¿Qué determina los procesos de transición al mercado de trabajo? Un análisis aplicado al caso español

AutorSebastián Waisgrais. Jorge Calero
CargoUniversidad Pública de Navarra.Universidad de Barcelona.
Páginas35-66

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1. Introducción

El objetivo de este artículo consiste en explorar las trayectorias diferenciadas de los jóvenes cuando éstos dejan el sistema educativo y transitan hacia el mercado laboral. El énfasis está puesto en la conexión entre la educación secundaria (obligatoria y postobligatoria) y el mercado laboral utilizando para ello una perspectiva basada en la equidad.

En particular, nos centraremos en dos poblaciones específicas: a) jóvenes que alcanzan sólo el final de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y; b) jóvenes que finalizan el Bachillerato o los Ciclos Formativos de Grado Medio (CFGM). Los datos utilizados corresponden al Panel de Hogares de la Unión Europea (PHOGUE).

Las desigualdades en los resultados educativos y laborales en estas poblaciones, y específicamente los problemas de equidad, son los ejes centrales del análisis. La hipótesis de partida consiste en que las trayectorias educativas y laborales de los jóvenes están en buena medida determinadas por las características socioeconómicas de la familia. De esta forma, a partir de una submuestra de jóvenes que han alcanzado los niveles educativos seleccionados y comparten la característica de que no continúan estudiando, analizamos cómo contribuyen a explicar sus destinos laborales y educativos las características socioeconómicas de estos grupos.

Más específicamente, analizamos el tipo de inserción que logran los jóvenes en el mercado laboral teniendo en cuenta la calidad del empleo conseguido. La elección de la calidad del empleo como variable central del análisis guarda relación con la fijación de este aspecto como una de las prioridades de la Agenda de Política Social y de la Estrategia de Lisboa para fortalecer el modelo social europeo.

El trabajo se estructura del siguiente modo. Inicialmente, describimos los antece- Page 36dentes que han orientado el estudio, centrándonos en las diferentes restricciones que afectan al sistema educativo así como la inserción de los jóvenes en el mercado de trabajo. En el apartado tercero se describen los datos, y se plantean algunas definiciones sobre las variables utilizadas. A continuación (apartado 4) estudiamos, mediante un modelo logit multinomial no ordenado, cómo determinadas variables educativas, personales y familiares determinan los destinos laborales a partir de la salida del sistema educativo. Finalmente, se recogen en el apartado 5 las principales conclusiones del artículo.

2. Antecedentes

Durante las últimas décadas el nivel educativo de los jóvenes en España se ha incrementado sustancialmente. En la actualidad, la educación es obligatoria para toda la población entre 6 y 16 años de edad y la tasa de escolarización a los 17 años se aproxima al 80%. Incluso no siendo obligatoria, la escolarización es universal para los niños y niñas entre 4 y 6 años de edad.

A pesar de la evolución mencionada, existen aspectos que son preocupantes y que generan déficits en materia de equidad; mencionaremos dos de entre ellos. En primer lugar, el nivel de formación de la población joven es reducido en relación con los países europeos: en España, aunque se haya producido una expansión en las últimas dos décadas, la proporción de jóvenes que ha completado la educación postobligatoria es reducida según los estándares de los países de la OECD. Según datos del MEC (2005a), el porcentaje de jóvenes que ha completado el nivel de Educación Secundaria Superior es del 62,7%. España es el tercer país de la Unión Europea con mayor abandono temprano medido entre los 18 y 24 años1. Esta situación supone un cuello de botella en el sistema educativo con importantes repercusiones tanto en el terreno de la equidad como en el de la productividad económica (véase Calero, 2006), que impone la necesidad de aproximar las tasas de titulación en todos los niveles a la media de los países de la Unión Europea.

