Editorial

Como decíamos en el número 52, la Ciencia y la Tecnología (C/T) -y, de modo más general, el progreso técnico- modulan el ritmo e incluso la dirección del cambio en nuestras sociedades. El gobierno, por su parte, es el responsable de la toma de decisiones con vistas a gestionar este cambio para que sea un amigo, en vez de un enemigo, a fin de salvaguardar y favorecer el bienestar de la población. Decir simplemente "Ciencia y Gobierno" hace referencia al proceso de diseñar y controlar los mecanismos necesarios para que la ciencia y la toma de decisiones en la sociedad trabajen conjuntamente, de modo que sean eficaces, creíbles, responsables y transparentes.

Las tensiones internacionales sobre el uso de uranio empobrecido, la enfermedad de las "vacas locas", etc., que han ido acompañadas por declaraciones aparentemente contradictorias de científicos de distintos campos, a menudo se ven como reflejo de un sesgo nacional o de una pugna entre distintas disciplinas. Dichas tensiones agudizan la necesidad de que se reconsideren las interacciones entre C/T y gobierno, haciendo dicha necesidad más urgente, aunque no menos difícil, en favor tanto del gobierno como de la ciencia.

La importancia de un compromiso satisfactorio entre ciencia y gobierno es múltiple. Por una parte, la C/T juega un papel importante como motor del cambio económico y social. Además, constituye una aportación esencial al proceso de toma de decisiones políticas: contribuye a clarificar los términos del debate, los intereses en juego, y las repercusiones de las alternativas que se consideren. Puede ayudar a aclarar afirmaciones sin fundamento, así como a revelar la satanización del oponente, sólo por serlo, permitiendo que el diálogo y el debate examinen las bases sobre las que se apoyan las alternativas políticas. Modelando un debate inteligente y las posibles opciones políticas, la C/T ayuda al gobierno y se ayuda a sí misma. El gobierno y las opciones políticas que tome se ven legitimados en un proceso modulado por la C/T, de modo que lleguen a ser algo más que una mera selección arbitraria resultante de la lucha por el poder, sin contrastar ni con los hechos ni con un análisis desapasionado. Por otra parte, la C/T evita tanto el espléndido aislamiento de la típica torre de marfil académica, como la imagen lacerante de una pistola a sueldo, que ofrece sus servicios (y adapta su veredicto) al mejor postor.

Se trata de un tema que viene siendo importante desde hace tiempo y que cada vez toma una relevancia mayor, debido al papel creciente que los factores científico-técnicos desempeñan en el proceso de toma de decisiones, así como a la ola de desconfianza popular en la ciencia y/o en los medios para aportar consideraciones científicas a la política. Por ejemplo, a la luz del relanzamiento de las negociaciones comerciales, y habida cuenta de las inevitables tensiones que surgirán como consecuencia de dar prioridad a las obligaciones derivadas de los acuerdos de la Organización Muncial del Comercio sobre otros acuerdos temáticos, como el protocolo sobre bioseguridad recientemente firmado, éste podría ser un momento oportuno para volver la vista a estos problemas y sus implicaciones.

El objetivo sería, pues, integrar una ciencia sólida en un gobierno sólido y reforzar sus relaciones de una forma responsable, transparente, profunda, imparcial y creíble, y que contribuya a enfocar el debate político en base al mérito de las distintas actuaciones propuestas. Tal integración proporcionará información y análisis de calidad y de referencia, presentando, de forma sencilla y fácil de comprender para el usuario, lo que sabemos, lo que no sabemos y el grado de incertidumbre y riesgo que suponen las diferentes alternativas.

Si este fortalecimiento de la integración de la ciencia y el gobierno es necesario en un país, lo es más aún cuando nos referimos a la dimensión internacional del gobierno. A través de las fronteras no hay una única autoridad: ningún gobierno tiene el monopolio sobre el uso legítimo de la fuerza. Por tanto, cuando entes soberanos tienen que elegir una línea de acción, la persuasión y el debate modulado por la C/T son aún más importantes.

Y todavía a un nivel más universal, la ausencia de un órgano de la UE que actuara como interlocutor y coordinador significó perder la oportunidad de frenar los que luego han representado espinosos problemas comerciales entre la UE y EE.UU., relacionados con la C/T (por ejemplo, la aprobación de productos alimenticios modificados genéticamente en EE.UU., con completa independencia de las actitudes europeas, y los futuros obstáculos a su comercialización en Europa).

