Fundamentos Sociales en las Economias postindustriales (recensión)

AutorLuis Fernández Briceño
Páginas187-190

FUNDAMENTOS SOCIALES

EN LAS ECONOMÍAS

POSTINDUSTRIALES

GÆSTA ESPING-ANDERSEN*

Editorial Ariel, S.A.

Barcelona, 2000

267 páginas

La obra aborda la «nueva economía política

» que está naciendo y el profesor Esping-

Andersen se refiere a ella como economía postindustrial.

Una premisa de su análisis es que

la transformación postindustrial depende de

la trayectoria de las estructuras institucionales

existentes. El libro desarrolla un conjunto

de razonamientos interrelacionados. Inicialmente

trata la denominada «crisis del estado

del bienestar». El debate contemporáneo se

ha centrado excesivamente en el estado. La

crisis, si es que la hay, estriba en la interacción

entre las múltiples partes que forman los

regímenes

del bienestar contemporáneos:

los mercados de trabajo, la familia y el estado

del bienestar. Esta forma de definir el problema

implica que lo que se ve como una crisis

del estado del bienestar puede ser en realidad

una crisis del marco institucional que ha venido

a regular nuestras economías políticas.

La segunda línea de argumentación es que

la «auténtica» crisis de los regímenes del

bienestar contemporáneos radica en la disyuntiva

entre la actual construcción institucional

y el cambio exógeno. Los Estados del

bienestar contemporáneos y las regulaciones

de los mercados de trabajo tienen sus orígenes

en una sociedad que tenía una economía

dominada por la producción industrial, con

una fuerte demanda de trabajadores de baja

cualificación; una población activa homogénea

e indeferenciada, predominantemente

masculina; unas familias estables con una

elevada fecundidad; y una población femenina

dedicada principalmente a las tareas

domésticas. Si queremos comprender los

actuales regímenes del bienestar hay que

reconocer que sus estructuras están cambiando

drásticamente.

La tercera línea de argumentación es una

continuación de la segunda, los nuevos riesgos

de la sociedad postindustrial provienen

principalmente de la revolución que se está

desarrollando tanto en los mercados de trabajo

como en las familias. Se necesita urgentemente

una concepción mejor de qué es lo

que hoy mueve el comportamiento de la familia

y del empleo en el sector servicios.

En estas líneas de análisis se esconde la

hipótesis clara del autor: la economía familiar

es el alfa y la omega de cualquier solución

de los principales dilemas postindustriales, y

el más importante «fundamento social» de las

economías postindustriales. Así está justificado

el examen de los riesgos sociales y el

estado del bienestar; de la familia como consumidora

y productora de bienestar; el funcionamiento

de los mercados de trabajo y de

lo que mueve el empleo en el sector servicios.

El autor examina el paso de un orden social

conocido ¿llamado capitalismo del bienestara

otro ¿llamado sociedad postindustrialcuyos

contornos se están desarrollando. Los

fenómenos que configuran el tema unificador

del libro son: la igualdad, los riesgos, los

puestos de trabajo y la «nueva economía política

».

RECENSIONES

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* Profesor de Sistemas Sociales Comparados en la

Universidad de Trento, Italia.

El profesor Esping-Andersen revisa la economía

política en la que surgieron y maduraron

los regímenes del bienestar de la posguerra,

que hoy parecen minados por la crisis. Es

posible que «la época dorada» no hubiera tenido

lugar si no hubiera sido por el auge de los

estados del bienestar. Se cree que fueron el

Kaynesianismo y el estado del bienestar los

que hicieron posible la «lucha democrática de

clases». Esa fue sólo una cara de la moneda.

La otra cara fue la estabilidad de las familias

y la dinámica económica. Es importante

subrayar que la consecución, en la época de la

postguerra, de una menor desigualdad,

acompañada típicamente del pleno empleo y

el incremento de la prosperidad, se debió más

al buen funcionamiento de los mercados de

trabajo y a una bonanza demográfica que el

advenimiento del propio Estado del bienestar.

En lo que se refiere a las dos primeras

décadas de la posguerra, el principal impacto

de los Estados del bienestar en la igualdad y

el empleo se limitó a la consolidación de los

derechos de ciudadanía social. Pero donde se

dio una enorme diferencia entre los diversos

Estados de bienestar fue en su capacidad de

protección frente a los riesgos sociales.

Para el autor, el Estado del bienestar de la

posguerra se basaba en una serie de presupuestos

relativos a la estructura familiar y al

comportamiento del mercado de trabajo que

hoy ya no resultan válidos. Un primer paso

hacia la comprensión de la crisis del Estado

del bienestar contemporáneo debe empezar

por: a) un diagnóstico del cambio en la distribución

y la intensidad de los riesgos sociales,

y b) un exhaustivo examen de cómo se comparten

y distribuyen los riesgos entre el Estado,

el mercado y la familia.

Los riesgos sociales de los regímenes del

bienestar se pueden clasificar en función de

tres ejes distintos: «riesgo de clase», «riesgos

de la trayectoria vital» y «riesgos intergeneracionales

». Pueden estar internos en la familia,

asignados al mercado o absorbidos por el

Estado de bienestar.

Después de analizar la economía familiar

en cuanto a la producción de bienestar, (nexo

familia-bienestar, producción de bienestar

contemporánea, alternativa del mercado, servicios

en la economía familiar), la familia y

las diferencias entre los distintos regímenes

del bienestar (desfamiliarización, subsidios y

desincentivos, y el familiarismo y equilibrio

de baja fecundidad) su conclusión es que el

tipo de nexo entre las familias y el estado de

bienestar, que sustentó la «época dorada»

ligado al estado del bienestar de la posguerra,

en la sociedad postindustrial ha pasado a ser

negativo. Los estados del bienestar contemporáneo

ya no pueden contar con la disponibilidad

de las amas de casa y las madres a

tiempo completo.

