Equívocos en torno a los conceptos de vida y calidad de vida

AutorMª Victoria Roqué Sánchez
CargoCièncias de la Salut Universitat Internacional de Catalunya Josep Trueta s/n 08195 San Cugat del Vallés (Barcelona) e-mail: vroque@csc.uic.es
Páginas224-235

Page 224

Buena parte del debate actual en medicina se centra en el cambio de interpretación del valor y del reconocimiento que se debe a la vida humana. Vida y Calidad de vida son dos expresiones con múltiples significados, estrechamente relacionadas entre sí, que conciernen directamente a la vida humana y por tanto atañen a cuestiones que no pueden ser planteadas y desarrolladas sólo desde la medicina. Como advierte el Nobel de Economía Amartya Sen, el tema de la vida humana pertenece al ámbito de la ética y no sólo al papel de la medicina clínica. Ambos conceptos gozan de aceptación general en el terreno de los principios o enunciados. Son conceptos que no se discuten, que se suscriben y defienden tanto para nosotros como para los demás. Pero en la práctica, cuando hay que determinar el modo concreto de actuar, la diversidad de posturas es difícilmente conciliable y no hay un criterio único a seguir. Y, aun cuando se emplean los mismos términos y parecen coincidir los mismos objetivos, se defienden y argumentan actuaciones tanto para promover la vida como para eliminarla. El uso del lenguaje se invierte extrañamente y la propia persona humana resulta más o menos distorsionada.

1. El escurridizo concepto de vida

En la Encyclopedia of Bioethics de l Universidad de Georgetown (ed. 1995) la autora de la voz Life, S. Franklin, considera que es uno de los términos fundamentales para la Bioética y, a la vez, de los más problemáticos. No sólo por las dificultades que existen para unificar los criterios que determinan el inicio y fin de la vida y de donde se derivan temas tan importantes como son el estatuto del embrión y la eutanasia, sino porque la misma idea de vida es etérea, vaga cuando no es rechazada. El Premio Nobel Peter B. Medawar escribió Aristotleto Zoo, en la versión italiana viene subtitulado Dizionario filosofico di biología y la voz Vita no aparece, pero sorprendentemente hay una voz titulada Definizione della vita e di altri termini en la que advierten al lector que el término Vita «está tomado del léxico no científico y usado en contextos científicos muy alejados de aquéllos que pueden darse en el lenguaje común»1. Para estos autores, la palabra en sí no tiene un verdadero significado, lo que cuenta es su uso «que sirve bastante bien para los fines de los biólogos investigadores»2. De ahí se sigue que el problema de la definición de la vida sea irrelevante para ellos. Pero, entonces, ¿quién decide qué usos son los correctos o incorrectos?

Durante siglos la vida había sido pensada como obra de Dios, se admitía que no eran incompatibles la acción divina y la acción científica del hombre, que había una congruencia entre la creación y el proceso evolutivo. En el ámbito filosófico, el término vida es un término análogo que indica un grado de ser y, a la vez, un grado de perfección en la posesión de ser. Y así, se afirma que ser vivo expresa Page 225 la mayor dignidad relativa en la posesión del ser3.

Rechazadas estas explicaciones filosóficas por ingenuas y propias del estadio infantil de la humanidad, son pretendidamente superadas por la mentalidad tecno-cientificista4, que considera la vida como un proceso casual guiado por la mano invisible de la selección natural. Se trata de un plan ciego, en el que no existe intencionalidad alguna. Además de parecer incapaz de percibir la radical diferencia que existe entre movimientos y procesos que son regulados en el interior y movimientos inducidos y regulados por fuerzas externas, es paradójico que la tan proclamada neutralidad científica posea caracteres comunes a las concepciones míticas del cosmos y del hombre de los siglos VIII a. C y a las doctrinas materialistas de los siglos VI-V a. de C5.