En segundo lugar, hay un grupo de jóvenes que están en situación de riesgo, dado que han dejado el sistema educativo, no han logrado incorporarse al mercado laboral y han dejado de buscar empleos. Según datos de la OECD (2005), el 2,7% de los jóvenes entre 15 y 19 años está por fuera del sistema educativo y no busca trabajo, porcentaje que aumenta al 5,2 en el caso de los jóvenes entre 20 y 24 años, afectando particularmente a las mujeres. A su vez, si agregamos aquellos adolescentes que no están en el sistema educativo y que buscan empleo, se concluye que el 22% de los jóvenes entre 15 y 24 años no se encuentra en el sistema educativo y no desarrollan una actividad laboral.

Estos jóvenes, dadas sus características educativas, pueden presentar un riesgo relativo superior de exclusión social, así como de obtener pobres resultados laborales. En este sentido, existe cierto consenso en que hay un requisito básico para ingresar con garantías en el mercado laboral: tener finalizada la educación secundaria o su equivalente de, al menos, doce años de educación. Según la OECD (1997), los jóvenes que no logran completar ese nivel son claramente penalizados en el mercado laboral.

El déficit educativo que presentan estos adolescentes es además preocupante debido a los cambios que afectan al mundo del trabajo y a las estructuras productivas, la aparición de nuevas tendencias en la demanda de trabajo, el avance científico-técnico aplicado al Page 37ámbito de la producción, los cambios en las empresas en cuanto a la forma de organizar el trabajo y los nuevos mecanismos de regulación del trabajo. Estas tendencias provocarán, tal como lo expone Cañas (2004), que en los próximos cinco años la mitad del crecimiento neto de empleo será para la población más cualificada (con niveles de estudio superiores); un poco menos del 40% de los puestos laborales será para personas con estudios secundarios; y sólo un 15% para trabajadores con nivel educativo elemental.

Estos grupos vulnerables sufren procesos de exclusión que puede acentuarse en el ámbito educativo. Marchesi (2000), refirién- dose a realidades de países con menores niveles de desarrollo, señala que las desigualdades escolares no se originan en el sistema educativo, sino que se agravan en él. En el caso de España, una muestra de ello puede encontrarse en un estudio realizado durante 2002 por el Instituto de Evaluación y Asesoramiento Educativo (IDEA) sobre la valoración del fracaso escolar por los alumnos que no terminan con éxito la educación obligatoria. El mismo revela que la mayoría, concretamente el 71,8%, se sitúa en el contexto socio-cultural más bajo (Comunidad Escolar, 2002).

Este resultado también se verifica en otros análisis efectuados con el PHOGUE y con los datos de PISA-2003. En estos estudios se observa que el nivel socioeconómico y cultural de sus familias afecta a los resultados de los jóvenes, encontrándose la desigualdad en los resultados asociada a desigualdades previas. Marchesi (2006) señala que si bien los resultados del informe PISA muestran que el mal rendimiento en la escuela no se debe "automáticamente" a un entorno familiar desfavorecido, las condiciones de la familia son uno de los factores más poderosos entre los que influyen en el rendimiento de los alumnos y en el funcionamiento de los centros docentes (al respecto véase Marchesi, 2006 y Ferrer et al., 2006).

Otra de las distinciones que parecen operar en el sistema educativo es la dicotomía entre educación pública y privada. Si bien desde los años ochenta se ha producido una importante expansión de la educación pública, con patrones diferenciados según cada Comunidad Autónoma, la dualidad en el sistema educativo continúa siendo una fuente de desigualdades. Por un lado, hay un crecimiento en la demanda de enseñanza privada que, según Carabaña (2006) se debe, entre otras razones, a la alteración de las proporciones de las clases sociales debido al crecimiento de las clases medias profesionales y empleados administrativos, que suelen llevar a sus hijos a escuelas privadas, y la reducción de las clases de obreros y campesinos que llevan a sus hijos a escuelas públicas. Por otra parte, el autor indica que parecería existir un criterio de "distinción" operando a favor de las escuelas privadas, ya que se le atribuye un estatus más alto que las públicas. Estos factores, sumado a los procesos de selección que operan en algunos sectores de la enseñanza privada limitan (véase Calero y Bonal, 2004) los principios de libertad de elección y calidad educativa produciendo una segregación social en el sistema educativo.