Respecto a la nueva economía política, el

autor revisa las bases estructurales del

empleo postindustrial: puestos de trabajo y

tendencias del desempleo en los distintos

regímenes del bienestar; los dilemas de la

globalización y el cambio tecnológico; los dilemas

de la nueva economía de servicios e identificación

de los servicios; trabajos pésimos o

exclusión; microfundamentos del empleo postindustrial

y la nueva familia Keynesiana. La

adaptación de los diversos países a la economía

de servicios vendrá guiada por la construcción

de los Estados del bienestar, por los

tipos de regulación del mercado de trabajo y

por la capacidad de cada país para establecer

amplios pactos sociales y concertar distintos

intereses.

Al exponer la gestión de las disyuntivas

del empleo se analiza el marco regulador de

los mercados de trabajo, las relaciones industriales,

los dilemas de la flexibilidad, el estado

de bienestar y el salario de reserva, regulación

salarial, protección laboral, infraestructura

reguladora y gestión de la decadencia

industrial, gestión de la disyuntiva «igualdad-

empleo» e idiosincrasias nacionales y

regímenes del bienestar.

Existe una brecha considerable entre la

teoría imperante (la desregulación creará

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puestos de trabajo) y la evidencia (las rigideces

parecen tener sólo una importancia selectiva).

La teoría puede hacerse más creíble por

cuestiones de progreso tecnológico, de comercio

mundial o de un creciente problema de

mal del coste

en los servicios. Las leyes

generales importan menos que las idiosincrasias

nacionales. Las economías nacionales

sufren las influencias contradictorias de factores

que presentan una cierta elasticidad en

su forma de combinarse con el conjunto. En el

marco analítico lo esencial de las lógicas elásticas

hay que buscarlo en las dependencias de

las trayectorias institucionales. Estas se

derivan del nexo predominante entre familias,

estado del bienestar y mercado de trabajo.

Las variaciones en el rendimiento del mercado

de trabajo tienen su imagen en el rendimiento

del bienestar. El régimen socialdemócrata

desarrolló unos mercados de trabajo

relativamente flexibles, pero con unas garantías

sociales fuertes y universalistas, garantizando

con ello la seguridad y el bienestar de

las familias. El último conservador delegó a

las familias la mayoría de las responsabilidades

ligadas al bienestar.

La mayoría de los expertos creen que el

estado del bienestar se enfrenta actualmente

a una crisis irreversible. Los nuevos riesgos

sociales en los viejos Estados del bienestar

parecen que los hacen insostenibles. El sistema

nórdico de bienestar avanza por una vía

de desfamiliarización; el liberal anglosajón

ha reforzado los mercados a expensas del

Estado; los modelos europeos continentales

apenas han sufrido alteraciones. Los «riesgos

de clase», los «riesgos ligados a la trayectoria

vital» y los «riesgos intergeneracionales» han

dado paso a nuevas clases «perdedoras»; a la

sociedad de los «dos tercios», o la de «dos velocidades

»; a nuevos estratos marginales o la

nueva subclase. Esto anuncia la llegada de

nuevos riesgos sociales, y señala la posibilidad

de que muchos de pueden ver marginados.

Los riesgos se han desplazado hacia las

edades más tempranas de la fase adulta. Los

nuevos riesgos traerán menos desigualdades.

Estos nuevos riesgos sociales deben hallar su

solución en el acceso a los servicios sociales.

Una estrategia de adaptación que responda

al modelo «ganador» implica gestionar la

nueva estructura de riesgos de forma tal que

ningún grupo se convierta en «perdedor» sistemático.

La juventud y las familias jóvenes

están siendo acosadas con riesgos de pobreza,

bajos ingresos, desempleo y marginación.

Con el fin de volver a los ideales que Benesidge,

Maller y otros implantaron en sus proyectos

de bienestar, una estrategia positiva será

aquella en la que el Estado alimente la capacidad

de los mercados y de las familias para

maximizar el bienestar.

Como expone el profesor Esping-Andersen,

el pensamiento actual está dominado por

dos principios rivales: el paretiano y el rawlsiano.

Una mejora de Pareto implica que, si

alguien gana a raíz de algún cambio en el statu

quo debería haber, como mínimo, ningún

perdedor asociado a dicho cambio. Una mejora

de Rawis (la máxima justicia y libertad

posible), según el principio de «diferencia» y

de «prioridad» de este autor, implica que cualquier

cambio en el statu quo debería construir

la máxima ventaja para los menos acomodados.

Una mejora paretiana favorece la «equidad

», se acerca más al espíritu del liberalismo,

una mejora rawlsiana favorece la «igualdad

», se acerca más al espíritu socialdemócrata.

Para cualquier estrategia ganadora en

la reforma del Estado de bienestar el autor se

inclina hacia el principio de justicia rawlsiano.

Hay que hacer frente a una situación

caracterizada por el envejecimiento de la

población, unas familias inestables y una

gran disyuntiva entre bienestar y puestos de

trabajo, igualdad y pleno empleo. El profesor

Esping-Andersen concluye que todas ellas

son fuerzas de cambio a largo plazo; la independencia

económica de las mujeres, las nue-

RECENSIONES

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vas formas de familia y la dependencia de los

servicios forman parte integrante de la sociedad

postindustrial. Nos enfrentamos al reto

de cómo rediseñar nuestra triada del bienestar

(Estado, mercado, familias) de modo que

se conviertan estos cambios en algo que resulte

socialmente beneficioso.

LUIS FERNÁNDEZ BRICEÑO

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