Editorial: Queridos ‘compañeros’

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A ti, distinguido compañero, que ahora tienes en tus manos esta revista y te dispones a leerla, van dirigidas estas líneas que, sin ánimo de ofenderte, quizás te sirvan como modesta reprimenda por parte de quienes, sin ser ni más ni menos que tú, te dedican hoy el editorial. Son conocidas por todos los que desempeñamos esta honorable profesión de abogado, nacida hace siglos y digna de todos los respetos, las faltas de consideración de todos aquellos con los que en nuestro quehacer cotidiano nos encontramos. Podríamos decir que el letrado de hoy no litiga sólo con el contrario, sino que, para su gran desdicha, ha de litigar también con los Jueces y Magistrados y para más inri, a veces, incluso con los propios clientes.

En la mayoría de las ocasiones, la lucha con el contrario es la que menos te importa perder; si hemos de compararlo con la indignidad que se siente al tener que sufrir la incompetencia que a veces demuestran los Tribunales de Justicia o la actitud netamente ingrata de los clientes por quienes has luchado enérgicamente y que al no obtener los resultados previstos o, incluso a veces, obteniéndolos, te niegan tus honorarios y caen en la difamación de su letrado al que antes tanto querían. Esto, como dicen los viejos abogados ( digo ‘viejos’ porque vejez es sabiduría ), “va en la profesión” y hay que acostumbrarse si no quiere uno pasarlo mal y acabar su vida tempranamente por tomarse tan a pecho las cosas.

A pesar de todo, hay algo que nos negamos a pensar que “vaya en la profesión”, y es la mala educacón y falta de todo sentido del compañerismo que demuestran en contadas ocasiones, gracias a Dios, unos ‘compañeros’ respecto a otros. Así, no resulta infrecuente últimamente, sufrir en las propias carnes u oír en boca de otro colega, como el ‘compañero’ tal o cual se hizo con el cliente sin hacer siquiera una llamada de cortesía para pedir la venia; o se puso a relatar en sala las conversaciones privadas que había mantenido anteriormente con el contrario; o tras haber llegado a un acuerdo en algún sentido con el contrario, entró en sala e hizo justamente lo contrario; o se dedicó a hablarle mal a un cliente ajeno del abogado que le estaba llevando el pleito, ensalzando él a la vez sus propias virtudes con ánimo de ‘robar’ el cliente, etc... (ni siquiera entramos en el...

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