Por otra parte, el problema se acentúa por la presión que ejercen diferentes factores en el sistema educativo, entre ellos la llegada acelerada de inmigrantes. Si bien el porcentaje de alumnos extranjeros se sitúa todavía en valores menores con respecto a países con tradición migratoria, el cómputo global en las enseñanzas de régimen general no universitarias en el curso 2004-2005 fue del 6,4% del total de la población escolarizada (MEC, 2005b). En algunas Comunidades Autónomas la presión migratoria genera severos problemas de equidad, relacionados fundamentalmente con la titularidad del centro y su ubicación geográfica. Respecto al primer factor, los datos del MEC (2005b) muestran que el incremento de la inmigración ha sido absorbido, fundamentalmente, por los centros públicos.

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La síntesis presentada pone de relieve algunas de las restricciones que afectan al sistema educativo en términos de equidad, así como los condicionantes que enfrentan los jóvenes en su inserción al mercado laboral. Las desigualdades socioeconómicas, la dualidad en el sistema educativo, los itinerarios diferenciados y el déficit educativo son factores de iniquidad que inciden en la inserción en el mercado de trabajo. La revisión de estos factores es un punto de partida para analizar las desigualdades sociales, específicamente las que se transforman en desigualdades educativas y en inserciones laborales precarias. Algunos de los argumentos analizados serán contrastados en los análisis empíricos.

3. Datos y variables utilizadas

Los datos utilizados en nuestro análisis provienen de la muestra ampliada del PHOGUE correspondiente al año 2000, que ofrece información representativa para las 17 Comunidades Autónomas. La encuesta recoge información sobre personas mayores de 16 años que viven en hogares encuestados a partir de 1994, año de inicio del panel. Del total de casos incluidos en la muestra global (36.148 individuos) se ha seleccionado a la población con edades comprendidas entre 16 y 22 años (4.241 individuos). A su vez, dado que el objeto de estudio se centra en dos poblaciones específicas, se han seleccionado aquellos jóvenes que hayan finalizado la ESO, Bachillerato o algún curso de formación profesional de grado medio (1.426 casos). La muestra final correspondiente al año 2000 queda conformada por dos poblaciones particulares: jóvenes entre 16 y 22 años que alcanzan sólo el final de la ESO y no continúan con sus estudios (805 individuos) y jóvenes entre 18 y 22 años que avanzan hasta final de Bachillerato o CFGM y no continúan estudiando (595 individuos).

Creemos necesario realizar algunas aclaraciones metodológicas sobre determinadas variables utilizadas en el análisis, las cuales se encuentran descritas y resumidas en los cuadros 1 y 2. En primer lugar, dado que uno de los objetivos del trabajo es analizar el tipo de inserción laboral de los jóvenes que no continúan con sus estudios, se ha realizado una diferenciación de los empleos obtenidos por estos jóvenes según la calidad de los mismos. Así, definimos un empleo de calidad cuando el mismo es regular y estable (contratos indefinidos) y tiene una dedicación superior a las 15 horas semanales (véase OIT, 1999). Asimismo, en el caso de trabajadores independientes, además de la jornada semanal superior a las 15 horas hemos agregado como requisito que las actividades sean realizadas en ciertas ocupaciones que, según la clasificación ISCO 88, pueden definirse como de calidad.

Por otra parte, con el objeto de tener en cuenta las desigualdades socioeconómicas, se incorpora la clase social de la familia de los jóvenes y la renta disponible equivalente. Para la clase social se utiliza el esquema EGP (Erikson, et al., 1979), usualmente empleado en el estudio de la movilidad ocupacional, clases, estratificación y desigualdad entre posiciones sociales. Si bien el esquema se compone de siete clases sociales, hemos efectuado una reagrupación debido al tamaño reducido de la muestra; de esta forma, las siete clases originales han sido reagrupadas en cinco, tal como se resume en el cuadro 3.

El segundo indicador de desigualdad se refiere a la renta disponible equivalente (es decir, corregida en función del tamaño del hogar). Para su cálculo, se tiene en cuenta el ingreso total disponible del hogar dividido por su tamaño equivalente, basado en la escala de Buhman con un valor de ponderación de 0,52.

