La sociedad dividida. Estructuras de clases y desigualdades en las sociedades tecnológicas. (recensión)

AutorTeresa García Giráldez
Páginas204-206

Resultado de una investigación sobre las tendencias sociales actuales del último quinquenio del siglo XX, el libro ha sido realizado con el fin de analizar y elaborar un marco teórico sobre los elementos de desagregación social de las sociedades tecnológicamente avanzadas en sus primeras fases de desarrollo. El autor se centra en la realidad tecnológica y en lo que está sucediendo en las sociedades desarrolladas, que no se puede explicar exclusivamente haciendo referencia al crecimiento del sector servicios o a la emergencia de determinados grupos ocupacionales, sino que conviene profundizar en las alteraciones profundas, en procesos concretos que atañen a numerosas personas, a sus trayectorias vitales, a sus oportunidades o falta de oportunidades y a sus perspectivas futuras y, por lo tanto, afectan a la lógica general de los sistemas productivos.

El libro forma parte de una trilogía que analiza la democracia, el trabajo y la desigualdad desde la perspectiva crítica del impacto de la revolución tecnológica en la estructura social. El autor analiza las nuevas manifestaciones de desigualdad social, la inquietud generalizada acerca del devenir social, así como las transformaciones durante la etapa de transición tecnológica y percibe con cierto pesimismo su reflejo en términos de empleo, de disposición de tiempo libre, de nivel de consumo, de formas de vida, etc. En este sentido indica la tendencia hacia la precariedad laboral creciente y la polarización social.

Tezanos manifiesta la inquietud de la ciudadanía ante el futuro incierto respecto a las oportunidades laborales a causa del desarrollo de los nuevos sistemas productivos, así como las tendencias sociales de nuestro tiempo, desde una perspectiva empírica y un análisis pormenorizado de diversos fenómenos sociales, y pretende proporcionar un marco de interpretación teórica sobre los elementos de desagregación social.

Los modelos emergentes perfilan unos contornos de fronteras sociales con categorías, no sólo exclusivas de clase, sino étnicoculturales, de género o generacionales, que se agregan y determinan las mayores o menores posibilidades de traspasar el umbral de la exclusión social, para dar origen a nuevas formas de pobreza, exclusión y precariedad social que competirán con las viejas situaciones de marginación.

La categoría de extrema pobreza, pobreza inútil en términos de clase la denomina «infraclase» y está actualmente muy vinculada a las nuevas formas de desarrollo tecnológico y a las nuevas formas de estructurarse el poder. Es por lo tanto un término más amplio que el que pretende reducirlo al más abstracto de «marginación social», porque comprende no sólo a los usuarios de Servicios Sociales personales, sino también a las situaciones de desigualdad en función del género, etnia, generación y discapacidad. Esta categoría considera además que el recurso a los Servicios de bienestar a la larga alimentan la pasividad de los usuarios y contribuyen a perpetuar su situación «asistencial» y la precaridad en el empleo se alimenta de mano de obra femenina o procedente de las minorías étnicas, lo que favorece la perpetuidad de una situación incluso para que se involucren las organizaciones sindicales.

De ahí que el autor considere que hay que profundizar en las causas que producen la exclusión y no limitarse a interpretaciones limitativas, que carecen del suficiente rigor y no hay una evidencia probatoria entre la existencia de una relación automática entre las desigualdades de nivel de vida, las diferenciaciones sociales y las segregaciones que impliquen posiciones sociales diferenciadas en unos u otros sectores de la economía. La frontera que señala fundamentalmente las diferencias es el sistema que limita el acceso a la igualdad de oportunidades a amplios sectores sociales, de quienes se puede prescindir sin grandes riesgos, más allá del contexto social de procedencia.

Mientras el avance tecnológico afecta casi exclusivamente al bloque de países más ricos y desarrollados, en esta primera fase de transición, su influencia se está dejando sentir ya también en el resto del mundo con una fuerza disgregadora cada vez mayor.

Lo específico de los sistemas de desigualdad emergentes, es la existencia de una línea de demarcación de posiciones sociales y oportunidades bastante diferenciadas para todos los que se sitúan fuera del mercado del trabajo entendido éste como trabajo normal o regularizado. No significa, sin embargo, que los sistemas sociales emergentes se estén simplificando, más bien lo contrario, pues se procede hacia nuevas formas más complejas de estructuración social en las que los elementos duales presentan manifestaciones variadas y heterogéneas: desde los conflictos clásicos de raíz económica, hasta las contraposiciones de carácter laboral, pasando por los nuevos focos de contradicción de raíz generacional, por las diferencias de género, de etnia y cultura, teniendo presente la particularidad del ámbito rural en contraste con el espacio urbano y metropolitano.

El pensamiento occidental trató de poner en práctica el humanismo y la democracia; luego ha buscado superar las desigualdades básicas de condición y de poder, avanzando paulatinamente desde la noción de dignidad personal y de igualdad ante la ley hacia la democracia política parlamentaria, evolucionó posteriormente hacia la democracia social. Actualmente nos hallamos en el punto de asentamiento de las conquistas alcanzadas y vamos progresando en términos de equidad social, participación y corresponsabilidad democrática.

Este es el sentido del progreso histórico que, desde que se extendió la educación a amplios sectores de la población, ha llevado al desarrollo tecnológico y científico y ha permitido que se pueda empezar a hablar, por lo menos en algunos países, de avance práctico de los ideales de solidaridad y democracia, a partir de los ideales que movieron en el pasado a algunos grupos en favor del progreso, anhelo de desarrollo social y del avance democrático. La crisis teórica actual revela no sólo la crisis interna del paradigma socialista, sino la falta de oportunidades porque no se ha prestado la suficiente atención a las referencias y posibilidades subyacentes de dinamismo social; porque subraya de forma convincente mucho más los fracasos que los logros alcanzados y por tanto el paradigma neoliberal ha podido argumentarse con cierta fuerza el paradigma neoliberal del valor de la seguridad y la estabilidad que proporciona el «orden conocido», frente a cualquier otra posible experiencia novedosa o revolucionaria, que engendra violencia y desgarro humano.

Sin embargo las posibilidades de continuar el avance del pensamiento social derivan de potenciar las políticas de libertad, igualdad y equilibrio medioambiental, facilitando respuestas plausibles a demandas y necesidades específicas y a problemas reales. Es necesaria una redefinición no sólo del progreso sino del modo como se ha de volver a plantear. Se trata de hacer operativos valores y criterios que no generen desigualdades, dominaciones, dependencias, alienaciones, exclusiones o carencias que chocan con el nivel de exigencias personales y con la propia moral alcanzada.

El triunfo de un sistema social y económico complejo no se mide por la mayor habilidad de neutralizar a los competidores, sino por la capacidad de hallar soluciones para los problemas reales de convivencia y dignidad humana. Los retos que hay que afrontar son la creación de un orden social estable con una cierto grado de armonía social; resolver las necesidades de seguridad de la existencia humana digna, así como la creación de empleo que sea capaz de generar recursos; teniendo presente la necesidad de salvaguardar el medioambiente. Si se consigue una redistribución de los recursos de todo tipo, se reducirá la pobreza y la exclusión social, además de que se propiciará la participación y la integración ciudadana.

El autor contribuye a impulsar la reflexión sobre el progreso futuro facilitando sugerencias alentadoras de manera didáctica y de lectura estimulante, a las que acompañan unas tablas y cuadros sinópticos que facilitan su comprensión y facilita una bibliografia exhaustiva y de referencias relativamente recientes.

TERESA GARCÍA GIRÁLDEZ

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