Un documento nuclear en los debates morales de nuestro tiempo

AutorJosé Manuel Giménez Amaya
CargoDepartamento de Anatomía, Histología y Neurociencia. Facultad de Medicina. Universidad Autónoma de Madrid
Páginas13-23

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1. Introducción

La Instrucción de la Congregación para la Doctrina de la Fe1Dignitas personae apareció el 8 de septiembre de 2008. Este documento pretendía actualizar la anterior Instrucción Donum vitae que publicó el mismo dicasterio romano en 1987, a la vez que se proponía responder a algunas cuestiones nuevas surgidas en el campo de la Bioética que suscitan perplejidades en sectores cada vez más amplios de la sociedad. Los objetivos concretos que se planteaba la presente Instrucción consistían en formar las conciencias en aspectos tan delicados como el inicio de la vida humana y en promover, en general, una investigación biomédica respetuosa con la dignidad de todo ser humano y su procreación2.

2. Contenido de la instrucción Dignitas personae

La Instrucción está organizada en tres partes muy netamente diferenciadas3. La primera trata de los aspectos antropológicos, teológicos y éticos que dan soporte a todo el documento, y que se consideran de importancia fundamental para en-tender el análisis ético del escrito en su integridad. En este primer apartado, se establecen los principios fundamentales del documento (el respeto a todo ser humano desde su concepción y hacia al entorno familiar donde surge la procreación), las relaciones de la fe con la dignidad humana en cuanto que el hombre es imagen de Dios, y las relaciones de la fe de la Iglesia Católica con respecto al matrimonio en cuanto que éste es relejo del amor trinitario de Dios y de la relación de Cristo con

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la Iglesia4. Esta primera parte termina con un comentario sobre las relaciones entre el Magisterio eclesiástico y la autonomía de la ciencia, donde se insiste en que el valor ético de la ciencia biomédica viene medido por su respeto incondicional a cada ser humano en todos los momentos de su existencia, así como por la tutela de la especiicidad de los actos conducentes a la transmisión de la vida5.

La segunda parte aborda, con cierto detenimiento, nuevos problemas relativos a la procreación y a la transmisión de la vida humana. Se trata aquí, por tanto, de las técnicas de asistencia a la fertilidad, de la fecundación in vitro y la eliminación voluntaria de embriones, de la inyección intracitoplasmática de espermatozoides (más conocida por sus siglas en inglés, ICSI), del congelamiento de embriones, del congelamiento de óvulos, de la reducción embrionaria, del diagnóstico preimplantatorio, o de las nuevas formas de intercepción y contragestación.

La tercera parte, de corte más médico, examina algunas de las nuevas propuestas terapéuticas que implican la manipulación del embrión o del patrimonio genético humano. De este modo, se mencionan la terapia génica, la clonación humana, el uso terapéutico de las células troncales, los intentos de hibridación o la utilización de «material biológico» humano de origen ilícito.

Los dos principios fundamentales en los que se basa la declaración son realmente programáticos y por ello conviene recogerlos explícita y textual-mente. El primero se reiere al respeto a todo ser humano desde el momento de la concepción, y es enunciado de la manera siguiente: «El ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde el instante de su concepción y, por eso, a partir de ese mismo momento se le deben reconocer los derechos de la persona, principalmente el derecho inviolable de todo ser humano inocente a la vida»6. El segundo concierne al entorno vital en que aparece y es acogida esa nueva vida humana: «El origen de la vida humana (...) tiene su auténtico contexto en el matrimonio y la familia, donde es generada por medio de un acto que expresa el amor recíproco entre el hombre y la mujer. Una procreación verdaderamente responsable para con quien ha de nacer es fruto del matrimonio»7.

En su conjunto, esta Instrucción recuerda lo que el Magisterio de la Iglesia Católica ha venido diciendo en los últimos años. No ha habido sorpresas en este punto. Extraña sin embargo, quizá, la poca polémica que ha suscitado el documento en sí. Parece como si la sociedad cientiicista que nos envuelve estuviese harta de tener que entrar siempre en disputa con la Iglesia, que constantemente viene a aguarle la alegre iesta del progreso con prohibiciones o matices. Da la impresión de que esta vez se ha decidi-

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do seguir el dicho cervantino de no hay mayor desprecio que no hacer aprecio.

3. Análisis de la recepción del documento en las refiexiones de la filosofía moral de Alasdair MacIntyre

Es por ello por lo que en esta breve nota, más que hacer un comentario exhaustivo sobre el propio contenido del documento que ya hemos adelantado en resumen, me propongo apuntar concisamente algunas de las causas de que nos encontremos en un diálogo imposible cuando se habla de la vida humana, de su concepción, de su acogida, así como tratar de aportar alguna idea para intentar salir de este callejón sin salida tan patente en los debates morales de nuestro tiempo. Acudiré, para ello, a la ayuda de un ilósofo moral reciente que, aunque con un contacto católico en su juventud, su arropamiento intelectual marxista y su formación y lenguaje forjados en la ilosofía analítica anglosajona del siglo XX antes de llegar a la tradición aristotélicotomista, le hacen especialmente apto para detectar ciertas paradojas antropológicas verdaderamente devastadoras, y presentes en la actualidad: Alasdair MacIntyre8.

Unas breves palabras biográficas de nuestro ilósofo nos ayudarán a situarle históricamente y a entender mejor su pensamiento.

Alasdair MacIntyre es uno de los ilósofos morales más conocidos de los últimos 50 años. Nacido en Glasgow en 1929, ha ejercido como docente en diversas universidades del Reino Unido (hasta inales de la década de los 60 del siglo pasado) y de los Estados Unidos (desde 1970). Su obra más conocida es, sin duda alguna, After Virtue: A Study in Moral Theory, que fue publicada en 1981. Este trabajo supuso un importante revulsivo en la forma de enfocar los debates morales, y en la propuesta ética realizada por MacIntyre para una vuelta a la visión aristotélica de las virtudes.

Su trayectoria profesional como ilósofo ha sido compleja y los enfoques y matices aportados en el tratamiento de las distintas cuestiones que ha trabajado han tomado derroteros multifacéticos, que, a la postre, muchas veces no son fáciles de comprender e interpretar con acierto9. Quizá la forma más compartida por muchos de sus estudiosos para una certera aproximación a su pensamiento ha sido la de analizar sus obras viendo todas ellas dentro de un itinerario que queda centrado en la publicación de su obra After Virtue: A Study in Moral Theory. Sintomáticamente, nuestro autor ha concebido esta obra como un proyecto. De esta manera, se ha podido identiicar un camino de búsqueda de dicho proyecto, que se continua con otros itinerarios que lo abren a su desarrollo, aplicación y evolución posterior.

La lucha encarnizada de MacIntyre se ha dirigido desde siempre contra el liberalismo individualista que corroe la sociedad moderna; en deinitiva, con-

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tra una modernidad que ha perdido el sentido de su historia y de sus raíces. Su aristotelismo es enormemente crítico con todo aquel que pretende comprometer la doctrina del estagirita con el liberalismo. Su tomismo es real, profundo, y ha llegado a él de la mano de Aristóteles; aunque uno no deja de preguntarse por qué MacIntyre tiene tan poca inluencia en las relexiones tomistas sobre ética que se producen la actualidad. Finalmente, este ilósofo moral sigue...

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