Elogio fúnebre pronunciado por Enrique Gimbernat Ordeig

AutorEnrique Gimbernat Ordeig
CargoCatedrático emérito de Derecho penal de la Universidad Complutense de Madrid
Páginas5-8

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Para honrar la memoria de Susana Huerta, en principio debería empezar por glosar su obra; pero en esta intervención puedo prescindir en gran parte de una exposición detallada de la misma, porque los organizadores de esta Jornada en Homenaje a Susana Huerta han

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tenido el acierto de programar esta mañana dos sesiones científicas destinadas precisamente a analizar esa obra de Susana por lo que me voy a limitar a hacer una breve referencia a sus aportaciones.

De ellas quiero destacar, en primer lugar, que sus conocimientos y experiencias acumulados en el Tribunal Constitucional español y en el Tribunal de Justicia y en el Parlamento europeos le sirvieron para explicarnos en muchas de sus aportaciones, magistralmente, cómo debe interpretarse nuestro Derecho penal cuando se le pone en conexión con la Constitución Española y con el Derecho de la Unión Europea.

En segundo lugar, y como también se ha puesto de manifiesto esta mañana, una gran parte de la obra científica de Susana Huerta ha abordado problemas tan centrales -y, por ello, tan trillados- del Derecho penal como el error, la antijuridicidad, la omisión o el principio de legalidad. En cualquier ciencia lo realmente difícil, y lo que distingue al creador de un mero recensionista de su disciplina, es aportar ideas originales -lo que no ha de confundirse con ocurrencias- y, natural-mente, y cuantas más opiniones se hayan expresado sobre una deter-minada materia -que es lo que sucede precisamente con esos problemas centrales- menos posibilidades existen de decir algo real-mente nuevo. Porque Susana lo hizo, por eso fue una creadora.

Junto con Manuel Cobo del Rosal soy el más viejo de los profesores vivos que pertenecen o han pertenecido al Departamento de Derecho penal de la Universidad Complutense. Y nunca pensé, por la diferencia de edad que nos separaba, que tendría que ser testigo de la muerte de tres maestros del Derecho penal que fueron miembros, para nuestra fortuna, de este Departamento: de la de Luis Felipe Ruiz Antón, fallecido a los 57 años de edad, y de las de Emilio Octavio de Toledo y Susana Huerta que nos han dejado, ambos, poco antes de cumplir los 65.

En una milonga que forma parte de su obra Para las seis cuerdas, escribe Borges:

Y sin embargo me duele Decirle adiós a la vida, Esa cosa tan de siempre, Tan dulce y tan conocida

.

Tengo 77 años y claro que también, más pronto o más tarde, me dolerá decirle adiós a la vida. Pero que con tan sólo 64 años Susana...

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