La energía renovable de la biomasa y su contribución a la mitigación del cambio climático de lege ferenda

AutorEva Blasco Hedo
Páginas627-659
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CAPÍTULO 22
LA ENERGÍA RENOVABLE DE LA BIOMASA Y SU
CONTRIBUCIÓN A LA MITIGACIÓN DEL CAMBIO
CLIMÁTICO DE LEGE FERENDA
Dra. Eva Blasco Hedo
Responsable del Área de Investigación y Formación
Centro Internacional de Estudios de Derecho Ambiental
(CIEDA-CIEMAT)
I. Introducción. II. Conjugación entre clima y energía. III. El avance hacia la unión de la
energía. IV. Una gobernanza para el cumplimiento de los fines energéticos. V. La situación
de las energías renovables y el objetivo del 27% vinculante a escala de la unión europea.
VI. La biomasa en el marco de las energías renovables. 1. La falta de claridad en su defi-
nición dificulta un sistema armonizado. 2. La biomasa en un contexto de política energé-
tica integrada. 3. El ejemplo del aprovechamiento de la biomasa forestal y su potencial
térmico a nivel local. 4. Los espacios forestales y su contribución a la reducción de emi-
siones de dióxido de carbono. VII. Referencias bibliográficas y documentales.
Abstract: Cuando escribo estas líneas se está celebrando en BON la XXIII Conferencia
de las Partes (COP23), donde se debaten las normas de aplicación del Acuerdo de París,
con un dato sobre la mesa no del todo positivo, y es que las emisiones de mundiales de
CO2 han aumentado durante 2017. La Unión Europea tiene que hacer los deberes antes
de 2020 para que la conjugación entre clima y energía cuadre bajo su propuesta de una
Gobernanza de la Unión de la energía. En este contexto, el tránsito definitivo hacia un
modelo energético renovable debe ser real, limpio de escollos. Es el momento de
reconocer a la biomasa el protagonismo que le corresponde. Los espacios forestales son
auténticos yacimientos energéticos y, al mismo tiempo, verdaderas máquinas de
absorción de CO2. Por lo que la disyuntiva entre gestión y conservación debe salvarse a
través de una silvicultura climáticamente inteligente.
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Políticas locales de clima y energía: teoría y práctica
I. INTRODUCCIÓN
Apenas faltan dos años para 2020 y se atisban cambios en el horizonte pa-
trocinados por la consecución de una integración entre clima y energía que
precisa de un verdadero y real protagonismo de las energías renovables, con un
claro aumento de su cuota. En la primera parte de este trabajo me planteo, con
el basamento del Acuerdo de París, hacia dónde se dirige la Unión Europea para
alcanzar las metas que se ha propuesto en el sector de las renovables bajo los
auspicios de la tan anhelada Unión de la Energía y su traducción en la práctica:
cierta uniformidad o dispersión a través de veintiocho marcos reglamentarios
nacionales. Para dar una respuesta he creído conveniente analizar las propues-
tas normativas que por el momento están encima de la mesa, haciendo especial
hincapié en la Gobernanza de la Unión de la Energía con la pieza clave del
control por parte de la Comisión. El siguiente peldaño viene representado por
el examen de los cambios introducidos en la Propuesta de Directiva relativa al
fomento del uso de energía procedente de fuentes renovables, que fija una cuo-
ta vinculante del 27% en el consumo final de energía exclusivamente a escala
de la Unión Europea, y las consecuencias que se pueden derivar de la fijación
de esta meta para los Estados miembros.
En la segunda parte incido en el protagonismo que debe alcanzar una ener-
gía que también es renovable, la biomasa, especialmente la forestal, y su desti-
no al uso térmico a través de su aplicación para calefacción y frío por medio de
la instalación de redes. No resulta baladí definir el término «biomasa» ni
examinar las operaciones que conlleva su aprovechamiento energético así como
el papel de los actores que intervienen en la cadena hasta lograr aquel objetivo.
Trataré de conectar los espacios forestales en su concepción de «yacimientos
energéticos» con su función de sumidero de CO2 a raíz de la más que novedosa
Propuesta de Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo sobre la
inclusión de emisiones y absorciones de gases de efecto invernadero resultantes
del uso de la tierra, cambio de uso de la tierra y silvicultura y cómo se incluirá
este sector en el marco de actuación en materia de clima a partir de 2021.
