¿Cuál es el fin de la educación?

AutorJavier Gracia Calandín
Páginas55-73
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CAPÍTULO 2.
¿CUÁL ES EL FIN DE LA EDUCACIÓN?
Más que el objetivo, la educación es el camino.
UNESCO (2014a)
La educación ha ido cobrando progresivamente interés
para gobiernos y organismos nacionales e internacionales.
Sin embargo, la razón que ha justificado y aún justifica la
importancia que se le concede a la educación ha variado
significativamente. Si el futuro de la sociedad pasa por la
educación, entonces es de la mayor urgencia plantearse ha-
cia dónde queremos encaminar la educación, cuál es el fin
que buscamos al educar, en definitiva, cuál es el fundamento
que sostiene y justifica la labor educativa.
Recientemente, en el contexto español de la LOMCE se
ha avivado el debate acerca de la función que ha de tener
la educación porque en el preámbulo del anteproyecto se
indicaba que la educación ha de preparar a las personas para
el mercado laboral. Algunas voces se alzaron en contra de
este enfoque y el anteproyecto de ley fue finalmente modi-
ficado. Sin embargo, esta visión de la educación que incide
en la rentabilidad en términos de crecimiento económico y
su instrumentalización por el mercado está lejos de ser un
caso aislado.
Javier Gracia Calandín
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En su informe de 2015 la UNESCO explícitamente ha
reafirmado la necesidad de una visión humanista y revisa-
do críticamente el “humanismo científico” que en los años
setenta el organismo adoptó a partir del Informe Fauré
(UNESCO, 2015: 38). Efectivamente, en el informe de Edgar
Faure, Learning to Be ([1972] 1973), se defendía que para el
progreso social y, sobre todo, el desarrollo personal –para
“llegar a ser uno mismo”– era necesario desarrollar todas
las potencias del conocimiento, científicas y técnicas.
Esta es la razón por la que la Comisión haya considerado
como esencial que la ciencia y la tecnología se conviertan en
los elementos omnipresentes y fundamentales de toda empresa
educativa; que ellas inserten en el conjunto de las actividades
educativas destinadas a los niños, a los jóvenes y a los adultos,
a fin de ayudar al individuo a dominar no sólo las fuerzas
naturales y productivas, sino también las fuerzas sociales, y
al hacerlo adquirir el dominio de sí, de sus elecciones y de sus
actos: finalmente que ellas ayuden al hombre a impregnarse
del espíritu científico, de manera que promueva las ciencias
sin convertirse en su esclavo (Faure, 1973: 33, la cursiva es
del autor del texto).
Es significativo que el mayor problema estudiado en el
informe Fauré es precisamente el desempleo. Circunstancia
ante la cual propone no dejar de estudiar o formarse. En
tanto que se trata de “optimizar la movilidad profesional y
suscitar con carácter permanente el deseo de aprender y for-
marse” (Fauré, 1973: 38), algunos autores (Haddad y Aubin,
2013: 335) han visto en esto una anticipo de la “educación
para toda la vida” que en los últimos años se viene fomen-
tando en la UNESCO. Sin embargo y aunque el “humanismo
científico” del informe Fauré a menudo incide en el núcleo
humanista de la educación, a mi juicio, hay una pregunta

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