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Cuadro 1. Descripción de las variables utilizadas

Cuadro 2. Descripción de la muestra. Base ampliada 2000

Cuadro 3. Reagrupación de clases sociales a partir del esquema egp expandido

[NO INCLUYE TABLAS]

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4. La inserción de los jóvenes en el mercado laboral a través de un modelo logit multinomial

Dadas las características del objeto de estudio así, como de los datos utilizados, en este estudio se utilizan dos modelos logit multinomiales, modelos adecuados para el tratamiento de variables dependientes discretas (véase Greene, 2002). En los modelos se considera el estatus laboral y educativo de los jóvenes a partir de la muestra ampliada del PHOGUE del año 2000. De esta forma, los individuos pueden encontrarse en cuatro alternativas excluyentes: (1) Tener un empleo de buena calidad; (2) Tener un empleo de baja calidad; (3) Estar inactivos y (4) Estar parados. Estas situaciones están afectadas por un conjunto de variables independientes en relación a las características personales, familiares y socioeconómicas de los jóvenes.

Existen al menos dos posibles interpretaciones en los coeficientes de los modelos logit multinomiales. La primera, quizás la más compleja al tratarse de un modelo no lineal, es a través de los efectos marginales. De esta Page 42forma, el efecto marginal sobre las probabilidades de un evento se refiere al efecto parcial sobre la probabilidad de estar situado en una categoría en oposición a la categoría de referencia. A la segunda interpretación, posiblemente más directa, se llega calculando los odds ratios (Exp (ß)) (véase cuadros 4 y 5) que representan una cuantificación de riesgo relativo.

Los resultados de los modelos logit multi- nomiales están presentados en los cuadros 4 y 5; el 4 referido a individuos que han terminado ESO, el 5 referido a individuos que aca- baron Bachillerato o CFGM. A continuación destacaremos los aspectos más relevantes surgidos del análisis, clasificados en tres subgrupos: las características personales, del hogar y la Comunidad Autónoma de residencia.

4.1. Características personales

Se observan diferencias relativas al género sobre la probabilidad de inserción laboral, fundamentalmente en empleos de calidad. De esta forma, los hombres que terminan la ESO tienen mayores probabilidades de insertarse en empleos de calidad e incluso de baja calidad que las mujeres. En el caso de los jóvenes que terminan el bachillerato o CFGM, el efecto es aún mayor. Estos resultados muestran discrepancias relativas al género en la inserción laboral. Si bien las mujeres tienen tasas de participación y rendimiento en el sistema educativo superior a los hombres y presionan en el mercado laboral, el fenómeno de la estigmatización y la penalización de las mujeres tiene plena vigencia en el mundo del trabajo (mayor desempleo, menor tasa de actividad y salarios, mayor incidencia de la contratación precaria y a tiempo parcial).

Hemos incluido en las estimaciones la variable "convive" debido a que ha sido establecido por diferentes estudios que las redes familiares tienden a amortiguar el período de inestabilidad que tienen que enfrentar los jóvenes cuando salen del sistema educativo para insertarse en el mercado de trabajo. Los extensos períodos que dedican a la búsqueda del primer empleo estable produce que los jóvenes vivan con sus padres, incluso por extensos períodos después de haber salido del sistema educativo, produciendo transferencias intergeneracionales a través de la residencia y las redes familiares informales (véase Iannelli y Soro-Bonmatí, 2001).

En las estimaciones realizadas, si bien la variable "convive" no muestra efectos significativos en la inserción laboral, muestra señales diferenciadas en relación a la inactividad. De esta forma, aquellos jóvenes que viven con sus padres y finalizaron los niveles seleccionados tienen menores probabilidades de situarse en la inactividad (véanse cuadros 4 y 5).

