Las elites rioplatenses y su representacion de la categoria «gobierno despótico» (1820-1829)

AutorRubén Darío Salas
CargoDocente-Investigador del Proyecto «Modos y comportamientos de la élite urbana en el marco institucional (siglos XVI-XIX)», dirigido por la Lic. Hilda R. Zapico (Universidad Nacional del Sur). Argentina.
Páginas1-17

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  1. El objetivo central de este trabajo es demostrar que una palabra o expresión, en este caso Despotismo, ejerce una fuerza decisiva dentro de un determinado contexto histórico, más aún cuando la misma opera dentro de un encuadre epistemológico que, siguiendo la conceptualización de Michel Foucault, designamos como «clásico» adscribiendo, además, a la teoría de la representación por él desarrollada, donde se advierte que entre la cosa representada y la representación de la misma apenas se interpone una débil malla. En suma, que las palabras expresan la razón de ser del contexto histórico, que aquí observaremos plasmado a través de algunas expresiones despóticas extraídas del entramado discursivo producido por las élites rioplatenses.

Introducción
  1. La historia de una palabra, de una expresión, su articulación recurrente dentro de una modalidad discursiva; la extensión de su campo semántico, en fin, el hecho de que los actores sociales que deciden el rumbo político de una comunidad hagan uso de una determinada expresión o palabra para representarse su realidad, no es otra cosa que la historia de una idea, de una «visión del mundo». Un lexema o expresión dominante importa el predominio de un sentimiento, en tanto las palabras no son meros instrumentos de circunstancias, sino expresión de un acto reflexivo, de un «yo» actuante.

  2. El empleo recurrente de las variantes léxicas de «Despotismo» denota la magnitud de una crisis, que aquí estudiamos en su versión rioplatense, pero cuyo empleo puebla el discurso liberal e ilustrado de la época. No obstante, la extensión que se atribuye a esta voz en el ámbito rioplatense, permite explicar las dificultades futuras que sólo un prolongado esfuerzo podría neutralizar, permitiendo entonces arribar a resultados que describen una actitud mental que podemos calificar de moderna.

  3. Aquí nos ocupamos de registrar el empleo de esta voz en relación con algunos de los objetos a los que se les atribuye tal calificativo, en una época donde todavía "el lenguaje es el análisis del pensamiento: no un simple recorte, sino la profunda instauración del orden en el espacio.2"

  4. La expresión «Gobierno Despótico», incorporada al léxico político por Montesquieu, excluía de tal calificativo a la modalidad gubernativa europea pues, en la medida que se degrada a una forma de gobierno con el atributivo «despótico», se afecta irremediablemente al cuerpo social del que el gobierno es su espejo. Y es de subrayar también que, pocas veces la realidad política europea mereció el calificativo de despótica, siendo la etapa del «Terror» revolucionario francés, una de ellas. Page 2

  5. Además si una realidad dada se define como despótica, se la define al mismo tiempo como ilegítima, pero también, dentro del universo cultural iberoamericano, específicamente desde el discurso político de las élites rioplatenses, se acusa un auténtico sentimiento de desamparo. En último término, la caída en el vórtice despótico sería el destino ineluctable de pueblos que, criados en el despotismo, a su vez, se vieron abandonados a su suerte, lo cual los habría condenado a la autodestrucción. El signo de la desesperanza, por tanto, es el que recorre el discurso de las élites, quienes además enriquecerán el campo léxico de la voz Despotismo.

  6. Si bien nos referimos en este trabajo sólo al discurso unitario, por razones de espacio, debe subrayarse que tanto la parcialidad unitaria como federal -para señalar los referentes ideológicos más contundentes de la coyunturarepresentaban y se representaban a su realidad en los mismos términos3.

Encuadre epistemológico: la palabra como representacion de la realidad
  1. En el momento histórico que nos ocupa, la voz despotismo, se instala como la que más vivamente puede caracterizar los instintos letales de una realidad adversa: es la voz destinada a subrayar, además, los horrores que han advenido luego de la crisis de la Monarquía hispánica. Supone reconocer que rotos los diques que regulan el orden natural de las cosas, puede hacer estéril todo intento posterior de reparación.

  2. El despotismo político sólo aflora en el seno de aquellos pueblos que no conocieron, o que olvidaron, el sentido de la libertad. En ese terreno florece el déspota que finalmente será derrotado por el progreso interno del cuerpo social.

  3. ¿Desde qué encuadre epistemológico 4parten estas reflexiones planteadas por las élites rioplatenses? Se trata de un saber todavía clásico, aquél que en el último tercio del siglo XVIII comienza a sufrir los embates de la modernidad, pero que domina todavía, por lo menos en la región aquí estudiada. Se trata de un saber que entiende que el orden humano refleja el orden natural y que toda realidad supone la conciliación o convivencia de los opuestos, más allá de los avatares que puedan conmoverlo.

