Epílogo

AutorJosé Miguel Andreu
Páginas257-261

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Como se ha señalado a lo largo del texto, el Mundo se enfrenta a varios problemas de magnitud relevante, algunos de ellos con derivaciones políticas inquietantes. De entre esos problemas económico-políticos, algunos son específicos de Occidente en tanto que otros afectan a todos los países del mundo, sean estos PAI o PIMB.

Los problemas específicos de Occidente (PAI) tienen que ver en primer lugar con su inevitable adaptación económica a los nuevos tiempos. Unos tiempos en los que su declinante dominación política, dificultará a Occidente la obtención de ventajas o rentas económicas que compensen su ya ralentizado crecimiento económico. Desaceleración económica de los PAI que ha resultado inducida por una productividad ya menos pujante, por unos costes unitarios de lo producido relativamente elevados746, por un pulso demográfico ya débil (sobre todo en Europa), agravado por un cierto enroque anti-inmigratorio, y por el práctico agotamiento de sus reservas de trabajadores en el sector primario. Reservas de trabajadores que en otro tiempo –mediante su transferencia a la industria y los servicios– permitieron a Occidente elevar con rapidez la productividad media de su mano de obra. Transferencias laborales intersectoriales que, sin embargo, todavía continuarán a buen ritmo, como mínimo durante 2 décadas más en muchos PIMB; lo que, sin duda, permitirá a esos PIMB continuar creciendo conjuntamente con mucha más rapidez que los PAI, aunque con un diferencial favorable ya más atenuado que en los últimos 20-25 años.

Un problema adicional de Occidente cuyas consecuencias económico-políticas están agravando su problema general de ajuste económico, es la deficiente organización en la que están inmersas actualmente la UE y su Eurozona. Esa organización de países (UE) –que produce como el 19% del PIB del Planeta (medido a tipos de cambio), y cerca del 30% del PIB de los PAI– tiene un peso económico muy importante a escala mundial como para mantener sine die una gobernación colectiva ineficiente que perjudica tanto a la mayor parte de sus países miembros, como al resto de Occidente y del Mundo. Eso tendrá que cambiar con rapidez, debiendo moverse inicialmente la Eurozona –según lo sugerido en el texto (Cap.4)– hacia una federación selectiva de unos 10 países, esto es hacia un estado unitario económicamente más homogéneo, y proporcionalmente mucho más potente.

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Aparte de esas dificultades “específicas de Occidente”, y de la necesaria organización de una Defensa Global, indispensable para el apoyo y funcionamiento ordenado de una nueva ONU democrática que permita mejorar la gobernabilidad global actual, Occidente y los PIMB también deberán hacer frente a distintos problemas regionales o globales del Planeta, de entre los que cabría aludir: 1) a la desigualdad personal interna de rentas, creada en muchos países occidentales a partir de la expansión de la Revolución Conservadora (desde 1980) y la Globalización (desde 1990); 2) al importante gap internacional de rentas per cápita desfavorable a los PIMBB, hoy todavía escasamente corregido (en términos relativos)747, e inductor en la actualidad de inmigraciones no deseadas y, a veces, de inseguridad ciudadana (incluyendo acciones terroristas); y 3) a los problemas de sostenibilidad medioambiental y de lucha contra el cambio climático.

Aunque la prioridad en la resolución de esos problemas generales del Planeta sea materia opinable, da la impresión de que –dado que afecta a todo el colectivo y todo el tiempo, y de que el tiempo disponible para su corrección parece tender a agotarse– la lucha contra el cambio climático debería ser el asunto más urgente a resolver. Desafortunadamente, y a pesar de los supuestos “avances” de París en 2016, la Sociedad...

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