En los resultados de los modelos se aprecia que la variable "edad" es significativa en la mayoría de las estimaciones consideradas, aunque con mayor relevancia en la especificación de empleos de calidad. A medida que aumenta la edad de los jóvenes se incrementa la probabilidad relativa de trabajar en empleos de calidad con respecto a situarse en el paro. Por ejemplo, los jóvenes que terminan la ESO, en la especificación que compara entre aquellos jóvenes que trabajan en empleos de calidad frente a los que están en el paro, la variable "edad" tiene un riesgo relativo de 1,612 (véase cuadro 4). Esto indica que por cada año adicional de los jóvenes, manteniendo constantes las demás variables, aumenta un 61% la ratio entre la probabilidad de que obtenga un empleo de calidad y la probabilidad de la situación de referencia (en nuestro caso, estar desempleado). Este resultado es acorde a lo esperado: en estas poblaciones el proceso de integración al mercado laboral se produce de forma paula- tina y las probabilidades se van incrementando a medida que aumenta la edad de los jóvenes.

Por último, hemos analizado la influencia del cuidado de personas menores y/o mayores

Page 43sobre los destinos laborales analizados. Es interesante destacar que aquellos jóvenes que terminan el Bachillerato o CFGM y tienen responsabilidades de esta índole, tienen elevadas probabilidades de estar inactivos sin continuar con sus estudios. Por otra parte, si bien el escaso número de observaciones no permite realizar un análisis diferenciado por género, creemos que este tipo de variable tiene una influencia claramente diferenciada según el sexo de los individuos. Esto se debe a que muchas mujeres tienen entre sus ocupaciones diarias el cuidado de niños y adultos necesitados de ayudas especiales, circunstancia que incide, como diversos estudios lo confirman, en la situación laboral de muchas mujeres en algunos países del arco mediterráneo3.

4.2. Características de los hogares

Uno de los principales objetivos en los modelos aplicados es analizar la incidencia de las variables socioeconómicas sobre la variable dependiente. En este sentido, la renta disponible familiar muestra claras señales positivas sobre las probabilidades de obtención de empleos, fundamentalmente de calidad. De esta forma, a medida que aumenta la renta del hogar, se incrementa considerablemente la probabilidad de que los individuos obtengan un empleo de calidad, reduciéndose, por tanto, las situaciones de desempleo (véase, por ejemplo, el odd ratio de 2,594 en la variable renta del cuadro 5). Por su parte, si bien la renta es significativa en las dos poblaciones seleccionadas, su influencia es superior en los jóvenes que terminan el Bachillerato o Ciclos Formativos de Grado Medio. Los coeficientes de la renta disponible equivalente en el caso de los empleos de baja calidad son más reducidos y muestran menor significatividad estadística.

Hay que destacar que aquellos que pertenecen a los sectores favorecidos en términos de rentas tienen mayores probabilidades de incorporarse al sector de los buenos empleos que aquellos que no disponen de esta característica. Así, el estrato social de procedencia es indicador de una estratificación en el acceso al empleo, fundamentalmente a los empleos de calidad. Por otra parte, si bien observamos que la desigualdad está presente en los dos niveles educativos seleccionados, ésta es superior en el nivel de Bachillerato.

En relación a las clases sociales, al contrario de lo que ocurre con la renta del hogar, no se observan señales diferenciadas para las dos poblaciones seleccionadas y, en líneas generales, los coeficientes tienen una menor significatividad estadística. En este sentido, observamos que aquellos jóvenes que terminan la ESO y pertenecen a la clase de pequeños propietarios y trabajadores cualificados tienen menores probabilidades de situarse en el paro y mayores probabilidades de obtener empleos de calidad. En el caso de la inactividad, las señales más significativas vienen dadas por la clase de pequeños propietarios. Así, aquellos jóvenes pertenecientes a esta clase que terminan la ESO, tienen una probabilidad casi cuatro veces superior de transitar hacia la inactividad que de situarse en el paro que los jóvenes pertenecientes a la clase de referencia (trabajadores de cuello blanco, véase cuadro 4).

Asimismo, los jóvenes que terminan el Bachillerato o Ciclos Formativos de Grado Medio y pertenecen a la clase social de pequeños propietarios tienen una probabilidad dos veces superior de insertarse en un empleo de calidad que los jóvenes que, teniendo la misma condición de estudios, pertene- Page 44cen a la clase de trabajadores de cuello blanco (cuadro 5).

