Epílogo: una ocasión perdida

AutorJosé María Puyol Montero
Páginas283-286
283
EPÍLOGO
UNA OCASIÓN PERDIDA
A lo largo de estas páginas hemos repasado las vicisitudes de la Facultad
de Derecho de la Universidad Central durante la II República española. Aque-
lla Facultad de Derecho era entonces la más importante de España y durante
aquellos años de la II República albergaba un extraordinario plantel de profe-
sores, muchos de ellos cabeza de las principales escuelas jurídicas españolas
del momento, con un gran prestigio dentro y fuera de España. Aquello era
algo muy notable y sobresalía en el panorama general de la universidad espa-
ñola del momento, donde no faltaban excelentes profesores de derecho.
Un alto porcentaje de aquellos profesores de Madrid se había formado
al abrigo de la Institución Libre de Enseñanza y participaba de sus deseos
renovadores de la cultura en España. Deseaban forjar una universidad nue-
va, de calidad y profesional, con los más modernos métodos pedagógicos de
enseñanza. Querían sinceramente una universidad que fuera el motor de la
ciencia y de la investigación en España. Pusieron empeño en lograr una ma-
yor profesionalización de la enseñanza y que se hiciera una apuesta seria por
la calidad: se invirtió en nuevas bibliotecas, se crearon nuevos seminarios y
se apostó por dotar a los alumnos de una formación teórica y práctica más
completa. Esa mejora de la docencia y de la investigación fue unida al deseo
de contar con unas instalaciones adecuadas, dotadas de laboratorios, salas de
lectura dignas y aulas para seminarios.
La Universidad Central contaba además con el privilegio de tener la exclu-
sividad en la colación del grado de doctor. Ello suponía no limitarse a impar-
tir estudios de licenciatura, sino también acometer la organización de estu-
dios superiores de especialización e investigación. Ello les exigía estar al tanto
de las últimas doctrinas y las últimas tendencias que circulaban por Europa,
lo que dotaba a su Facultad de Derecho de un peculiar carácter internacional.
Manifestaciones de esto eran el interés por los idiomas, los frecuentes contac-
tos con otras universidades, los intercambios de profesores, las estancias de
ampliación de estudios de sus profesores ayudantes o los viajes de estudios
de sus alumnos. En aquellos años se pudo estrechar lazos no sólo con las
principales universidades europeas, sino también abrir puentes con mundos
culturalmente más lejanos, como Rusia o los Estados Unidos.

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