Delimitación de los distritos turísticos: problemática y orientaciones.

AutorÁngela Martínez Pérez - Dioni Elche Hortelano - Pedro Manuel García Villaverde
CargoDepartamento de Administración de Empresas-Universidad de Castilla-La Mancha
Páginas3-29

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1. Introducción

Desde hace varias décadas, el estudio de las aglomeraciones territoriales de empresas revela la incidencia de pertenecer a un distrito o cluster sobre los resultados de las pequeñas y medianas empresas que los integran (Hernández y Soler, 2003; Paniccia, 1999). Las ventajas competitivas de estas empresas parecen estar ligadas, en cierto grado, a las condiciones que prevalecen en el territorio que les rodea (Camisón, 2003). Este fenómeno se denomina "efecto distrito" y se ha justificado tradicionalmente por la generación de economías de aglomeración. Diversos estudios confirman que los sectores industriales presentan niveles de concentración muy superiores a los sectores de servicios. Por ello, se han abordado las externalidades vinculadas a la localización como un fenómeno de la industria. En cambio, trabajos recientes muestran que los servicios tienen sus propias estrategias de localización y en los últimos años se empiezan a estudiar las aglomeraciones en el sector servicios (Tickell, 2002).

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En la literatura más reciente están apareciendo trabajos que aplican la teoría de los sistemas productivos locales al sector turístico (Aurioles, Fernández y Manzanera, 2008; Lazzaretti y Petrillo, 2006; Merinero, 2008; Michael, 2007; Novelli, Schmitz y Spencer, 2006; Weidenfeld, Butler y Williams, 2009). Los distritos turísticos mantienen características comunes a las asignadas tradicionalmente a los distritos industriales (Hjalager, 2000): interdependencia entre las empresas, límites flexibles de las empresas, relaciones de cooperación y competencia, confianza sostenida a través de la colaboración entre los actores y una comunidad cultural con el soporte de las políticas públicas. Nosotros consideramos que el sector turístico tiende a la concentración geográfica y, por tanto, puede estudiarse a través del modelo de distrito industrial.

Los trabajos que estudian los distritos turísticos se centran fundamentalmente en los agentes que actúan en un determinado territorio y las relaciones productivas que se establecen entre ellos, aproximándose a la noción de distrito turístico. La mayoría de ellos asumen a priori la existencia de distritos turísticos en un territorio determinado. Sin embargo, son muy escasos los estudios que se centran en delimitar empíricamente las zonas geográficas que pueden ser consideradas distritos turísticos. Nosotros consideramos que es fundamental establecer una metodología adecuada para la identificación de aquellos territorios geográficos que constituyen distritos turísticos.

Así, nuestro objetivo es aproximarnos a la identificación y delimitación de los distritos turísticos. Para ello, revisamos la literatura que ha estudiado y aplicado diversos criterios de delimitación de los distritos, centrada principalmente en los distritos industriales, y aportamos orientaciones sobre cómo abordar esta cuestión en el ámbito de los distritos turísticos.

Para alcanzar estos objetivos, en el siguiente apartado realizamos una aproximación al concepto de distritos turísticos. A continuación, analizamos los estudios más relevantes que se han tratado de identificar distritos industriales y, más residualmente, distritos turísticos en un determinado territorio. En el último apartado presentamos una serie de conclusiones extraídas de este trabajo y algunas líneas para futuras investigaciones.

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2. Una aproximación al distrito turístico

Las empresas que se concentran en un espacio geográfico y establecen relaciones entre sí, configuran una cadena de valor que genera ventajas competitivas globales para todo el conglomerado, primero a nivel empresarial y después a través del sistema de valor (Porter, 1990). Este tipo de red o sistema de empresas se ha conceptualizado como cluster o distrito industrial. Así, las concentraciones territoriales de pequeñas empresas en torno a una actividad económica en una determinada zona geográfica nos aproximan a la base conceptual de los distritos.

La evidencia pone de manifiesto que la competitividad de las empresas pertenecientes a los distritos industriales se genera gracias a la existencia de una serie de externalidades positivas que proporcionan a dichas empresas resultados superiores. De este modo, las empresas pequeñas, que carecen de las prácticas directivas y de los recursos de las grandes empresas, pueden llegar a ser muy competitivas (Grando y Belvedere, 2006).

