La economía española y el sector energético. Innovación e industria. El caso de la energía

AutorJosé Molero
Cargo del AutorCatedrático de Economía Aplicada. Instituto Complutense de Estudios Internacionales. Universidad Complutense
Páginas19-34
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LA ECONOMÍA ESPAÑOLA Y EL SECTOR ENERGÉTICO.
INNOVACIÓN E INDUSTRIA. EL CASO DE LA ENERGÍA
José M
Catedrático de Economía Aplicada.
Instituto Complutense de Estudios Internacionales. Universidad Complutense
1. INTRODUCCIÓN
El objetivo de este trabajo es reflexionar sobre la situación de la innovación
en el sector de la energía español, partiendo de unas primeras consideraciones so-
bre la innovación en la industria en su conjunto. Se trata de poner en perspectiva
un aspecto de la energía –la innovación– sin el cual no es posible hacer frente a los
numerosos desafíos que presenta el sector en el futuro inmediato y que abarcan
no solo elementos de suficiencia en el suministro, sino al mismo tiempo, los retos
de eficiencia y coste imprescindibles para que se introduzca un factor necesario
de competitividad en el conjunto de la industria y la economía española.
Para ello, el trabajo se comienza con algunas reflexiones conceptuales que se con-
sideran necesarias para después abordar los aspectos de innovación y competitividad
en la economía española como paso previo a hacer un conjunto de reflexiones sobre
la innovación en el sector energético español y terminar con algunas propuestas sobre
la orientación de la política de fomento de la innovación en el sector energético.
2. ALGUNAS IDEAS PREVIAS PARA ENTENDER ADECUADAMENTE LOS
PROBLEMAS DE LA INNOVACIÓN
Posiblemente la innovación es hoy en día uno de los conceptos más citados y
más confusamente entendidos por los diversos agentes que lo mencionan. En las
páginas que siguen, se emplea la innovación en lo que podríamos definir como
la tradición Schumpeteriana que sitúa el cambio técnico y la innovación en el
centro de la dinámica económica y comprende la introducción de nuevos produc-
tos y procesos productivos, incluyendo en estos los aspectos organizativos. Estos
conceptos son recogidos más recientemente por la OCDE cuando en la última
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edición del llamado “Manual de Oslo” incluye dentro de la innovación la intro-
ducción de nuevos productos (o sustancialmente mejorados), nuevos procesos (o
sustancialmente mejorados), los cambios organizativos de las empresas y la puesta
en marcha de nuevos procesos de comercialización de los bienes y servicios pro-
ducidos por las empresas (OECD, 2005). Es dentro de estos parámetros como se
considera la innovación en estas páginas.
Un segundo aspecto a tener en cuenta es la relación entre innovación y eco-
nomía. Es un hecho a destacar que la corriente central del pensamiento económi-
co ha pasado en las últimas décadas de apenas prestarle atención y suponer que el
cambio tecnológico era un factor exógeno a la economía y, por tanto, lo principal
era conocer los efectos de ese cambio, a, como es frecuente observar hoy en día,
suponer de manera implícita o explícita que la innovación es algo así como el
remedio de todos los males económicos. Dentro de esta tendencia, la versión más
preocupante es la que viene en denominarse “modelo lineal” según el cual, la
innovación es una consecuencia, aguas abajo, de los avances llevados a cabo en la
investigación, aguas arriba.
Después de muchos años insistiendo por parte de organismos nacionales e in-
ternacionales sobre la necesidad de incrementar los recursos dedicados a la investi-
gación el desarrollo tecnológico (I+D), como factor para aumentar la productividad,
competitividad y riqueza de los países, han surgido dudas y preocupaciones cada vez
más significativas como consecuencia de la llamada “paradoja nórdica”. Este con-
cepto hace referencia a la observación de que en diversos países – notablemente
algunos de norte de Europa- los sustanciales incrementos de los recursos dedicados
a la I+D no siempre se han traducido en semejantes aumentos de la productividad y
la competitividad. Ello es fácilmente explicable desde la moderna teoría de la inno-
vación que precisamente insiste en que los factores que intervienen en aquella son
muy variados, incluyendo, además de la I+D propia otros muchos factores como la
incorporación e integración del conocimiento generado externamente y la dispo-
nibilidad de capacidades “sociales” y “empresariales” para precisamente “traducir”
aquellos esfuerzos en resultados micro y macroeconómicos.
Puestos ante la existencia de paradojas, no se debe pasar por alto otra de gran
influencia entre los responsables políticos de las instituciones europeas. Se trata
de lo que con ocasión del libro verde de la innovación lanzado por la UE en 1995
se acuñó la tesis de que Europa dispone de una alta capacidad científica cuyos re-
sultados no se transfieren adecuadamente a sus empresas y por eso Europa tiende
a perder competitividad, particularmente en los mercados emergentes. Más allá
de que sea otra forma de volver al modelo lineal, la investigación más reciente
pone en duda el planteamiento de esta “paradoja europea” partiendo de cuestio-
nar el supuesto liderazgo de Europa en la Investigación Científica, principalmen-
te en las ramas más avanzadas y en los campos donde la fertilización cruzada de
conocimientos provenientes de diversos campos científicos (Dosi, Llerena y Sylos
Labini, 2006).

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