«The ethics of migration research methodology: Dealing with vulnerable immigrant»

AutorCarmen Doménech Santos
Páginas174-178

Page 174

ILSE VAN LIEMPT, VERONIKA BILGER (EDS.) Sussex Academic Press Brighton y Portland, 2009 224 págs.

¿Cómo se puede investigar en campos como el del tráfico y la trata de personas, la inmigración irregular, los menores no acompañados, y otros grupos vulnerables como los refugiados, de forma metodológicamente rigurosa y éticamente aceptable? Esta es la pregunta que orienta los capítulos de este libro editado por Veronika Bilger e Ilse van Liempt. Las necesidades metodológicas específicas y los dilemas éticos que plantean estas investigaciones son tratados de forma práctica a partir de las experiencias concretas de los investigadores sobre el terreno, contrastando con los enfoques más genéricos, normativos y abstractos de los manuales. En este libro el lector no encontrará una lista de principios o normas ideales que cumplir sino una exposición de los problemas, soluciones y estrategias que en el curso de la investigación y del trabajo de campo los investigadores encuentran y desarrollan.

A pesar de los muchos seminarios, jornadas, congresos y todo tipo de eventos que tienen lugar alrededor del tema de las migraciones estos no suelen tratar de los problemas metodológicos que el objeto de estudio supone desde el momento mismo del diseño de la investigación hasta que se difunden los resultados. Las migraciones internacionales han evolucionado hacia patrones de creciente irregularidad generando poblaciones vulnerables y de escasa visibilidad, en parte porque se restringen cada vez más las posibilidades de entrada en los países del primer mundo. A partir de la definición de persona vulnerable de Moore y Miller (1999: 1034) que utilizan las editoras: «personas que en general carecen de la posibilidad de tomar decisiones personales, y de mantener su independencia y autodeterminación»; se puede decir que todos los estudios que sustentan estos capítulos se han enfrentado a personas en estas circunstancias. La importancia de los métodos cualitativos en el estudio de poblaciones difíciles de contactar y de estudiar vía grandes muestras trae consigo dificultades específicas. Estas dificultades se agravan si estas poblaciones constituyen grupos especialmente vulnerables y de interés para las administraciones públicas que muchas veces encargan y financian estos trabajos de investigación. Los intereses del investigador, de la institución que financia, y del participante no siempre coinciden, «en ocasiones ni siquiera son compatibles», y en el trato con participantes especialmente sensibles o expuestos las cuestiones éticas adquieren mayor relevancia.

Los autores que colaboran en este libro no pretenden que su campo de estudio precise de una metodología propia diferente de la que utilizan el resto de las ciencias sociales ni que sus problemas sean radicalmente distintos de los que afrontan otros científicos sociales; pero reconocen la necesidad de un debate más abierto sobre los retos que imponen al investigador los cada vez más comunes y necesarios trabajos con personas vulnerables en el ámbito de las migraciones. En opinión de las editoras, rara vez los investigadores comparten información sobre el diseño de la investigación, el proceso de la misma, los métodos para identificar a los participantes, el gradoPage 175de implicación de los mismos, los asuntos relacionados con la traducción y la interpretación de significados en contextos interculturales, etc. Esto hace que muchos se encuentren ‚redescubriendo' el mediterráneo y duplicando esfuerzos continuamente. Estas dificultades metodológicas propias de la interdisciplinaridad se combinan con dilemas éticos relativos a la labor del investigador y su relación con personas en los márgenes de la sociedad. Las editoras, además, ponen de manifiesto los problemas que supone la preeminencia en la investigación de las categorías definidas por los encargados de las políticas públicas. Esto, en su opinión, privilegia la visión de éstos en el diseño de la investigación y constriñe las preguntas, el objeto de estudio y la metodología.

