Educación, economía global y mercado laboral

AutorNicolás Bajo Santos
CargoReal Centro Universitario «Escorial-María Cristina» San Lorenzo del Escorial
Páginas643-669

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I Introducción

Entre las funciones sociales de la educación, sobre todo de la educación formal, está la de capacitar a los jóvenes para su incorporación al mercado laboral. La organización y el funcionamiento de la escuela moderna están, de hecho, muy marcados por esta conexión entre la escuela y el mundo del trabajo, que implica la relación entre educación y productividad, desarrollo económico y empleo. Estos temas fueron abordados durante mucho tiempo por el funcionalismo tecnológico1 o la teoría del capital humano2, teorías muy cuestionadas desde los años setenta, cuando aparecen enfoques alternativos como el credencialismo de R. Collins3 o la teoría de la correspondencia de Bowles & Gintis 4 y la teoría del filtro o señalamiento (Arrow, Spence)5. Pero también estos enfoques se han ido quedando cortos, hoy, ante los desafíos que plantea a la educación la economía globalizada o informacional (Castells6) y la nueva situación del mercado laboral, en particular, la incorporación de los jóvenes al mismo. Es conveniente, pues, hacer una revisión crítica de todas estas teorías Page 644 y abordar algunos de los aspectos más actuales de la relación entre educación, economía y mercado laboral.

II Algunos conceptos básicos
2.1. Bien de consumo y bien de inversión (capital)

Los economistas hablan de «inversión» para referirse a los gastos en activos que generarán ingresos en el futuro; y de «consumo», cuando el gasto se refiere a productos que crean una satisfacción inmediata o unos beneficios, pero no ingresos en el futuro. La educación puede ser considerada como bien de consumo (estudiar por el gozo de aprender) y como una i nversi ón, cuando uno espera obtener ventajas económicas gracias a los estudios. Pues bien, los activos que generan ingresos en el futuro se denominan «capital». Y éste puede ser físico (máquinas, equipos técnicos, edificios), el cual contribuye a aumentar la capacidad productiva de la empresa; o humano (educación), que aumenta la productividad de los trabajadores, como ya señaló Adam Smith, aunque el pleno desarrollo de este concepto se debe a los citados economistas Schultz, que analizó el gasto en educación como una forma de inversión, y Becker, que formuló una teoría sobre la formación del capital humano y analizó la tasa o índice de rentabilidad correspondiente a la inversión en educación 7. Es la denominada teoría del capital humano, que expondremos más adelante.

2.2. Rentabilidad de la educación: inputs-outputs, costes y beneficios

La educación institucionalizada puede considerarse como una industria o empresa cualquiera, con sus inputs (recursos físicos y humanos varios: edificios, materiales educativos, alumnos, maestros, salarios, etc.) y sus outputs (los alumnos formados con sus correspondientes diplomas), aunque también suelen señalarse importantes diferencias respecto de otras industrias: su «ciclo de producción» suele ser más largo, consume una parte importante de Page 645 su producción (muchos titulados se incorporan al sistema educativo) y no suele iniciarse como maximizadora de beneficios económicos. Siguiendo con estas categorías empresariales, la oferta e stá constituida por los grados, diplomas, títulos... que proporciona el sistema educativo; y la demanda por los deseos y las expectativas que los individuos o la sociedad tienen respecto a la educación. A veces se calcula la elasticidad de la oferta o de la demanda en relación con otras variables socioeconómicas, por ejemplo, la renta de las familias o la renta nacional. Algunos estudios de la década de los setenta, con datos de muchos países, calcularon que por cada aumento del 1 por 100 en la renta se producía un aumento mayor del 1 por 100 en demanda (gasto) de educación La demanda de educación depende también de otros muchos factores: el tamaño de la familia, su nivel cultural (en particular del padre), la clase social, el coste de la enseñanza... Y la oferta educativa está, asimismo, en función de otras muchas variables: el nivel de desarrollo del país, la situación del mercado de trabajo, el stock de graduados en los distintos niveles, etc.

