La ética de la empresa

AutorRosa Mª Satorras Fioretti
Cargo del AutorProfesora titular de Derecho Eclesiástico del Estado, Universidad de Barcelona
Páginas181-208

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1. Ética y empresa
1.1. Visión general

Hace ya bastantes años, decía LEVITT que "la regla gobernante en la industria debería ser que algo es bueno sólo si rinde. Lo contrario es ajeno e intolerable. Ésta es la regla del capitalismo", a lo que TUDEJA le objetaba afirmando la necesidad imperiosa de un comportamiento ético en el funcionamiento empresarial, a través del cual "los directivos que respondan a este reto a la larga obtendrán éxito, debido no a la superficial «regla del capitalismo» de Theodore Levitt, sino a que dadas las condiciones de cambio, lo respetarán por encima de todo. Demostrarán con más firmeza lo que las compañías (...) han ido demostrando durante años: que servir al público es bueno no sólo porque es «lo correcto», sino también porque aporta beneficios"290.

Superada ya en un plano general esa antigua polémica291 -a pesar de que en España aún no siempre estemos totalmente a la altura- y tal comoPage 182 adelantábamos al principio de este trabajo, en la actualidad ya no se niega ni el valor ni la necesidad de la inserción del concepto de la «ética empresarial»; en realidad es una materia que ha hecho correr ríos de tinta, en especial porque no ha habido unanimidad en su propia definición292.

Haciendo una somera panorámica del concepto de «ética empresarial» en la doctrina, JACKSON293, en una construcción teleológica, la considera como "el estudio de lo que es éticamente permisible y de lo que es positivamente virtuoso, a la vista de la actividad de los negocios. Ésta es un intento no sólo de sacar conclusiones, sino también de entender lo que subyace en ellas"; por su parte, J. M. LOZANO294, en su visión más generalista, estima que "la Business ethics se puede entender como una reflexión ética sobre el sistema económico, sobre las empresas y las organizaciones y sobre las actuaciones de los individuos en sus roles profesionales y sus funciones institucionales"; y, por último295,Page 183 para CORTINA296, apoyada por LOZANO AGUILAR297, con una tendencia más social y civilizadora, la ética empresarial consiste "en el descubrimiento y la aplicación de los valores y normas compartidos por una sociedad pluralista -valores que componen una ética cívica- al ámbito peculiar de la empresa, lo cual requiere entenderla según un modelo comunitario, pero siempre empapado de post-convencionalismo".

Más allá del concepto en sí mismo, la última autora, CORTINA298, con la que me muestro en especial acuerdo, ha establecido cuáles deberían ser los rasgos esenciales hacia los que tiene que apuntar la conducta ética de una empresa para poder ser considerada como tal, precisando mucho en las palabras, porque de nimias concreciones terminológicas se desprenden conclusiones bien distintas:

  1. ) Ética «de» las organizaciones (no sólo «en» las organizaciones): la matización es esencial al objeto de estudio que nos ocupa299, porque no es suficiente con que sea ética la conducta de los que forman la empresa, sino que se precisa que lo sea la propia conducta de la empresa, porque el todo no tiene por qué equivaler a la suma de las partes300.

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  2. ) Una ética de la responsabilidad convencida o de la convicción responsable: no es suficiente con tener buenas intenciones para que los resultados sean positivos o correctos, sino que hay que realizar cada acto responsabilizándonos de sus consecuencias, sean o no las pretendidas.

  3. ) Una ética del interés común: equiparar ética con altruismo es un error, porque eso acota la ética más allá de lo deseable. La búsqueda del propio interés no tiene por qué ser inmoral; más bien al contrario, en el mundo de la empresa es precisamente deseable que coincidan lo justo y lo conveniente, y entenderlo de otro modo condenaría a imposible e hipócrita la ética en la empresa, porque "el bien interno de la actividad empresarial consiste en lograr satisfacer esas necesidades y, de forma inseparable, en desarrollar al máximo las capacidades de sus colaboradores, metas ambas que no podrá alcanzar si no es promocionando valores de libertad, igualdad y solidaridad desde el modo específico en que la empresa puede y debe hacerlo"301.

    Otros autores, como ESTEBAN VELASCO302, refuerzan los anteriores criterios siguiendo la misma línea de pensamiento, e insistiendo en que en el fondo toda esta materia de la RSE en lo que incide es en el conocido debate de la función social de la empresa -del que hablábamos al principio de este trabajo- a partir de la base, ineludible hoy, de la ética en la economía de mercado; tal como están desarrollándose los acontecimientos en el mundo económico, o se inserta un auténtico código ético compartido entre todos303, que corrija los desequilibrios del puroPage 185 y simple interés lucrativo como único objetivo, o el propio sistema de mercado se fagocitará a sí mismo. No podemos esperar y confiar en la filantropía de los empresarios ni en su bonhomía, porque nos podemos encontrar con que, llegado el caso, no aparezcan.

