Elogio fúnebre pronunciado por Juan Carlos Carbonell Mateu

AutorJuan Carlos Carbonell Mateu
CargoCatedrático de Derecho penal de la Universidad de Valencia
Páginas12-14

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Y ahora, Susana. Otro impacto durísimo para los penalistas españoles. En plena producción científica, en plena madurez intelectual y tras una traidora enfermedad ha muerto Susana Huerta. Su inteligencia y su tesón, su trabajo constante hicieron de su obra, sin duda, una de las más importantes de la doctrina penal española. Desde su tesis doctoral sobre el aborto con resultado muerte o lesiones graves, ha abordado siempre temas nucleares y comprometidos de la dogmática y la política criminal: sus trabajos sobre el error, la antijuridicidad (Sobre el contenido de la antijuridicidad) y, sobre todo, la omisión (Problemas fundamentales de los delitos de omisión, Principales novedades de los delitos de omisión en el Código Penal de 1995), constituyen referencias imprescindibles para quien pretenda tratar cuestiones nucleares de la teoría jurídica del delito, como, por cierto, lo es el libro que con ese título publicó con su inseparable compañero, Emilio Octavio de Toledo, también tan prematuramente desaparecido. Sus trabajos sobre Parte Especial, (delitos patrimoniales, alzamiento de bienes, receptación, protección del patrimonio inmobiliario y derecho a la vida, integridad física y moral, violencia de género) son igualmente magníficos.

Su paso por el Tribunal Europeo de Luxemburgo primero y, sobre todo, en dos períodos como Letrada del Tribunal Constitucional después, contribuyeron decisivamente a su formación como jurista integral. Que Susana Huerta no haya sido nunca Magistrada de ese Tribunal es una clara muestra de la imperiosa necesidad de variar los métodos de selección. Quien más perjudicado ha resultado ha sido, sin duda, el ciudadano y sus garantías. Pero ese paso dio sus frutos también en su producción científica: Susana ha sido siempre exquisitamente sensible con los principios penales y las garantías individuales y lo fue aún más a raíz de esa excelente tarea en el TC: el principio de legalidad, la intimidad, el honor fueron singularmente defendidos en publicaciones suyas y abordó con especial lucidez cuestiones tan

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complejas como la prescripción. Rechazó la introducción de la libertad vigilada, a la que calificó de «extraña consecuencia del delito», así como todas las reformas que desconocen los principios de legalidad y culpabilidad. Insistiría recientemente en ello en la magnífica ponencia que defendió en Valencia con ocasión del Seminario que tuve el honor de organizar sobre la omisión en la que volvió a...

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