Las contribuciones aquí recogidas están organizadas en tres partes. La primera parte, Métodos y ética en instituciones penitenciarias, recoge los trabajos de Robert Barsky y Christin Achermann que nos informan de los retos del trabajo con inmigrantes encarcelados en diferentes contextos: las prisiones del estado de Tennessee en Estados Unidos y dos penitenciarías en Berna, Suiza. La segunda parte, Repensando los métodos básicos de investigación, está compuesta por tres capítulos en los cuales los autores dan cuenta del proceso de elección de los métodos adecuados a sus objetivos de trabajo así como sus justificaciones y carencias en la investigación con personas difíciles de localizar y contactar. Richard Staring ofrece sus experiencias en el estudio de la inmigración irregular procedente de Turquía en la ciudad de Róterdam y los diferentes métodos complementarios que tuvo que utilizar para obtener un conocimiento lo más completo posible de los mecanismos de la inmigración irregular. Janine Dahinden y Denise Efionayi-Mäder hacen lo propio a partir de dos estudios realizados en Suiza con solicitantes de asilo y trabajadoras sexuales. Las editoras cierran esta segunda parte con un capítulo sobre los dilemas éticos y metodológicos encontrados en el estudio de inmigrantes que han llegado al país de destino a través de redes de tráfico de personas. En contraste con lo que afirma Staring, ellas encontraron que las personas ‚traficadas' podían aportar información relevante sobre el proceso de tráfico y los mecanismos que lo hacen funcionar. La tercera parte del libro, El rol del investigador, contiene dos capítulos de Eugenia Markova y Nuria Empez dedicados a las relaciones entre investigador y participante desde la perspectiva de las relaciones de poder, de género, y de las posibilidades de que el investigador se convierta en ‚trabajador social' militante del lado de sus participantes, especialmente si ambos comparten origen y la relación es tan asimétrica que el investigador se siente en la obligación de dar algo a cambio de la información que obtiene. Markova ha estudiado la inserción en el mercado de trabajo de los inmigrantes búlgaros en situación irregular en Atenas, Madrid, Londres y Brighton en diferentes momentos. Empez, por su parte, ha realizado su investigación en Tánger y Barcelona sobre los menores marroquíes no acompañados en origen y destino.

Todos estos trabajos aportan información interesante sobre la experiencia en el trabajo de campo y aunque no se puede decir que ofrezcan una nueva gama de métodos, presentan de forma sincera sus adaptaciones de los métodos existentes a las características de su objeto de estudio. El uso de métodos cualitativos para el estudio de poblaciones de las que no se conoce el tamaño ni la localización es muchas veces la única opción de acercamiento a la misma. Excepto por los estudios realizados dentro de instituciones penitenciarias con población literalmente cautiva el resto utilizó el método de bola de nieve con diferentes puntos de entrada para acceder a personas que no son fáciles de encontrar o que no tienen especial interés en ser encontradas o en compartir información. Los resultados no fueron siempre óptimos pero se completaron en todos los casos con otras fuentes de información, oficiales o no, y con otrosPage 176informantes clave que permitían, mediante triangulación, obtener una imagen más comprensiva del fenómeno. Desde el punto de vista ético, consiguen de este modo dar la palabra a todos los actores involucrados en entornos altamente estereotipados en términos de buenos y malos. El debate al que estos trabajos contribuyen sobre la validez de la estrategia de bola de nieve para acceder a la población objeto de estudio puede ser de mucha utilidad en el contexto español. Por ejemplo, el estudio de las segundas generaciones que ya han entrado en la vida adulta y por tanto han dejado de estar ‚cautivas' en los centros educativos se ve obligado a utilizar estrategias como la de bola de nieve ya que no existen estadísticas oficiales en España que relacionen a la persona con el país de nacimiento de sus padres, lo que impide conocer el tamaño de la población y obtener una muestra representativa de la misma.

