Élites profesionales femeninas. Sobre su complejo éxito social
| Autor | M.ª A. García de León Álvarez |
| Páginas | 195-204 |
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Nada me ha parecido más adecuado para rendir un homenaje a Soledad Carrasco que ofrecer algo relativo a mi investigación sobre mujeres élites profesionales. Y ello en un doble flanco de adecuación: primero, porque Soledad era realmente una investigadora en el más noble sentido de esta tarea (una estudiosa trabajadora y apasionada por su labor)1segundo, porque mi línea de investigación más dilatada en el tiempo tiene como objeto de estudio las élites profesionales femeninas, y Soledad Carrasco tenía esta condición.
Aunque desde su encantadora modestia, hubiera tal vez refunfuñado de la palabra élite, sin duda ella pertenecía a una élite cultural e ilustrada. En los ratos de intimidad y charla que compartí con ella, tanto en Madrid como en Nueva York, en bastantes ocasiones apareció la admiración por su abuelo Nicolás María Urgoiti (fundador del diario El Sol y figura preeminente de su época) una especie de «pattern» intelectual y muy querido, un «input» biográfico y forma de capital afectivo que «quasi» sistemáticamente cons-
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ta en las más de doscientas biografías de élites profesionales femeninas que he analizado a lo largo del tiempo.2Dicho contexto familiar fue sostenido y amplificado por un notable círculo cultural español instalado en Norteamérica (especialmente hispanistas). De ello, estaba orgullosa Soledad y de la cultura clásica española que tan bien conocía.
Honra a Soledad, el hecho de que puso a trabajar su privilegio (su privilegio de educación y cultura) como hizo a lo largo de tantos años neoyorkinos de investigación y docencia (octogenaria la he conocido preocupada y trabajando con las nuevas tecnologías para enviar en plazo una ponencia a un Congreso).
Opuestamente, en el estudio de mis primeras élites (una investigación sociológica sobre cien biografías de élites femeninas españolas) encontré muchos casos del más rancio patriarcalismo de cabeza y de corazón, con el nefasto efecto social de echar por la borda una educación profesional de excelencia (vr.gr.: como pianistas, pintoras, cantantes, entre otras) como tributo al «Imperio de la Domesticidad» que se les imponía y/o que ellas aceptaban de buen grado. Al parecer los tiempos no daban para otra cosa (por ejemplo, un status social independiente de las mujeres). Soledad sí supo imponerse a la época. También aprendí con aquellas primeras cien biografías de élite que analicé, lo efímero de los fenómenos de la fama, la vanagloria que se decía en tiempos clásicos.
Afortunadamente ese no ha sido el caso de Soledad Carrasco, por dos razones: primera, porque puso a trabajar sus talentos (en todas sus ricas acepciones) al servicio de la sociedad que le tocó vivir; segunda, porque su obra intelectual persistirá por su consistencia, más allá toda vanagloria.3
Las mujeres políticas han sido mi objeto de estudio, pero también las empresarias, las ingenieras, las académicas, las catedráticas, las élites massmediáticas, entre otras, todas ellas al más alto nivel. Ellas han sido una de mis líneas de investigación más prolongadas en el tiempo (durante tres décadas).
A través de numerosas investigaciones de corte sociológico sobre las élites profesionales femeninas he elaborado un marco teórico que resumo con la siguiente paradoja: «élites discriminadas». Éste es, a su vez, el título de una obra mía, del 95. La expresión «élites discriminadas», quiere condensar un denominador común a todas estas mujeres profesionales de élite.
Dicho denominador común significa, que en términos generales, se produce en ellas: 1.º) un fenómeno social que he analizado y diagnosticado como sobreselección social (es decir, una especie de «darwinismo social» para las mujeres); y 2.º) un efecto correlativo a él: ser élites, pero ser élites discriminadas.