En el contexto de estas aglomeraciones empresariales tiene una especial relevancia el sistema de relaciones que se establece entre las pequeñas y medianas empresas, y las imbricaciones que dichas relaciones tienen con los aspectos sociales y culturales de dicho conglomerado. En este sentido, las características locales de un determinado territorio, tales como los valores territoriales de identidad, diversidad y flexibilidad, han ido adquiriendo un mayor protagonismo (Alburquerque, 2004).

El origen del estudio de los sistemas productivos locales lo encontramos en la obra de Marshall (1890). Casi un siglo después, Becattini (1979) rescató y aplicó el concepto de distrito industrial al caso italiano. Define el distrito industrial como "una entidad socioterritorial que se caracteriza por la presencia activa tanto de una comunidad de personas como de un conjunto de empresas en una zona natural e históricamente determinada" (Becattini, 1990). Por otro lado, Porter (1990) introduce el concepto de cluster siguiendo con la idea de que las empresas que se agrupan en un espacio geográfico establecen relaciones entre ellas, configurando una cadena de valor que genera ventajas competitivas globales para el conjunto productivo.

Los argumentos anteriores ponen de manifiesto el potencial de este modelo para su aplicación a la estructura productiva turística que, generalmente, incluye un conjunto

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de empresas articuladas en torno a la creación de un producto turístico global. La oferta de un producto turístico comprende normalmente diversos servicios privados (de alojamiento, de ocio, etc.), infraestructuras públicas y recursos naturales (De Rus y León, 1997). La propia naturaleza del producto turístico conlleva que, en muchas ocasiones, el destino turístico sea parte del producto final (García-Rosell, Haanpää, Kylänen y Markuksela, 2007; Kylänen, 2007). En este sentido, los principales beneficios para los visitantes son intangibles y están basados en experiencias y sensaciones. La parte tangible del producto viene dada por la existencia física de hoteles, atracciones, medios de acceso y demás infraestructuras. En este sentido, Porter (1999) hace hincapié en que el turismo no sólo depende de su atracción principal (playas o lugares de interés histórico), sino también depende del confort y el servicio de los hoteles, los restaurantes, las tiendas de recuerdos, los aeropuertos y otros modos de transporte, etc.

Consideramos que las concentraciones empresariales en el sector turístico se conforman a partir de la interrelación de los diversos elementos que componen la actividad turística: los recursos naturales y culturales, los turistas, el sector productivo, las infraestructuras, los residentes, el territorio y la vida social en general. Por tanto, detectamos una elevada complejidad en el desarrollo de la actividad turística en un contexto territorial y unos efectos multidimensionales de dicha actividad sobre la sociedad. En el sector turístico se incluyen numerosas y muy diversas actividades económicas fuertemente interrelacionadas, pero, además, el desarrollo de la actividad turística conlleva interrelaciones también con otros sectores, tanto industriales como de servicios. Por tanto, teniendo en cuenta la complejidad y alcance del sector turístico, podemos considerar el distrito turístico como el resultado de la co-localización de empresas complementarias, que no actúan necesariamente en el mismo sector, pero pueden beneficiarse de las redes existentes y de las alianzas entre los distintos miembros del distrito (Novelli et al., 2006). Así, el enfoque de la concentración debe ir más allá del análisis sectorial, incluyendo, además de las empresas turísticas, otras empresas especializadas, clientes, proveedores y una amplia gama de instituciones locales o regionales (Prats, Guía y Molina, 2008). De modo que entendemos que el sector turístico se estructura como una red multidimensional de conexiones horizontales, verticales y diagonales entre empresas (Michael, 2007). Por lo tanto, un conglomerado turístico se configura en torno a un conjunto de empresas de diversos sectores y otras

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entidades vinculadas con la competencia, que ofrecen productos y servicios complementarios como una experiencia turística holística (Wang y Fesenmaier, 2007).

En este sentido, debemos tener en cuenta que las interrelaciones que se establecen entre los agentes del distrito turístico implican que la competitividad de las empresas esté condicionada por la del conjunto. Esto explica la competencia con otros distritos por la defensa de sus mercados y que en el interior de cada uno se desarrollen relaciones de competencia -y de cooperación- entre sus empresas. El factor clave para que las empresas mejoren sus niveles de competitividad está en que las ventajas competitivas extiendan su ámbito de aplicación a varios sectores. Así, las empresas deben buscar su ventaja competitiva mediante la especialización, en lugar de intentar imitar exactamente las actuaciones de otros distritos. Para ello, es necesario que las empresas construyan diferencias locales y, siempre que sea posible, recursos de carácter único para convertirlos en fortalezas (Porter, 1998: 247).

Como podemos comprobar, el sector turístico es un...

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