La violencia doméstica. Situación actual de la mujer (mujeres maltratadas)

AutorPilar Dávila del Cerro
Páginas29-48

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Hace cincuenta y un años, a finales de la Segunda Guerra Mundial, gobiernos de todos los continentes se reunieron para redactar un documento que tendría un profundo impacto en las vidas de todas las personas. El documento conocido como la Declaración Universal de los Derechos Humanos, contiene un conjunto de principios básicos que constituyen los derechos fundamentales y las libertades de cada persona por el simple hecho de haber nacido humano. La Declaración establece en términos inequívocos la naturaleza universal de estas normas que son aplicadas a todos y cada uno sin distinción de ninguna clase, como raza, sexo, lengua, religión, opinión política o de otro tipo, origen nacional o social, propiedad, nacimiento u otra situación.

Los derechos humanos han sido reconocidos en el plano nacional y en el internacional, y han quedado garantizados en leyes y constituciones nacionales y en acuerdos e informes internacionales. El reconocimiento y la aplicación de los derechos humanos se ha considerado esencial para el desarrollo no sólo de las personas, sino también de las naciones y, en último término, del mundo. Y hoy existe el convencimiento de que el reconocimiento y la aplicación de los derechos humanos conducirán a la igualdad, al desarrollo y a la paz.

Sin embargo, se ha revelado que las mujeres -que constituyen más de la mitad de la población mundial y realizan dos terceras partes del trabajo en todo el mundo- todavía sufren graves privaciones en lo que se refiere a los derechos humanos fundamentales. No sólo se les niega la igualdad con el resto de la población mundial, que son los hombres, sino que además se les niega a menudo la libertad y la dignidad, y en muchas situaciones se les infligen violaciones directas de su autonomía física y Page 30 espiritual.

Esta violencia contra las mujeres abarca distintas formas como el acoso sexual, las agresiones y los abusos sexuales, el comercio con mujeres, la explotación de la prostitución y, cómo no, la violencia doméstica.

Estos tipos de violencia no conocen fronteras y se produce en prácticamente todos los países del mundo. No solamente en los países en desarrollo, sino en países más civilizados.

Tampoco es una violencia que se produce sólo en un grupo o clase social, sino que afecta a todas las mujeres de distintas clases sociales.

Además, la violencia contra la mujer no se limita a la violencia perpetrada por extraños. Se ha visto claramente que las mujeres corren riesgos más a menudo a causa de aquéllos con quienes viven, y se ha visto también claramente que muchas mujeres viven constantemente bajo la amenaza de la "violencia en el hogar" en forma de malos tratos, violación, incesto o crueldad psicológica. Ahora bien, aunque está claro que la victimización de la mujer en el hogar existe desde hace mucho tiempo, lo cierto es que hasta hace poco tal violencia había quedado oculta por la intimidad familiar, los sentimientos de culpa y vergüenza y las costumbres tradicionales y culturales.

En todos los países y en todas las culturas, la mujer ha sido frecuentemente víctima de malos tratos infligidos por sus familiares directos. Personas que deberían merecer su confianza más profunda la han hecho objeto de malos tratos físicos y psíquicos y han abusado sexualmente de ella. Estos malos tratos todavía en algunos países no se castigan, pasan inadvertidos y, cuando no, se aceptan tácitamente e incluso implícitamente. Page 31

Debemos recordar que los malos tratos no hace muchos años eran una práctica que estaba permitida por la ley, que consideraba a la esposa y a los hijos como un bien y que, por tanto, el marido ejercía la propiedad de éstos y como tal, tenía plena disposición sobre ellos.

Algunos regímenes jurídicos, que son un reflejo de los valores culturales, han otorgado a menudo al marido el derecho a castigar a su mujer, e incluso a quitarle la vida, si se consideraba que su desobediencia lo justificaba.

