La literatura, el Otro y el ensayo, una aproximación a la obra de cuatro ensayistas latinoamericanos: José Carlos Mariátegui, Ángel Rama, Germán Arciniegas y Walter Mignolo

AutorDiego Fabián Arévalo Viveros - Javier Ernesto González Blandino - Catalina Loaiza Mancipe
Páginas106-113

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El ensayo, la literatura y el Otro

Inicialmente pretendemos aproximarnos a las concepciones de literatura propuestas por tres ensayistas latinoamericanos para observar cómo el planteamiento de tales concepciones afecta el género ensayístico en su estructura discursiva. Dichos autores son: José Carlos Mariátegui, Ángel Rama y Walter Mignolo. Dos aspectos determinan sus conceptos de literatura. Primero: la observación de las situaciones coloniales. Para ellos, literatura y colonización son acontecimientos implicados. La literatura está determinada por la irrupción de la letra castellana en el espacio americano. Mariátegui registra que la primera literatura peruana se caracteriza por su «dependencia a España» (Mariátegui, 2007: 200). Ángel Rama observa que esta «es sólo una porción de la producción letrada española» (Rama, 1998: 26) y Mignolo apunta que la literatura «es impensable sin el concepto de letra» (Mignolo, 1994b: 21). Como segundo aspecto tenemos que estas nociones de literatura implican pensar en el Otro: el indígena, el colonizado. Los tres autores reflexionan sobre la alteridad en sus obras y esto afecta sus planteamientos respecto de qué es literatura y sus respectivas concepciones de ensayo puesto que la escritura de este último (así como el hecho de pensar la literatura) implican tener presente a la alteridad. La literatura y el ensayo, en consecuencia, se piensan y se escriben desde el reconocimiento de la alteridad. Esta preocupación por la diferencia, desde el punto de vista de Germán Arciniegas, constituye uno de los principales rasgos del género en Sur América. En este proceso de discusión sobre el Otro, el ensayo ha devenido espacio de lenguaje donde se ha llevado a cabo la escritura, la construcción y la crítica a la identidad y el devenir histórico latinoamericano: «De todos los personajes que han entrado en el teatro de las ideas universales, ninguno tan inesperado ni tan extraño como América» (Arciniegas, 1979: 2). América, en estos términos, es también un ensayo; un ensayo donde el mencionado continente piensa y discute la alteridad y su alteridad.

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I José Carlos Mariátegui

El concepto de literatura en José Carlos Mariátegui hay que rastrearlo en su crítica a la noción de hecho literario concebido como fenómeno aislado de los acontecimientos sociales. Para Mariátegui, esta «autonomía» (la comprensión de la obra literaria por sí misma) implica un entendimiento incompleto del arte verbal en la medida que se lo aparta de los espacios y situaciones socio-culturales donde la obra es producida: «El crítico profesional considera la literatura en sí misma. No percibe sus relaciones con la política, la economía, la vida en su totalidad. De suerte que su investigación no llega al fondo» (Mariátegui, 2007: 206).

Esta crítica a la autonomía del hecho literario lleva implícito un concepto de literatura según el cual, esta última se corresponde con los universos sociales donde es producida. La literatura es un hacer estético pero también social y político. Este entendimiento del hecho literario le permite a Mariátegui plantear que la literatura peruana está determinada por las relaciones históricas entre España y Perú. Si las relaciones de poder entre la corona española y las comunidades quechuas se caracterizaron por el despojamiento de la tierra y por la marginación política, la literatura creada en este contexto social posee también estos rasgos: marginación del otro indígena.

Nuestra literatura no cesa de ser española en la fecha de la fundación de la República. Sigue siéndolo por muchos años, ya en uno, ya en otro trasnochado eco del clasicismo o del romanticismo de la metrópoli. En todo caso, si no española, hay que llamarla por luengos años, literatura colonial [Mariátegui, 2007: 199].

La literatura peruana, por lo menos la de los siglos XVI al XIX refleja las relaciones coloniales cuyo proyecto estético descarta la presencia de la alteridad quechua:

En un país dominado por los descendientes de los «encomenderos» y los oidores del Virreinato, nada era más natural, por consiguiente, que la serenata bajo sus balcones. [...] Los mediocres literatos de una república que se sentía heredera de la Conquista no podían hacer otra cosa que trabajar por el lustre y brillo de los blasones virreinales [Mariátegui, 2007: 201].

En consecuencia, la alteridad es todo lo que le falta al concepto colonial de literatura (a partir de esta ausencia, esta noción se construye). La diferencia, excluida de este concepto, es el indio, el quechua, lo inkario, el mundo serrano, andino:

Y en el Perú la literatura no ha brotado de la tradición, de la historia, del pueblo indígena. Nació de una importación de la literatura española; [...] Por eso no hemos tenido casi sino barroquismo y culteranismo de clérigos y oidores, durante el coloniaje; romanticismo y trovadorismo mal trasegados de los bisnietos de los mismos oidores y clérigos, durante la República. La literatura colonial, malgrado algunas solitarias y raquíticas evocaciones del imperio y sus fastos, se ha sentido extraña al pasado inkaico [Mariátegui, 2007: 201].

Este dejar por fuera a la alteridad se ratifica con la fundación de las naciones independientes: «destruida la civilización inkaica por España, constituido el nuevo Estado sin el indio y contra el indio [...] la literatura peruana tenía que ser criolla» (Mariátegui, 2007: 203).

El ensayo de Mariátegui se puede definir como una investigación-cuestionamiento de esta borradura de la alteridad en la noción colonial de la literatura peruana; también se puede...

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