica diaria y en la educación médica como un contenido disciplinar necesario y práctico. Sin embargo, en estos últimos tiempos parecería que la práctica médica cotidiana, tradicionalmente guiada por ciertos principios e ideas regulativas se halla aturdida y ha perdido su sentido primigenio.

El propósito de este artículo consiste en ofrecer una reflexión acerca de los fundamentos éticos del cuidado médico a la luz de un enfoque ético alternativo -como es pensamiento de Emmanuel Page 16 Lévinas- centrado en la idea de que la obligación moral surge frente a la vulnerabilidad de cada hombre, de cada rostro, de cada Otro que no soy Yo. Con este fin, dejaremos que una pregunta guíe nuestra investigación: ¿por qué cuidar?

2. El cuidado y los Otros

La identidad de la práctica médica es fantásticamente simple: una persona que necesita ayuda y otra persona que ha adquirido las capacidades para ayudarla y lo hace. Por mucho que se quiera mediarla tecnológica, social o científicamente, esa es la base y la mismidad de dicha alianza a la que llamamos cuidado médico. Sin intermediarios, sin intérpretes, sin mediadores. Dos seres humanos en su completa soledad: aquél que es en tanto que necesita y aquél que necesita dar para ser.

Un trabajador de la salud (un médico, un enfermero, un trabajador social, etc.) es una persona que cuida. Pero...

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