Planteamientos como la gestión forestal sostenible y/o la conservación del
monte impregnan esta exposición hasta llegar a comprender si es posible una
silvicultura climáticamente inteligente.
II. CONJUGACIÓN ENTRE CLIMA Y ENERGÍA
La integración entre clima y energía resulta patente, de hecho, se podría
afirmar que juegan al unísono1, aunque no siempre fue así en los acuerdos o
1
En octubre de 2014, el Consejo Europeo acordó el marco de actuación en materia de clima y
energía hasta 2030. En él se establece el compromiso de la Unión Europea con un objeto vinculante de
La energía renovable de la biomasa y su contribución a la mitigación del
cambio climático de lege ferenda
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en las políticas internacionales o comunitarias, e incluso en las disposiciones
normativas, tintados de cierta dispersión. En pro de la integración, se trae a
colación el titular de un periódico nacional: «la sequía dispara las emisiones
de gases de efecto invernadero». La falta de agua de los pantanos españoles
ha provocado la caída de la generación de energía hidráulica en favor del
carbón durante los seis primeros meses del año 20172. Para que aquel
engranaje funcione y se llegue a conseguir una reducción de emisiones de
GEI, objetivo bienintencionado que a raíz del Acuerdo de París se trata de
concretizar en niveles porcentuales más bien imprecisos, resulta imprescindible
el aporte de las energías renovables. Tipologías de energía que resultan
determinantes para asegurar una descarbonización más o menos completa del
sistema energético europeo3.
Ni que decir tiene que afortunadamente el Acuerdo de París, en el que la UE
intervino con una única voz, entró en vigor de una manera sorprendentemente
acelerada el 4 de noviembre de 2016, pese al paulatino desmarque a posteriori
de Estados Unidos, uno de los países más contaminantes del mundo. Una voz
discrepante con esta política fue patrocinada durante la celebración de una Con-
ferencia de Alto Nivel sobre Energía Limpia en el Parlamento Europeo, que
tuvo lugar en la segunda semana del mes de noviembre de 2017, por el Gober-
nador de California Jerry Brown, al reconocer que «el calentamiento global no
es un problema más, es una amenaza», con una clara predisposición de alianza
con la UE. Asimismo, los Mandatarios del G20 cerraron su cumbre de Hambur-
go el 8 de julio de 2017 con una declaración en la que afirmaban que aquel
Acuerdo es «irreversible» —no se le puede dar la vuelta y cambiar de color—,
al tiempo de pactar un plan de acción en materia de clima y energía.
Simultáneamente, es preciso un abandono paulatino de los combustibles
fósiles y, por ende, la disminución de las ayudas a la producción de energía
convencional, una de las causas que frena el ascenso de las renovables4. La
reducción interna del 40% como mínimo de las emisiones de GEI en el conjunto de la economía de
aquí a 2030 en comparación con 1990.
2
Planelles, M., «La sequía dispara las emisiones de gases de efecto invernadero en España», El
País, 15 de agosto de 2017: 18.
3 En 2015, las energías renovables contribuyeron a evitar la emisión de (GEI) equivalentes a las
emisiones de Italia, en concreto 436 millones equivalentes de CO2, en comparación con la base de re-
ferencia de 2005. Fuente: AEMA.
4
Las políticas favorables al petróleo, al carbón y a otros combustibles intensivos en carbono, así
como las subvenciones de algunos Estados miembros, deben considerarse un obstáculo a la innovación
en energías limpias. Estas políticas ocultan el verdadero coste social de los combustibles fósiles y re-
ducen articialmente sus precios. El informe de la Comisión titulado Energy prices and costs in Euro-
pe (precios y costes de la energía en Europa) SWD (2016) 420, considera que las subvenciones anuales
directas a los combustibles fósiles supusieron en 2012 unos 41.900 millones de euros, que ascienden a
300.000 millones de euros si se incluyen las externalidades medioambientales. En un contexto de re-
cursos escasos, la carga presupuestaria de estas subvenciones implica una disminución de los recursos
que posiblemente podrían dedicarse a la nanciación pública de la investigación y la innovación de
energías limpias. Para más información, COM (2016) 763 nal.

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