Hemos incorporado la educación de los padres de los jóvenes que conforman la muestra en las dos poblaciones utilizadas. En el caso de la ESO, se observa que la educación de la madre muestra una relación negativa en los casos de empleos de calidad y baja calidad. Por ejemplo, por cada año de educación de la madre, manteniendo constantes las demás variables, disminuye un 12% la ratio entre la probabilidad de que el joven trabaje en un empleo de baja calidad frente a la probabilidad de referencia (véase cuadro 4).

Por su parte, en el caso de los jóvenes que terminan el Bachillerato o CFGM, el efecto de la educación de los padres es más reducido. No obstante, en este modelo, tiene relevancia la educación del padre. El valor del odd ratio es 0,901, lo que indica que por cada año de educación del padre, disminuye casi un 9% la ratio entre la probabilidad de que el joven trabaje en un empleo de baja calidad frente a la probabilidad de referencia (cuadro 5).

Con el objetivo de analizar cómo impacta la estructura del hogar sobre el tipo de inserción laboral de los jóvenes, hemos incorporado una variable referida a los hogares que tienen menores de 12 años de edad. Los resultados de la estimación muestran que esta variable es positiva y significativa en la población que termina la ESO, tanto cuando se analiza la inserción en empleos como cuando se analiza la inactividad (cuadro 4).

Por último, las características de la infra- estructura que disponen los hogares muestran señales unívocas en relación al tipo de inserción laboral. Por ejemplo, para la población que finaliza la ESO, los miembros de hogares que disponen una mayor infraestructura de servicios tienen mayores probabilidades de situarse en empleos de calidad. De esta forma, la disponibilidad de una mayor infraestructura en el hogar con relación al acceso a bienes y servicios públicos produce efectos positivos sobre la calidad de la inserción laboral de las poblaciones analizadas.

4.3. Comunidad Autónoma de residencia

Las variables relacionadas con la Comunidad Autónoma de residencia muestran efectos positivos con relación a los empleos de calidad y baja calidad, y una reducida significatividad estadística en la especificación que tiene en cuenta la inactividad. En el caso de la población que finaliza solamente el nivel de ESO, las relaciones positivas, incluso con odds ratios muy elevados, indican que frente a la categoría de referencia (Andalucía), las probabilidades de inserción en empleos de calidad son elevadas, especialmente en Aragón, Galicia, Cantabria, Navarra y las Comunidades del arco mediterráneo. Este resultado guarda relación con el trabajo de Calero (2006), al observar que en algunas Comunidades se produce una incorporación temprana de jóvenes al trabajo, fundamentalmente hacia los servicios. En este sentido, los jóvenes pertenecientes a Baleares, Cataluña y Comunidad Valenciana tienen elevadas probabilidades de situarse en el mercado laboral, suponiendo esto un desincentivo a la continuidad de los estudios.

Cuando nos referimos a los jóvenes que terminan el Bachillerato o Ciclos Formativos de Grado Medio, también es importante la influencia de las Comunidades Autónomas sobre el tipo de inserción laboral. En el caso de empleos de calidad, Comunidad Valenciana, Cataluña, Castilla-La Mancha, Extremadura, Madrid y Navarra presentan los odds ratios más elevados (véase cuadro 5). Por ejemplo, aquellos jóvenes que terminan el Bachillerato y no continúan estudiando y residen en la Comunidad Valenciana, tienen casi 29 veces más probabilidades de conseguir un empleo de calidad, frente a la situación de referencia (estar desempleados) que los mismos jóvenes en Andalucía.

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Multinomial para jóvenes que terminaron la educación secundaria obligatoria

Multinomial para jóvenes que terminaron el bachillerato o CFGM

[NO INCLUYE TABLAS]

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En síntesis, los modelos probabilísticos aplicados muestran que existen desigualdades en las poblaciones seleccionadas que determinan los resultados laborales de los jóvenes que conforman la muestra. En particular, la inserción en empleos de calidad varía con el nivel de renta de los hogares, la clase social de pertenencia, el sexo, la ubicación geográfica y el nivel educativo de los padres.

