«Empleo e inclusión social»

AutorGuillermo Rodríguez Folgar
Páginas185-187

Page 185

Luís Toharia Cortés, Cecilia Albert Verdú, Carlos García Serrano, Miguel Ángel Malo Ocaña, María Ángeles Davia Rodríguez y José María Arranz Muñoz Mtas Madrid, 2007 251 págs

El presente libro es el resultado de un estudio decidido y encargado conjuntamente por el MTAS y la Universidad de Alcalá en el marco de un convenio de colaboración para la investigación y el análisis de la pobreza y la exclusión.

El libro comienza con la presentación de las principales cuestiones metodológicas relativas a los datos y cuestiones utilizados, detallándose el uso que se ha realizado de la Encuesta de Condiciones de Vida, en su edición de 2004; en segundo lugar se analizan las definiciones de pobreza utilizadas y se presentan los datos principales que esas variables arrojan.

La conclusión que se llega de dicho análisis es que existen ciertas características de los individuos y de los hogares que se encuentran más asociadas a la situación de pobreza relativa. Dichas características son las siguientes: ser mujer (aunque con muy poca diferencia con respecto a los varones), ser joven entre 16 y 24 años y también ser mayor de 64 años, estar separado, divorciado o viudo, tener un nivel bajo de estudios, vivir en un hogar unipersonal, en un hogar formado por un adulto solo con dependientes o en un hogar con muchos miembros, y residir en Extremadura o Andalucía. Estas características son similares a las que se encuentran asociadas a la pobreza grave.

A continuación se lleva a cabo una revisión del conjunto de indicadores disponible actualmente para permitir el seguimiento de los avances en la consecución de los objetivos de reducción de la pobreza y la exclusión social. Tras ello se realiza una propuesta de indicadores adicionales a los existentes que se centran sobre todo en las carencias de los individuos: se trata de indicadores directos o de privación, que pretenden cuantificar las condiciones de vida actuales de los individuos o los hogares. Desde este punto de vista, la pobreza se mide en relación con los resultados, no con los recursos económicos, es decir, una vez que los recursos se han transformado en condiciones de vida.

En el capítulo siguiente se lleva a cabo un análisis de la posible relación entre la situación de pobreza y ciertas características relacionadas con la situación laboral de los individuos. De ese análisis se deduce que ciertas características relacionadas con la actividad económica, como estar inactivo o, sobre todo, parado, están correlacionadas con la mayor probabilidad de que los individuos se encuentren en la pobreza relativa o en la pobreza grave.

Los autores pasan a continuación a estudiar la pobreza en un colectivo específico como es la población joven. Del citado análisis deducen que el riesgo medio de pobreza de los jóvenes no se puede calificar de muy elevado en comparación con otros grupos de edad, exceptuando el grupo de los menores de 20Page 186 años, que padecen un riesgo de pobreza similar al de los niños de 10 a 15 años. Sin embargo, señalan los autores que aunque el riesgo medio no es muy elevado, se advierte una considerable heterogeneidad entre grupos de jóvenes, en torno a tres ejes: composición del hogar, nivel educativo y mercado de trabajo.

Con respecto al primero, destacan los autores que los jóvenes que viven solos, los que ejercen la maternidad o paternidad en solitario y los que conviven en familias de tres generaciones tienen tasas de riesgo de pobreza extraordinariamente altas.

El segundo eje (nivel educativo) suscita una cuestión merecedora de un análisis más detallado: si el nivel educativo se ve remunerado en el mercado de trabajo, la relación entre nivel educativo y pobreza es directa y se produce vía ingresos.

El tercer y último eje que vertebra el mapa de la pobreza juvenil en España es el mercado de trabajo, que gira en torno a dos aspectos: por un lado, la situación con respecto a la actividad (siendo los jóvenes que están parados y, en especial, los que han sufrido paro de larga duración, más propensos a vivir en hogares pobres); por otro, una vez en el empleo, los trabajadores temporales y los que no trabajan a tiempo completo son especialmente vulnerables, a pesar de su condición de ocupados.

El capítulo siguiente contiene un estudio dinámico de la pobreza en el sentido de considerar cuál es la situación de los individuos y los hogares no en un momento concreto del tiempo sino en un período relativamente largo (de varios años). Esta perspectiva permite diferenciar la pobreza persistente de la pobreza transitoria. Además, se analizan cuáles son las características de los individuos que viven en hogares pobres de manera persistente y las de los que viven en hogares que se encuentran ocasionalmente por debajo del umbral de pobreza, con objeto de comprobar hasta qué punto son las mismas o no.

Los resultados de dicho análisis pueden interpretarse en el sentido de que la pobreza persistente y la pobreza ocasional obedecen a procesos parecidos y, por consiguiente, las políticas de actuación deberían ser parecidas, si bien matizando la intensidad de las políticas en función de ciertas variables (pues el tamaño de la influencia de las variables relevantes es diferente).

Concluye el libro con unas breves reflexiones sobre el posible papel de las políticas del mercado de trabajo, especialmente las denominadas «activas», en la lucha contra la pobreza.

Por una parte, tanto para prevenir el riesgo de exclusión como para actuar de una manera eficiente sobre la población excluida o en riesgo de exclusión, es necesario incrementar los recursos educativos y desarrollar procedimientos de coordinación para la gestión de los diferentes programas relacionados con el tratamiento de personas en riesgo de exclusión por las diferentes administraciones públicas.

Por otra parte, no deben olvidarse dos cuestiones: en primer lugar, las recientes evaluaciones de los programas específicos de medidas activas destinadas a los jóvenes resumidas en el reciente informe Employment in Europe de 2006, han puesto de manifiesto el relativo fracaso de estas medidas como políticas destinadas a eliminar o reducir el desempleo y, en general, a conseguir un funcionamiento más eficiente del mercado de trabajo.

En segundo lugar, tanto en la lucha contra el desempleo como en la lucha contra la pobreza, los resultados que cabe esperar sólo pueden ser moderados, debido a un problema de «colas»: por mucho que se forme a las personas, puede haber empleos de baja remuneración que tienen que ser desempeñados por alguien y cuya estabilidad laboral es probable que sea intrínsecamente baja.

Concluyen los autores señalando que las políticas activas del mercado de trabajo, cuyoPage 187 papel general como instrumento de mejora de la eficiencia de dicho mercado es bastante discutido, aunque generalmente aceptado, tienen un papel todavía más limitado que desempeñar en la lucha contra la pobreza. Su influencia, señalan, sólo puede ser indirecta, a través de la mejora de las condiciones de empleo de las personas que se encuentran en situación de riesgo de pobreza, pero no cabe esperar que sean un elemento significativo en la lucha contra la marginación y la exclusión que la pobreza grave conlleva.

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