EDITORIAL-Definición del desarrollo sostenible
| Autor | Dimitris Kyriakou |
La sostenibilidad es un término que se utiliza tan frecuentemente que los que la usan no se preocupan por definirla. O quizás al intentarlo se percatan de que existe un amplio espectro de definiciones y deciden dejarlo. La tarea de moverse por la gama de definiciones diversas para extraer una esencia común, por muy difícil que parezca, no es insuperable.
Los criterios de sostenibilidad, unidos con los modelos de desarrollo sostenible, pueden clasificarse de modo amplio a lo largo de un eje débil-fuerte, según la cantidad/entidad que opten por preservar (por ejemplo stock de capital total, stock de capital natural, formas individuales de capital natural, etc.) y su confianza en la capacidad de sustitución entre diversas formas de capital. Apoyando este enfoque, la diferenciación es un grado variable de confianza en la capacidad del progreso técnico para permitir la sustitución entre diferentes formas de capital natural y creado por el hombre.
La versión débil está resumida por la ley de Hartwick-Solow (HS), que defiende que hay que invertir una parte de los ingresos recibidos por la extracción y la explotación de los recursos agotables para formar un capital a un nivel que equilibraría el uso del recurso natural y garantizaría así un consumo no decreciente en el tiempo. Aunque es un resultado fundamental, su solidez se puede poner en duda ya que pequeñas desviaciones de sus supuestos básicos socavan su validez. En todo caso, el éxito de la ley depende de la capacidad del capital formado por el hombre para sustituir al capital natural.
La capacidad de sustitución mejorará con el progreso técnico. Esto último puede verse como una forma de capital humano en el cual invierte la sociedad. En un esquema de círculo puro, el progreso técnico no sólo potencia la capacidad de sustitución entre formas de capital sino que también promueve el crecimiento económico que, a su vez, permite una elevada inversión en formación de capital humano. Esta imagen es menos idílica cuando nos encontramos cerca de umbrales de catástrofe, o bien forzosamente cuando existe una incertidumbre sobre cuáles son esos umbrales.
La incapacidad de los índices de precios para reflejar la inminencia del traspaso de un umbral de catástrofe es la clave del problema. Se debe al conocimiento científico limitado (si bien está mejorando), pero también a aspectos económicos/legales (por ejemplo: asignación de derechos de propiedad, características de los bienes públicos). La incertidumbre sobre aspectos de estabilidad de la biosfera convierte en problemática la aplicación de reglas estándar de agentes racionales (por ejemplo: formación de expectativas racionales, medida de los costes y beneficios esperados, etc.). Una regla útil podría ser conservar el conjunto de opciones lo más intacto posible y cuanto más tiempo mejor, mientras que la ciencia mejora nuestra comprensión de lo que está en peligro.
Una aproximación sintética/ecléctica sobre todo el espectro débil-fuerte da como resultado:
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asignar un coste finito (posiblemente muy alto) al consumo de recursos, cuando se obtiene la capacidad de sustitución;
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tratar la preservación de recursos como una limitación rígida cuya violación conlleva un coste infinito, cuando se enfrenta con la irreversibilidad; c) posponer las decisiones críticas todo lo posible, cuando haya serias limitaciones por la escasez de información (por ejemplo en las proximidades de los umbrales) – preservando por tanto el conjunto de opciones hasta que el progreso científico/técnico reduzca la incertidumbre; d) promover el progreso científico y técnico no sólo como medio para resolver la incertidumbre y fortalecer la capacidad de sustitución sino también como motor de crecimiento económico que financiará la sustitución entre las formas de capital cuando sea técnicamente factible.
Nunca se subrayará demasiado el doble papel del progreso técnico para fortalecer la capacidad de sustitución y para fomentar el crecimiento. Preservar la opción de restauración del capital natural para las generaciones futuras puede ser irrelevante si no se dispone de la capacidad técnica y económica que permita la restauración/recuperación. A este respecto el crecimiento y la sostenibilidad florecerán al unísono o se paralizarán en la discordia.
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