5. Conclusiones

En este artículo hemos estudiado las trayectorias laborales y educativas de los jóvenes que finalizan la educación secundaria obligatoria y postobligatoria,. La adopción de medidas que aborden la situación educativa y laboral de los jóvenes implica conocer los factores que determinan su destino laboral, fundamentalmente en términos de la calidad del empleo conseguido. En el artículo, los análisis se han centrado en el estudio de los determinantes que explican el tipo de inserción laboral, adoptando una perspectiva centrada en las desigualdades.

Hemos tenido en cuenta los diferentes destinos laborales y educativos de los jóvenes que finalizan la Educación Secundaria Obligatoria, así como el Bachiller y los CFGM. Las poblaciones seleccionadas, por su nivel educativo alcanzado y por las edades seleccionadas, están en transición al mercado laboral. Esto implica que pueden seguir caminos heterogéneos, combinando períodos de estudio o de inactividad, de búsqueda, de trabajo y en muchos casos de estudio y trabajo que no son fácilmente identificables y que presentan un largo recorrido. La introducción de la calidad del empleo conseguido intenta dar cuenta de la finalización de esta transición, al aproximarse a la estabilidad de las posiciones en el mercado laboral.

Queremos resaltar tres resultados centrales. En primer lugar, se observan discrepancias relativas al género en la inserción en empleos de calidad. Estos resultados, significativos para la población que termina ESO y, fundamentalmente para la que termina el Bachiller o CFGM, indican que los adolescentes varones tienen mayores probabilidades de conseguir empleos de calidad. De esta forma, el ser mujer y otras características personales asociadas al género tiene una importante vinculación con las posibilidades de empleabilidad.

En segundo lugar, los resultados indican que los jóvenes que sólo logran el nivel de ESO, principalmente el Bachiller o CFGM, y proceden de grupos socioeconómicos privilegiados realizan su transición a la vida laboral con menores dificultades, mientras que los que están económicamente desfavorecidos se enfrentan a la situación inversa.

En tercer lugar, los resultados de las estimaciones indican que el nivel educativo de los padres influye sobre los destinos laborales de las poblaciones seleccionadas. Específicamente, los coeficientes negativos indican que las mejores señales para que los jóvenes no trabajen vienen dadas por niveles educativos familiares elevados.

Es importante resaltar que los destinos laborales precarios e incluso las tasas de desempleo juvenil elevadas pueden convertirse en factores estructurales. En la Conferencia Internacional del Trabajo de la OIT del 2006 (OIT, 2006) se señala que esta situación sucede particularmente cuando los jóvenes no tienen la capacidad de beneficiarse de la expansión de las oportunidades de empleo debido a carencias educativas o al hecho de que afronten una discriminación que impida su incorporación al mismo

Las desigualdades socioeconómicas presentes en el sistema educativo no sólo producen efectos sobre el tipo de inserción laboral de los jóvenes, sino que además agravan las condiciones asociadas a los niveles socioeconómicos bajos. Los procesos de exclusión de los sectores menos favorecidos se incremen-

Page 50tan en los niveles educativos más elevados, generando muy reducidas oportunidades para mejorar el nivel de vida.

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[1] El indicador de abandono temprano se refiere, según la metodología de indicadores estructurales de la Comisión Europea (2002), al porcentaje de la población de edad comprendida entre 18 y 24 años que sólo tiene educación secundaria inferior y no prosigue estudios o formación.

[2] La metodología para el cálculo de la renta disponible equivalente es similar a la desarrollada por la OECD, con la diferencia que en vez de mantener una ponderación fija, la OECD utiliza una ponderación de 1,0 al primer adulto, de 0,5 a las demás personas de 14 años o más que viven en el hogar y de 0,3 a cada menor de 14 años.

[3] En estos países la integración laboral de la mujer y las pautas de la economía familiar se caracterizan por la permanencia del modelo de male bread-winner. Este modelo está relacionado con un Estado de bienestar con limitados servicios familiares dirigidos a la mujer y a la infancia, por lo que la mujer realiza las principales funciones de cuidadora y de producción de bienestar social (véase ESPING-ANDERSEN, 1997; LóPEZ y CASADO, 2001; MORENO, 2001).

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