Más recientemente, la aparición de la biotecnología ha configurado sus conocimientos en el ámbito del mundo natural y ha desarrollado habilidades técnicas para dominar los procesos biológicos, de tal modo que hoy es posible proyectar y rediseñar formas de vida vegetal y animal. La vida, también la humana, se ha convertido, a menudo, en un producto de la biotecnología, en un instrumento dúctil de posibilidades ilimitadas. La biotecnología se concibe como una nueva alfabetización de la humanidad. Así, Silver aspira, en su libro Remaking Eden: cloning and beyond in a brave new world, a demostrar la tesis de que se puede directamente clonar el hombre del paraíso terrestre6. La genética suplanta a la filosofía. Las recientes investigaciones en este campo se presentan como la explicación última de las distintas contingencias de la vida de cada ser humano. Otra de las consecuencias de la reducción cientificista de la vida es la puesta en discusión por parte de filósofos y científicos de la superioridad de la vida del hombre sobre otras formas de vida. Se empezó minimizando las diferencias entre los hombres y los animales, entre el comportamiento de la materia viva y la conducta inteligente del hombre, para llegar hasta la postura extrema de la completa equiparación de todas las especies de seres vivientes. No obstante, si se quiere conocer al hombre es preciso distinguir la originalidad de la vida humana de otras formas de vida y de sistemas materiales complejos. Page 226

Por supuesto, la vida humana es un problema científico pero es mucho más que eso. El saber científico-técnico es un modo de interpretar y transformar la realidad, pero no agota todas las posibilidades de la razón abierta al mundo y a la persona en todas sus dimensiones. No es posible entender el fenómeno de la vida desde una postura conceptual unívoca y científicamente neutra. La medicina o la ciencia biológica en general describen cómo suceden los fenómenos del nacimiento y de la muerte, cómo se nace y como se muere y gracias a la investigación lo explican con mayor profundidad, pero no pueden contestar por qué se nace se nace y se muere. El porqué de la vida y de la muerte, de la salud y de la enfermedad no halla respuesta en el programa biológicogenético. En cierta ocasión, el ex presidente Clinton, al referirse a la secuenciación del genoma humano, comentó que estábamos descifrando el lenguaje que Dios había usado para crear la vida. Cierto, no se trata de negar el valor y significación del conocimiento científico. Pero es un saber que está en el ámbito de los medios y no puede pronunciarse sobre los fines No hay duda de que al científico le atañe descubrir los mecanismos de la vida, y el saber técnico es clave para resolver o prevenir graves enfermedades y mejorar las condiciones de vida en general7. Pero a esta afirmación hay que añadir que existe un límite, una medida, y esto se ve claro en que el hombre no detenta el dominio absoluto, ni en lo fundamental ni en las consecuencias, de sus manipulaciones. El resultado es siempre incierto, y tanto más cuanto más profundas sean sus intervenciones en la naturaleza. El problema se agudiza cuando no se reconocen ni se respetan los límites ni las configuraciones naturales. Científicos como Jeremy Rifkin, autor del conocido ensayo The Biotech Century, afirman la enorme influencia de la biotecnológica sobre la humanidad, de tal manera que «nos obligará a considerar muy atentamente nuestros valores más profundos y nos constreñirá a plantearnos de nuevo y seriamente la pregunta fundamental sobre el significado y el fin de la existencia»8. El desenlace lógico ante esta radicalización tecnocientificista es reivindicar para sí el lugar de la filosofía, sustituyéndola. Quien marca el camino y dirige el proyecto existencial del hombre en todas las etapas de su vida, es la biotecnología, la ética se construye y acomoda a la incertidumbre de los avances científicos.

El saber científico está incapacitado para resolver las cuestiones relativas a la finalidad de la vida humana, a su sentido y valor9. De manera que cuando Page 227 el empleo de la técnica no obedece a leyes supratécnicas (leyes éticas) ejerce un poder dictatorial, tendencioso, arbitrario, unilateral, y acaba por convertirse en factor deshumanizante. La individualidad de la vida personal es diluida en la generalidad de la vida biológica. La ciencia -decía Bergson- debe ser científica y no transformarse en cientifismo, es decir, en una pseudometafísica inconsistente bajo la máscara de ciencia.

2. Riesgos y consecuencias de los reduccionismos en medicina

La vida es el bien del que derivan y a partir del cual se desarrollan otros bienes, como la salud, el bienestar general, la calidad de vida, la felicidad, etc.; bienes a los que el ser humano tiende naturalmente. Acometer su realización, disponer de los ajustes y remedios para conseguirlos, constituye el eje de su existencia. En la actualidad la relación entre estos términos es problemática: se solapan los conceptos, los contenidos y los significados son confusos, se desconoce o se niega la jerarquía entre los distintos tipos de bienes. Todo ello produce equívocos y atropellos en la praxis clínica. Médicos y pacientes terminan por no saber qué dice o qué pide el otro cuando habla de salud, de bienestar, de lo que es mejor...Tal situación no es algo casual, es fruto de la visión reductiva y miope del pragmatismo utilitarista científico y del relativismo ético, que indefectiblemente abocan a una...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR