El efímero desquite de los neos

AutorManuel Martínez Neira
Cargo del AutorUniversidad Carlos III de Madrid
Páginas124-130
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El efímero desquite de los neos
Las políticas llevadas a cabo en el bienio progresista (1854-1856) sorpren-
dieron a un sector del moderantismo. Si hasta entonces el enfrentamiento
con la Iglesia se había movido fundamentalmente en la vieja lógica del rega-
lismo, en el bienio emergió con claridad una oposición fundada en un nuevo
planteamiento teórico –el liberal– dominado por la libertad religiosa y de
cultos. Además, las reclamaciones sociales adquirieron gran protagonismo y
tuvieron un tinte socialista. Esto provocó la reacción de un sector del partido
moderado que buscó en la Iglesia un refuerzo o antídoto contra la revolu-
ción1.
Por ello, al discutirse la ley Moyano, ese sector pidió que en su articulado
apareciese que el clero debía tener una intervención en todos los ramos de la
enseñanza, con arreglo a lo que “se previene en el Concordato, a lo que tra-
dicional e históricamente viene sucediendo en la Nación española, y a lo que
prescribe una necesidad apremiante, del momento, que es, contener el virus
de las malas ideas”2 
una nueva opción ideológica: sacó a la luz el grupo formado por 62 diputados
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cos por la Iglesia– y que fueron conocidos como neocatólicos3.
El término indicaba su oposición a la actitud mantenida por los católicos
“de toda la vida”. Así lo indicaba el diputado José Polo de Bernabé y Borrás:
Hace algún tiempo empezaron a proclamarse con voz más alta, con mayor decisión los
principios de la Religión y de la Monarquía. Esto parecía un bien, porque indudablemente
el Trono y la Religión son las dos bases en que se asientan los principios conservadores en
1 Es clara esta postura en Orovio (Apendice pp. 181), cuando después de denunciar
que desde 1820 se observaba la tendencia de introducir las ideas revolucionarias en el
ramo de instrucción pública, indicaba: “¿Puede el Estado por sí solo contener el veneno
de las ideas disolventes, antirreligiosas, socialistas modernas? Yo creo que no; creo que
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educación de la juventud”.
2 Así lo indicaba Manuel de Orovio en su intervención (Apéndice, p. 183).
3 Urigüen, Orígenes y evolución, cit., pp. 137-138. En la lista aparece Orovio, quien
como ministro protagonizará la cuestión universitaria.

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