Editorial

El primer artículo de este número trata de la reutilización de aguas residuales y de las diferencias de opiniones/normativas que conciernen a este asunto. Hablando en términos generales, y considerando algunos claroscuros, existen dos tendencias. Por una parte están los defensores de las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS), quienes hacen hincapié en la idoneidad de las propuestas de 1989 y en la viabilidad de que los países en desarrollo, en los que es frecuente la reutilización de aguas residuales, adopten dichas directrices. Por otra parte, tenemos a los seguidores de las directrices de California mucho más restrictivas (y costosas de adoptar), cuyos defensores abogan por su seguridad, dudan de la eficacia de las directrices de la OMS y minimizan la importancia del riesgo que supone que dichas directrices sean aplicadas de forma proteccionista y discriminatoria comercialmente. Desde que se lleva a cabo en Europa la reutilización de aguas residuales (principalmente, aunque no exclusivamente, en los países del sur), y desde que los europeos (mayoritariamente, pero no exclusivamente del norte de Europa) importan y consumen productos agrícolas de países no comunitarios, probablemente regados con aguas residuales, es deseable la puesta en marcha de una acción integrada a escala europea.

El segundo artículo trata del impacto de los avances recientes en química combinatoria, que está destinada a convertirse en una tecnología fundamental, tanto para la industria química como para la farmacéutica. El artículo, aparte de explicar el funcionamiento de las técnicas de química combinatoria, destaca el dominio que poseen en este campo las empresas de EE.UU., y lo explica mostrando cómo el origen de estas técnicas puede provenir de las empresas especializadas en biotecnología, muchas de las cuales surgieron y prosperaron en EE.UU. en los últimos veinte años. En Europa no se ha seguido el mismo camino que sus homólogos de EE.UU., debido a la estructura diferente del mercado (mercados del capital y otros) así como a una cierta reticencia frente a determinados aspectos referentes a cuestiones éticas planteadas por la investigación biotecnológica. La lección deducible del surgimiento de la química combinatoria puede ser que la falta de un seguimiento rápido de determinadas trayectorias tecnológicas, puede dar lugar a un retraso en otras tecnologías, muy deseables, que surjan en el futuro y sobre las que no se han expresado dudas.

El tercer artículo examina una de las vías propuestas para conseguir la reducción de gas invernadero, denominada Ejecución Conjunta. Esto supone un acuerdo mediante el cual los países con elevados costes de reducción de la contaminación invierten en países con menores costes, y obtienen beneficios de la consiguiente disminución de emisiones de gas invernadero. El método tiene claras ventajas en cuanto a eficiencia (consiguiendo la misma reducción de un modo menos costoso), y puede ayudar al país anfitrión, habitualmente más pobre, a conseguir un mejor rendimiento a nivel local del que podría obtener por sí mismo, a la vez que promueve la transferencia de tecnología. Sin embargo, deben tenerse en cuenta ciertas consideraciones éticas, y debería asegurarse que los incentivos para futuros desarrollos hacia tecnologías más limpias no están comprometidos por la disponibilidad del mecanismo de la Ejecución Conjunta. Además, como ocurre con muchos otros mecanismos de reducción de la contaminación, los problemas de contabilidad y de definición de base son temas muy espinosos y deben considerarse cuidadosamente.

El cuarto artículo destaca la necesidad de colaboración y de coordinación en investigación y desarrollo sobre cuestiones de sanidad de los alimentos en la UE - una necesidad que se ha puesto de relieve con el caso reciente de la encefalopatía espongiforme bovina (BSE) (llamada "enfermedad de las vacas locas"). La UE y sus centros de investigación pueden poner en marcha una colaboración internacional que aprovechará el amplio espacio existente para la obtención de economías de producción, a nivel internacional, en I+D de sanidad de los alimentos, particularmente con vistas al costoso proceso de desarrollo de ensayos rápidos y fiables, necesarios para garantizar la confianza del público en los productos alimenticios, así como a facilitar la fertilización mutua de ideas y superar las limitaciones que surgen del hecho de que la experiencia relevante no suele encontrarse en un solo laboratorio.

Finalmente, el último artículo sugiere que los llamados materiales inteligentes y estructuras inteligentes tienen muchas aplicaciones en el transporte, la medicina, la ingeniería civil, etc. La lenta adopción en Europa y los deficientes patrones de conocimiento relativos a esta tecnología se deben a factores que comprenden el hecho de que los marcos políticos no siempre conducen a la innovación y al despegue comercial , a un fallo para entender e identificar las oportunidades clave y las áreas donde la intervención política tendría un impacto. Contrariamente a lo que podría esperarse, el cuello de botella no está en la investigación básica, sino en la transferencia de los resultados desde el laboratorio al mercado. El carácter multidisciplinar del trabajo sobre materiales inteligentes es también responsable de que no reciban tanta atención como merecerían.

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