    El reciente trabajo doctrinal presentado en la Bolsa de Madrid y avalado por la Real Academia de Ciencias Económicas y Finacieras, llamado "Manual de la empresa responsable y sostenible"304, propone todo un conjunto de recomendaciones e indicadores para poder medir la RSC, articulados alrededor de cinco grandes principios: la sensibilidad de la empresa hacia su entorno, el sentido de comunidad, la capacidad innovadora, la consideración del largo plazo y la creación de valor.

    En la crítica que se hacía a este libro305, y esto es lo que fundamentalmente ME interesa al punto que estoy tratando, se lo definía de una manera que me ha resultado muy esclarecedora de la filosofía que en estos momentos está impregnando tanto la sociedad como el mundo económico. Se decía: "La economía de empresa, que tradicionalmente ha primado valores como la jerarquía organizativa, el racionalismo, la coherencia, la uniformidad, la búsqueda del máximo beneficio y la maximización de la competitividad, lleva varios años acogiendo valores que parecen antagónicos a los anteriores: la «inteligencia emocional», la relevancia de la imagen corporativa, la diversidad, el servicio a la comunidad en que la empresa obtiene sus beneficios y la cooperación. LaPage 186 sostenibilidad y la responsabilidad corporativas son los últimos avances de esta evolución. La ambición de los autores es tanta que el lector se pregunta di la empresa llegará a buen puerto: basten de ejemplo expresiones como «reformulación del modelo capitalista liberal» o «un nuevo capitalismo menos economicista y más humanista fundamentado en la responsabilidad corporativa voluntaria y autoregulada»" (NOGUEIRA). Lo anterior no es otra cosa que lo que vengo apuntando a lo largo de todo este trabajo: el cambio tiene que ser tan significativo en los roles que haga modificar la propia concepción empresarial.

    Para que la actuación del empresario pueda ser considerada como éticamente responsable, podemos -siguiendo y matizando las ideas originales de DRUCKER306- sugerir el seguimiento de tres líneas de comportamiento307, que configurarían una «conducta ética» asumible por todos:

    a') Los directivos de las empresas deben someter cada una de sus actuaciones a un mínimo común de conducta ética, acotando cualquier actividad o manifestación que pueda causar daños, sea en las libertades y derechos individuales, sea en el bien común, patrimonio de la sociedad. Si el resultado directo o indirecto de la actividad puede resultar lesivo, habrá que buscar soluciones alternativas que no perjudiquen.

    b') Quienes dirigen las empresas, antes de tomar cada decisión, deben interpelarse a sí mismos sobre la universalidad de su conducta, es decir, ¿qué ocurriría de actuar de la misma manera todas las empresas? ¿Cuál sería la reacción pública? ¿Cuál sería el resultado? ¿Sería socialmente sostenible?

    c') En tercer lugar, hay que hacer una previsión, evaluación y valoración de los impactos directos o indirectos, intencionales o no,Page 187 que causarán cada actividad programada, entendiendo que, si la sociedad y el consumidor no están dispuestos a asumir y pagar por dichos impactos, es que son no deseables, y por tanto, el directivo tiene la obligación de evitarlos.

    Para identificar estos valores mínimos de los que estamos hablando, tenemos que estar por el seguimiento de la llamada «ética cívica»308 de la empresa, cuyas características esenciales deben girar en torno a los siguientes baremos generales:

    1. La ética de la empresa es una ética de la responsabilidad convencida, que tal como se definió anteriormente supone asumir el coste de las consecuencias de las actuaciones.

    2. La finalidad de la actividad empresarial tiene que tener por objeto último la satisfacción de las necesidades humanas con calidad.

    3. Se debe tener en cuenta la postura de los consumidores a través de mecanismos de participación efectiva.

    4. Igualmente, al ser los trabajadores parte de la empresa, no sólo hay que respetar sus derechos, sino tenerlos en cuenta como co-responsables que son de la producción309.

    5. La empresa responsable actual debe ir más allá del marco jurídico establecido y basar su actuación en conceptos de justicia, y no meramente de legalidad.

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    Esta concepción de tintes marcadamente sociales de la ética empresarial supondría la búsqueda y aplicación por parte de la misma de aquéllos valores y normas compartidos por una sociedad pluralista (que son los que componen en realidad esa llamada «ética cívica»).

    Dicho ahora de otro modo y de forma muy sintética: aplicar este modelo ad intra, provocará un aumento de valor innegable, porque el trabajador se sentirá -además de valorado e incorporado...

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