Tanto en los problemas intra-europeos, para los que un gobierno eficaz tiene que basarse en información científico-técnica de calidad y de referencia, no teñida ni aun por la más mínima sospecha de parcialidad, como en problemas mundiales en los que interviene la UE junto con otros estados no miembros, un sistema a nivel de la UE debería proporcionar los medios para ofrecer información de calidad y de referencia en toda la Unión.

Preparar el terreno para tal sistema supone algo más que el mero asesoramiento. El sistema debe engendrar confianza y un sentimiento de responsabilidad compartida, mediante el desarrollo de redes, y debe tener un firme apoyo institucional. Además, en último término, debe combinar, consiguiendo un equilibrio adecuado, las funciones de traducir el conocimiento relevante para los políticos y las demás partes interesadas, identificar el denominador común que subyace en puntos de vista dispares, y destilar la esencia de los desacuerdos para su análisis posterior. El JRC de la Comisión Europea puede desempeñar un papel catalítico esencial en el proceso de construcción de un sistema de referencia científica.

Dicho sistema se estructuraría sobre redes de centros de excelencia, donde la Comisión actuaría como elemento catalizador, que proporcionaran una base común de conocimientos para la referencia científica y técnica, y sirvieran de interlocutores entre los actores y los políticos. Éste sería un paso esencial para enfrentarse con el reto de "la ciencia y el gobierno". Además, habría que considerarlo en el contexto de la iniciativa del Comisario Busquin sobre un Espacio Europeo de Investigación, de la cual derivaría; de hecho podría servir de escaparate de lo que esta iniciativa puede ofrecer, una vez que tenga lugar la conjunción de los esfuerzos de investigación que propugna.

En resumen, los epígrafes "asunto" y "relevancia", aplicables al conjunto de este número especial, serían los siguientes:

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Asunto: La C/T es sustancialmente responsable de impulsar el cambio; constituye una aportación clave al proceso de hacer política, y puede contribuir a clarificar los términos del debate, los intereses en juego, y las repercusiones de las alternativas que se consideren. Además, el ritmo del cambio en ciencia y tecnología ha hecho que los gobiernos se apoyen cada vez más en un asesoramiento científico-técnico oportuno y preciso. Sin embargo, en los últimos años ha disminuido la confianza del público, especialmente cuando los científicos no se consideran suficientemente independientes del gobierno o de otros grupos de intereses. El objetivo será, pues, integrar una ciencia sólida en un gobierno sólido; fortalecer la interfaz entre ciencia y gobierno de un modo responsable, transparente, riguroso, imparcial y creíble; y de tal modo que contribuya a centrar el debate político en base a las ventajas de las acciones que se proponen. Tal integración proporcionará información y análisis de calidad y de referencia, presentados en forma sencilla y fácil de comprender por el usuario, sobre lo que sabemos, lo que no sabemos y el grado de incertidumbre y riesgo que suponen las distintas líneas de acción.

Relevancia: El creciente peso, y la necesidad de aportar consideraciones científicas y tecnológicas al proceso de toma de decisiones crea, a su vez, la necesidad de conseguir este objetivo a través de sistemas de "calidad y de referencia", respaldados por consenso, y que gocen de la plena confianza de todos los interesados. Para garantizar esta confianza, es fundamental que las decisiones se tomen de modo que tengan en cuenta el mayor abanico posible de intereses y opiniones, y que sean abiertas, transparentes y capaces de manejar la incertidumbre. Todo ello se vería favorecido por la creación de un sistema de referencia científica y tecnológica común en Europa, que tuviera un fuerte apoyo institucional, utilizando los órganos de la UE ya existentes, como los actuales centros de investigación de la Comisión, y el marco que proporciona la iniciativa del Comisario Busquin sobre un Espacio Europeo de Investigación.

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Contactos

Dimitris Kyriakou, IPTS

Tel.: +34 95 448 82 98, fax: +34 95 448 83 39, correo electrónico: dimitris.kyriakou@jrc.es

Jaime Rojo, IPTS

Tel.: +34 95 448 83 04, fax: + 34 95 448 83 26, correo electrónico: jaime.rojo@jrc.es

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