Barsky y Achermann también reportan problemas de acceso a su población a pesar de tenerla localizada. En este caso la burocracia y las normas de seguridad propias de las instituciones penitenciarias, así como la delicadeza del tema obligan a una serie de negociaciones y permisos difíciles de obtener. En estas negociaciones usualmente hay que llegar a compromisos y ofrecer un proyecto de investigación que interese a la administración teniendo en cuenta los derechos y los intereses de la parte más débil, el interno. Una vez otorgados los permisos hay que conseguir que los potenciales participantes encuentren alguna razón de peso para colaborar y que no se sientan amenazados. Conseguir la confianza y la colaboración de todos los actores implicados supone un equilibrio difícil al que no se puede renunciar si se pretende que las diversas perspectivas de aproximación den un resultado fructífero. Todas las investigaciones que sustentan este libro se aproximan a su objeto de estudio rodeándolo desde diversas perspectivas. Esta es una de las estrategias que mejor defendida queda en estos capítulos. La triangulación de información ayuda, en opinión de todos los autores, a obtener una mejor y más detallada definición del objeto de estudio. En la vertiente de análisis documental la discusión sobre el valor científico de los expedientes cerrados de la policía sobre el tráfico de personas que hace Staring es de las más interesantes. Achermann, por su parte, analiza el uso de los expedientes de los internos en la investigación desde el punto de vista de la ética y el respeto a la privacidad. Como es de suponer en el trato con personas ‚institucionalizadas' ya sean presos o menores bajo protección, como en el trabajo de Empez, el investigador debe ser especialmente consciente de las relaciones de poder a que potencialmente puede someter a sus participantes.

La falta de confianza es un asunto capital en toda investigación y el uso indebido del poder o de cualquier tipo de superioridad no la fomenta. Muchas veces cuando un potencial participante accede a ser entrevistado quiere algo a cambio, desde información fiable hasta una cita amorosa con un entrevistador/a que le resulta atractivo -como cuenta Markova-, pasando por apoyo lingüístico, o moral, y un largo etc. Las experiencias aquí expuestas indican que los investigadores están dispuestos a dar algo a cambio pero este punto no está exento de polémica. En algunos casos los investigadores han sido acusados de confraternizar demasiado con sus contrapartes distorsionando los datos y sesgando la investigación. Este es uno de los dilemas éticos que aparecen aquí zanjados a favor del compromiso y en contra de la canónica neutralidad o imparcialidad metodológica. Y es que según las experiencias de trabajo de campo aquí analizadas la investigación en ámbitos de marginación con personas vulnerables compromete emocionalmente al investigador. Esta respuesta emocional puede ser de empatía o rechazo, como en el caso de Achermann al conocer los crímenes de un entrevistado, pero en cualquier caso debe ser tenida en cuenta como un dato de la investi-Page 177gación que incide sobre el análisis de los resultados. Uno de los riesgos que corre el investigador después de varios años sobre el terreno en contacto directo con el objeto de estudio es el de convertirse en ‚nativo'. Esto supone perder la distancia necesaria para el análisis adecuado de los datos pero al tiempo la posibilidad de llegar a comprender profundamente su lógica.

Cuando se estudian procesos o fenómenos que rozan la ilegalidad, como es el caso de las ‚trabajadoras sexuales' en Suiza que tienen permiso de trabajo como bailarinas pero realizan otras actividades al margen o en el mismo límite de la legalidad, o directamente ilegales como las agencias de trabajo irregular que prácticamente entregan a sus clientes a la servidumbre o las redes de tráfico, el investigador debe estar preparado para enfrentarse a algunos dilemas éticos. Más allá de preservar la intimidad de los participantes y la confidencialidad de la información se deben tomar medidas para no poner en riesgo la seguridad de estas personas. La mera compañía del investigador puede señalar al participante como informante, como traidor frente a su ‚comunidad' o como ‚ilegal' frente a las autoridades. Los que aquí escriben no ofrecen soluciones definitivas pero comparten sus preocupaciones y opciones en cada caso.

Otro de los temas puestos en consideración, fundamentalmente por Markova, es el de las relaciones de género entre la entrevistadora, en este caso ella misma, y los participantes. En su trabajo con búlgaros en situación irregular en el mercado de trabajo encontró que su aspecto, y origen y lengua común generaban una familiaridad no deseable. La percepción de su ‚disponibilidad' podía generar problemas. Cambiar de forma de vestir y aparentar ser una mujer casada resultaron estrategias útiles. Y aquí se plantea otro asunto delicado, el de las mentiras sociales: ¿cómo y hasta que punto es lícito manipular la información para hacer avanzar la investigación? La autora, citando a Joan Cassell (1982), afirma que ‚el trabajo de campo, como la amistad, requiere ciertas mentiras sociales para mantener una interacción fluida y suave'. En el extremo de esta estrategia estaría la investigación encubierta. Un punto intermedio es no decir toda la verdad; como en el caso de Nuria Empez que omitía su labor como educadora social a los menores que contactaba para evitar ser asociada con las instituciones o el sistema de protección.