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Con el castizo dicho de «por el canto de un duro» quiero ejemplificar lo siguiente (que también queda ilustrado por la cita de la entrevista entrecomillada abajo):
1) El difícil acceso al mundo profesional de la generación de mujeres (hoy entre los 60-70 años) que constituyen el primer elenco relevante en número de primeras profesionales, lo anterior eran meras excepciones.
2) Importantes aspectos biográficos de las élites femeninas que remiten a la entraña misma del patriarcado, pero también a la resistencia contra él.
Voy a ilustrar con un fragmento de una entrevista en profundidad a una alta profesional, un pasaje a la vida adulta que nos trae el aroma de toda una época:
Estábamos en el Colegio Mayor, casi todo el mundo estudiaba Filosofía y Letras. A las diez de la noche, que era totalmente obligatorio volver, estaba el «hall» lleno de chicas bien, con sus novios que no acababan de despedirse. Todas con zapato de tacón, traje de chaqueta, perfume, bolsos, parecían señoras mayores. Yo era la más pequeña del colegio y eso me desagradaba. ¡Lo del deporte de la caza del novio! Era un ambiente muy poco universitario, pero también, por otra parte, muy universitario, era el ambiente universitario de la época. No había ninguna seguridad de cuántas colgarían la profesión y hasta la carrera [...] Yo estaba en primero, era el año 1966 [...]. Después, comprendí que por menos del canto de un duro, te convertías en señora y te cargabas de niños, y en muchos casos adiós a tener una profesión [entrevista en profundidad. Abogada, 52 años].
He aquí lo que traducido a lenguaje cinematográfico, me he permitido bautizar en una metáfora fílmica, como el fenómeno «gender match point» (o la secular competición de Género que jugamos) recordando esa interesante secuencia con la cual arranca el conocido film «Match Point» de W. Allen:4¿de qué lado de la red caerá la pelota? Triste que el destino social femenino fuera tan aleatorio y difícil, en una España nada lejana cronológicamente, pero sí mentalmente, afortunadamente.
Paso ahora a lanzar una mirada a sus biografías. Tomamos las biografías de mujeres élites profesionales triunfantes, y desde ellas tendemos un hilo conductor hacia sus orígenes, o dicho de otro modo: recorremos una senda vital desde el hoy hasta el ayer (a modo de «flash back» cinematográfico). Recogemos y analizamos los factores determinantes de su éxito social. Subrayamos que es el anómalo éxito social de una muy cualificada y extraña minoría de mujeres que, «quasi» milagrosamente, podríamos decir, logró prepararse para dicho éxito en el marco de una sociedad extremadamente patriarcal (y negadora de toda actividad profesional de la mujer) como fue la sociedad del periodo franquista en que se criaron. En dicha sociedad, se criaron cuales «hijas de Bernarda Alba» dicho al modo arquetipo literario.
¿Qué elementos vemos en sus biografías? Subrayo algunos datos:
1) Una estructura demográfica especialísima en la familia de origen: son muy frecuentes los casos de a) hijas únicas, b) primogenitura femenina, c) sororidades. Casi siempre convergentes.
2) Los apoyos iniciales: es fundamental el apoyo paterno, el aliento del padre (o bien la «herida», una rabia histórico-freudiana que las ha encaminado hacia la rebelión:
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izquierda y feminismo). De ahí que haya titulado a una obra mía Herederas y heridas (2002). Ilustramos con un ejemplo notable este extremo.5
3) Los apoyos adultos: es fundamental el encuentro de un esposo liberal que no trunque su carrera, sino que la potencie (dándose frecuentemente un fenómeno de clara homogamia social). Todo ello dentro de un potente contexto en el cual se van sumando «inputs». Ello construye, sin duda, una buena carrera profesional. Separaciones, divorcios son característicos episodios vitales posteriores.
Las trayectorias femeninas que he analizado reflejan la masa de recursos que moviliza cada biografía (capital económico, social, cultural, simbólico, es la terminología de los cuatro capitales de la Sociología de Pierre...
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