  4. Ante una crisis de descomposición, la visión clásica puede ofrecer soluciones a largo plazo, en tanto procede no por medio de síntesis objetivas sino de juicios analíticos que requieren la ponderación de diversos argumentos para arribar a una solución de efectos duraderos, más aún cuando se comienza a calificar a distintas expresiones de esa realidad como despóticas. De allí que cuando la solución llegue bajo la forma de «Organización Nacional» (1852), lo haga desde otro encuadre epistémico, el moderno, donde ya no existe memoria del mundo de la representación, donde entre las palabras y las cosas existe un abismo insalvable; dominio de las generalizaciones y de los juicios sintéticos a priori que permitirán el triunfo de un argumento concebido sin fisuras.

  5. El despotismo -dentro de este encuadre epistemológico- es visto en todos los casos, no como una expresión irredimible del cuerpo social, como estigma Page 3 imborrable, sino como el resultado lamentable de una educación errada, cuyas debilidades no podían sino hacer eclosión en una instancia crítica. Las «nuevas ideas», o la recuperación de aquellos valores olvidados en el tiempo, permitirán restañar las heridas producidas por quienes con distintos rótulos se dicen los padres de los Pueblos.

  6. Las expresiones despóticas sacuden el orden social de igual forma que las catástrofes lo hacen con el orden natural, y uno y otro guardan dentro de su seno los recursos para restablecer el ciclo regular de las cosas. En suma, será a través de un progreso interno y no externo, en el sentido de avance hacia afuera, del cuerpo social, que el despotismo político resultará inevitablemente conjurado. Es por ello que el orden clásico entiende el progreso en los términos del par «progreso-regreso»5.

  7. Fuera de estas consideraciones queda el Despotismo Oriental, que servirá por mucho tiempo de estereotipo léxico para referir didácticamente a las mayores perversidades políticas. Pero, si el Oriente es por naturaleza despótico, no ocurre lo mismo con Occidente irradiado todo por una cultura que lo repele, aunque pueda verse afectado ocasionalmente por su influencia. La redención existe siempre para los pueblos que, engañados por hombres díscolos, se ven arrastrados hacia el vórtice despótico. El discurso rioplatense se complacerá en mostrar de qué manera, dentro de la cultura occidental, los pueblos sólo por obra de la seducción son conducidos hacia el despotismo y, de qué manera también, en el Oriente, el pueblo es déspota por naturaleza y, de suyo, exige gobernantes despóticos.

  8. No hay lugar para que impere el despotismo, será el lema que vertebrará el discurso tanto de unitarios como de federales, y tal premisa se sostendrá aún en la instancia misma de los más feroces enfrentamientos armados; en aquella instancia en la cual ni unos ni otros ahorrarán argumentos denotativos del proceder despótico del oponente de la hora, pero donde el mismo discurso no olvidará reconocer en tal proceder, la presencia de esa afección del alma humana llamada pasión6. Y, en tal sentido, no se dejará de precisar que se está ante una conducta desviada frente a la cual la cordura podrá oponerle eficaz resistencia cuando la recta razón logre imponerse. En todos los casos la consigna será preservar a los Pueblos de esta patología, aconsejándose siempre a los gobiernos de las regiones representadas como las más afectadas por el despotismo la aplicación gradual, aunque sea formal, del Sistema Representativo.

  9. Unitarios y federales: voces todavía insustanciales que representan de manera imperfecta el objeto que designan, voces que se interpenetran y que pocas veces explican certeramente las diferencias que la puja facciosa lanza a un primer plano ("una cuestión de voces7" hizo fracasar la Constitución de 1826, afirmaría Juan I. de Gorriti).

  10. En este mundo clásico del orden asimétrico se advierte, en el aspecto militar, cómo las contiendas internas terminan recurrentemente mostrando más lo que acerca a las partes (la orfandad política; la ilegitimidad del poder) que aquello Page 4 que las enfrenta; el proceder faccioso se comprende mejor en el terreno de las coincidencias que en el de las divergencias La victoria militar después del enfrentamiento no irá más allá de la búsqueda de reparaciones materiales . En tal sentido, los pactos resultantes arriban a situaciones circulares, pues esta actitud mental no puede aceptar las rupturas absolutas, de la misma manera que no hay rupturas absolutas en el orden natural, ni siquiera en los momentos de catástrofe, pues sucedida ésta comienza la lenta reconstrucción de lo dañado.

  11. Despotismo, una voz que, si bien sirve como arma contra un enemigo ocasional; sirve fundamentalmente para denotar las características de una nueva realidad marcada por el estado de orfandad política y, de suyo, de ilegitimidad, derivada de la crisis de la Monarquía hispánica.

  12. En su última evolución, Despotismo vino a designar el abuso de poder de...

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