El dominio del espacio en la región parisina

AutorRoger Saint - Alary
CargoProfesor jubilado de la Universidad de Derecho, Economía y Ciencias Sociales de París (París 2) Director del Centro de Estudios e Investigaciones sobre Urbanismo, Construcción y, Alojamiento
  1. Hoy en día resulta innecesario resaltar la progresión que a nivel mundial conocen las grandes ciudades. El despoblamiento del campo, el desarrollo de actividades industriales y terciarias, la progresión de los medios de transporte, el estilo de vida, los grandes atractivos y a menudo el tiempo de ocio ofrecido por las grandes metrópolis, explica un fenómeno que se desarrolla a escala mundial y que tiene como consecuencia que todas estas ciudades han, literalmente, explotado extendiéndose mucho más allá de los límites que conocían recientemente.

    Esta explosión se manifiesta particularmente en los países del tercer mundo. Su envergadura es tal que se prevé que en el año 2000 doce de las quince ciudades más grandes se encuentren en esta parte y que México, de forma poco envidiable, se llevará la palma al ser la primera de todas con una población de unos 31 millones de habitantes, tanto como Bélgica, Holanda y Suiza juntos (Ref.). Para entonces, París habrá desaparecido de la lista a pesar de que actualmente en la ciudad misma y su área, es decir, la región de l'Ile-de-France (Ref.) viven hoy en día unos diez millones de personas.

    Si esto debe ser así, es porque se prevé en la región parisina un ritmo ralentizado del crecimiento e incluso un cierto nivel de equilibrio. En contrapartida, echando la vista atrás, debemos constatar hasta qué punto el fenómeno de la explotación suburbana afectó a l'Ile-de-France (Ref.). A principios de siglo el colectivo humano contaba ya, con cinco millones de habitantes, pero ocupaba únicamente una superficie de 300 km. Pero en cincuenta años, de 1881 a 1921, la, región ganó dos millones de habitantes como consecuencia, sobre todo después de la segunda guerra mundial, del movimiento migratorio que se produjo. Los espacios ligados al polo parisino se han extendido sobre 12.000 km2, de tal suerte que, después del censo de 1982, eran 6.852.000 habitantes los que vivían en los alrededores, es decir, un 68 por 100 del total..

  2. No es, necesario volver sobre las causas de este verdadero desencadenamiento. Fuera de ciertas causas que tienen un carácter específico, como el empuje demográfico de la postguerra, la vuelta de los repatriados del norte de Africa y la masiva inmigración en respuesta al problema de a mano de obra creada por la fuerte expansión económica, encontramos causas comunes a todas las grandes ciudades: despoblamiento del campo debido a la desaparición de más de un millón de explotaciones agrícolas y conversión de campesinos en ciudadanos, creación de empleo en los sectores secundario y terciario.

    Pero es preciso resaltar que, a plegar de ciertas intervenciones legislativas, la extensión de los grandes núcleos se ha realizado durante largos años según la ley del azar, de la necesidad o del dinero.

    Así se hizo durante el período entre las dos guerras y particularmente desde la entrada en vigor de la Ley de 13 de julio de 1928, llamada Loucheur. Esta ley había previsto la construcción de 280.000 viviendas, con acceso a la propiedad, Individuales. Estas casas, llamadas también pabellones, fueron implantadas allí donde el terreno era menos caro, no importando dónde ni cómo. El resultado fue el universo de pabellones que encierra la capital. También se hizo, incluso más tarde, cuando nacieron los «grandes conjuntos». El ejemplo de Sarcelles es desde este punto de vista significativo. Lo que hoy en día se ha convertido en una gran ciudad fue, en sus inicios, un conjunto de algunas casas construidas por «castores » de la policía parisina que encontraron el lugar de su agrado y, para financiar la viabilidad del terreno, se dirigieron, por azar, a la Sociedad Central inmobiliaria de la Caja de Depósitos y Consignaciones (S.C.I.C.) filial de esta Caja. Pero, esta sociedad, seducida por el poco coste de los terrenos, construiría en primer lugar un conjunto de 690 viviendas, luego un segundo grupo de 1.110, un tercero de 1.839, y algunos otros a pesar de que no estaba previsto hacer una ciudad, lo que poco a poco terminó por ser una aglomeración de más de 45.000 habitantes (Ref.).

    Esto no son sino ejemplos que podrían multiplicarse. Pero tampoco hay que exagerar. Hay en la región parisina buenos alrededores situados en los sectores más agradables, al oeste de la capital, ya que los vientos dominantes no los polucionan de humos industriales, pero estas son zonas burguesas. Las otras, las de carácter obrero, han visto extender su población en ciudades, dormitorios en grandes concentraciones pobladas de torres y casas colmena.

    Todos sabemos cuál ha sido el resultado que ha dado en llamarse la enfermedad de los grandes núcleos, con todo su concierto de desempleo para las esposas, ya que ellas no trabajan, de delincuencia juvenil, de ación, para la, población inmigrante, en lugares muy localizados, tales como Montrevil, del que se ha llegado a decir que es la segunda ciudad del mundo después de Bamako.

    Esto no son sino errores cometidos porque faltaban los medios de precisión de control y de gestión de todo lo que constituye el espacio urbano. Pero, a partir de los años 60, se tomó conciencia de la necesidad de no repetirlos, de que era preciso definir una política voluntarista y planificadora, de que era necesario, en una palabra, dominar la explosión suburbana.

  3. Esta toma de conciencia no se hizo de golpe; se realizó, antes al contrarío, en pequeños tramos. En una primera época se intentó concebir una ordenación del espacio, organizarlo para intentar que la edificación no fuera sólo fruto del azar, sino armoniosa y respetuosa con el entorno. Sin embargo, esta ordenación del espacio era una primera condición del dominio, pero no la única.

    Fue en una segunda época cuando se cayó en la cuenta de que este dominio suponía, igualmente, el de la gestión del espacio urbano no edificado y sobré todo del edificado, particularmente en lo referente a alojamientos y a ciertos equipamientos públicos. En ambos...

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