En la legislación inglesa, de 1775, por ejemplo, se decía que el marido tenía derecho a infligir una corrección a su mujer "con la misma moderación con que un hombre está autorizado a infligir una corrección a un aprendiz suyo o a sus hijos". Esta autorización quedaba confirmada en decisiones judiciales dictadas en Inglaterra y en América del Norte, donde el castigo doméstico de una mujer no merecía sanción alguna a no ser que la violencia del marido se tradujese en alguna lesión permanente para la mujer. Incluso en los casos en que se producían lesiones permanentes o se provocaba el fallecimiento, la actuación del marido quedaba justificada a menudo como respuesta, por ejemplo, a una provocación y la pena impuesta era siempre leve. El derecho del marido a castigar a su mujer estaba aceptado en la cultura popular y recibió la denominación de la "ley del pulgar", pues se consideraba que una paliza normal propinada a la esposa permitía utilizar un palo que no fuera más grueso que el pulgar de una mano de hombre.

Los maridos recibían así mismo el derecho a abusar sexualmente de sus esposas, derecho que también quedó recogido en las instituciones legales. Por eso, en muchos regímenes jurídicos el marido tenía derecho a interponer un pleito contra otra persona que hubiera cometido adulterio con su esposa o que la hubiera seducido, y no sufría sanción Page 32alguna si obligaba a su mujer a tener relaciones sexuales con él.

Los ordenamientos jurídicos se limitaban a reflejar la opinión general de la mayor parte de las sociedades, según la cual la esposa estaba subordinada a su marido y era de su propiedad; el marido podía, por lo tanto, tratarla como le pareciera conveniente e incluso castigarla si le desobedecía. Esta opinión correspondía a una doctrina general según la cual la dinámica de una familia determinada que vivía en el marco de un ordenamiento socialmente aceptado, como el que se acaba de indicar, era de carácter privado y, por consiguiente, no cabía inmiscuirse en ella sino muy excepcionalmente y, en todo caso, muy raramente en beneficio de la mujer.

De cuando en cuando algunos filósofos liberales y las primeras feministas pusieron de relieve que la mujer era a menudo una víctima en su propia familia, pero hasta el decenio de 1970 no se lanzaron campañas en gran escala para luchar contra esta situación. Dichas campañas, que deben su fuerza al renacer del movimiento feminista en el decenio de 1960, comenzaron en Europa y en América del Norte y se extendieron rápidamente a otras zonas del mundo y han sido la causa del establecimiento de centenares de centros de refugio y otros servicios para las mujeres víctimas de malos tratos y para sus hijos, y también de que lo que anteriormente se consideraba como un problema familiar individual y privado pasara a incluirse en el orden del día nacional e internacional.

En nuestro país, hasta no hace muchos años, la mujer estaba asimilada en el Código Civil a los incapacitados y no resulta infrecuente haber oído testimonios de mujeres que aseguraban que sus maridos "le pegaban lo normal", como si fuera normal la situación de maltrato.

Aunque la violencia contra la mujer en el seno de la familia está considerada en la actualidad como un grave problema tanto por su Page 33 frecuencia como por sus consecuencias en la mayor parte de los países del mundo, y aunque en los últimos quince años se han iniciado numerosas investigaciones sobre el particular, nuestro conocimiento de la cuestión sigue adoleciendo de graves lagunas.

Pese a ello, los indicios existentes sugieren que la violencia contra la mujer en el hogar, que puede asumir diversas manifestaciones y resultados sumamente graves, tanto a corto como a largo plazo, representa un problema tan grave como extendido y se manifiesta en diversas formas de la vida cotidiana en todas las sociedades. Además, los hechos indican que el riesgo de violencia y violación dentro del propio hogar es algo a lo que todas las mujeres están expuestas, independientemente de su posición social, sus creencias religiosas, su color o su cultura.

Es cierto que la cuestión de la violencia ha sido tratada por los organismos internacionales pero también lo es que ha sido en épocas muy recientes cuando este problema se ha considerado como grave.

También es cierto que los ordenamientos jurídicos...

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