En cualquier caso, la rentabilidad de la educación vendrá determinada por la relación entre inputs y outputs o, en otras palabras, entre costes y beneficios. Pero ¿cuáles son los costes y los beneficios de la educación? Aunque no todos los autores coinciden en la terminología 8, sí parecen estar de acuerdo en señalar diferentes tipos de costes y diferentes tipos de beneficios. De manera general, el coste de una determinada actividad viene determinado por las alternativas perdidas con la elección de esa actividad. Así, el coste de fabricar cañones es la mantequilla a cuya producción se renuncia. Es lo que en economía se denomina «coste de oportunidad». Aplicando esto al campo de la educación, el coste de oportunidad de la educación sería la pérdida de bienes y servicios que se podrían obtener con el trabajo del estudiante durante el período de formación y con la adjudicación Page 646 de lo que se gasta en educación a otras partidas económicas o sociales.

Más concretamente, este coste se puede desglosar en coste privado (el que origina la enseñanza al estudiante y su familia) y social o público (el que origina la enseñanza a la Administración pública). Tanto uno como otro incluyen costes directos (matrícula, libros, material escolar..., en el caso del estudiante y su familia; los edificios escolares con todo su equipamiento, los sueldos de los profesores y todos los pagos relacionados directamente con la enseñanza, en el caso del Estado), costes indirectos (gastos de desplazamiento, por ejemplo, o los mayores gastos en vestido y calzado, en el caso de las familias) y los ingresos perdidos o, como los denominan otros, los costes implícitos o imputados (lo que los hijos podrían ganar si se dedicaran a trabajar en lugar de a estudiar, en el caso de las familias; lo que la sociedad podría obtener si dedicara a otras actividades lo que dedica a la enseñanza, en el caso del Estado).

En cuanto a los beneficios, hay que distinguir también entre privados (lo que consigue el individuo a través de la educación) y sociales o públicos (lo que consigue la sociedad a través de la educación de sus miembros). Ambos pueden ser monetarios o no monetarios, y también directos o indirectos. Beneficios monetarios directos son, en el caso de los individuos, los mayores rendimientos económicos del trabajo, logrados directamente gracias a la educación. A un mayor nivel de educación formal corresponde, generalmente, un mayor salario medio, aunque las diferencias salariales no se deban únicamente a la educación. Hay otra serie de beneficios para el individuo que se suelen denominar monetarios indirectos: poder acceder a determinadas actividades inalcanzables sin un determinado nivel de educación (mayores oportunidades de empleo, que generarán salarios más elevados), poder hacer por sí mismo actividades que de otro modo debería mandar hacer a otros, pagando por ello. Y, en general, una mayor capacidad de autodefensa y eficacia en la utilización del tiempo y medios disponibles. Por otra parte, la educación proporciona a los individuos múltiples beneficios no monetarios, tales como prestigio social, mayor autoestima o una vida más satisfactoria.

En cuanto a la sociedad, podemos decir que también ella obtiene unos beneficios monetarios directos, cuando sus miembros incrementan los salarios gracias a la educación -siempre que eso no sea a costa de rebajar las remuneraciones de los demás miembros de la Page 647 sociedad- y toda una serie de beneficios económicos y sociales: al aumentar el nivel educativo de una sociedad normalmente se incrementa también su productividad, su capacidad de innovación tecnológica, su eficacia institucional y organizativa, su prestigio internacional, etc. Parece incuestionable que la educación está en la raíz de cualquier crecimiento social.

Teniendo en cuenta estos conceptos básicos surge la pregunta por la rentabilidad de la educación: ¿Son rentables los gastos y la inversión en enseñanza? ¿Es rentable la prolongación de los estudios, tanto en el plano individual como en el colectivo? ¿Es más rentable invertir en educación que en la industria, por ejemplo? ¿Es la educación un camino seguro hacia la prosperidad? ¿Es la educación la solución para salir del subdesarrollo? Antes de intentar ofrecer alguna respuesta a todas estas cuestiones, es conveniente decir una palabra sobre las dificultades que entraña medir la rentabilidad de la educación.

2.3. La evaluación y medida de la rentabilidad de la educación

Es muy complicado estimar y valorar los costes y los beneficios educativos, tanto en el plano individual como, más aún, en el social. Algunos autores se han centrado en la estimación de los rendimientos privados de la educación, utilizando fórmulas matemáticas consistentes en descontar de los rendimientos que se esperan obtener del proyecto educativo (los monetarios directos y los indirectos) los costes que conlleva (directos, indirectos e ingresos perdidos) a lo largo de la vida laboral de grupos de trabajadores con niveles educativos sucesivos. Uno de los modelos más utilizados ha sido el de Mincer 9, el cual pone el énfasis en los ingresos no percibidos, dejando de lado los demás costes, lo que han criticado e intentado corregir otros autores.

De todos modos, los...

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