El estudio de menores marroquíes no acompañados en entornos urbanos no institucionales realizado por Empez la llevo a Tánger. Allí entró en contacto con familias y con el entorno previo a la migración. La observación participante en sentido amplio, y las entrevistas en ambos extremos del fenómeno son un ejemplo de investigación trasnacional que aún no ha sido suficientemente tratada desde el punto de vista metodológico. Esta es otra de las puertas que abre este trabajo al debate y la reflexión.

Otros temas tratados son la importancia del idioma común entre entrevistado y entrevistador para establecer confianza y realizar un análisis del discurso realmente significativo. En la tercera parte, sobre el rol del investigador, Markova apunta la gran ventaja que resulta ser compartir idioma y referentes culturales con los participantes. Sin embargo, reconoce que esta ventaja puede traer consigo una tendencia al encasillamiento en la investigación limitando al investigador al estudio de sus co-nacionales.

Además del cuidado y de las estrategias que el investigador pone en marcha para garantizar el rigor científico en la recogida y análisis de datos está obligado a evaluar sus métodos desde el punto de vista ético. En este punto, a parte de establecer el rapport adecuado durante la investigación, debe ser consciente de que en los estudios con personas vulnerables el autor tiene una gran responsabilidad a la hora de la difusión de sus resultados. Más allá del respeto a la privacidad y la confidencialidad de la información obtenida el investigador debe ser consciente de la sensibi-Page 178lidad del tema de estudio. La criminalidad de los extranjeros es un tema sensible susceptible de ser instrumentalizado políticamente apelando a la respuesta emocional que puede suscitar en la opinión pública. La vulnerabilidad de los mismos puede leerse como un ‚problema' social a resolver o como un argumento a favor de su expulsión y su carácter indeseable. El contexto, ya sean circunstancias económicas o el debate de una ley polémica, puede afectar negativamente la lectura que de los resultados de investigación hacen los medios o las administraciones públicas. ¿Quién se beneficia de la investigación? ¿Puede la investigación potencialmente dañar a los participantes? Esto es especialmente relevante para estudios por encargo que son previamente definidos por los interesados.

Aunque no aparece reflejado en todas las colaboraciones el trabajo en equipo parece ser un gran aliciente para el investigador que se enfrenta a los retos metodológicos y éticos del estudio de los inmigrantes más vulnerables.

No cabe duda de que existe una larga tradición en la literatura sobre los principios éticos aplicados a la investigación en ciencias sociales. Sin embargo, las experiencias de trabajo de campo comentadas indican que el problema de cómo hacerlo bien en la práctica se mantiene vigente. Se ha andado mucho desde que en 1949 viera la luz el primer código ético internacional (Código de Nuremberg) para proteger a las personas del abuso en la investigación (Van Liempt y Bilger, 2009: 8). Pero, aunque se pueda afirmar que los estándares éticos en ciencias sociales se basan en los principios básicos del respeto a la dignidad humana, la justicia y la beneficencia; y que estos se deben aplicar principalmente a través del consentimiento informado, no engaño, el respeto a la privacidad y la confidencialidad y la exactitud (Christians 2005: 144. citado por Van Liempt y Bilger, 2009: 9) vemos que los investigadores siguen encontrando dificultades a la hora de conciliar el rigor metodológico y la ética sobre el terreno.

Los investigadores españoles en el ámbito de las migraciones y de los grupos más vulnerables encontrarán, en mi opinión, interesante esta recopilación de artículos sobre la experiencia del trabajo de campo. Hallarán preocupaciones, estrategias, problemas y soluciones que ellos mismos se han encontrado y planteado y un debate abierto al que tienen mucho que aportar.

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR