Discapacidad, diversidad, dependencia y promoción de la autonomía personal

AutorCarlos Marín Calero
Cargo del AutorNotario
Páginas51-392
Primera parte
Discapacidad, diversidad, dependencia y promoción
de la autonomía personal
1. Un estudio enfocado a las tesis de este libro
Como ya he dicho, en este primer capítulo del libro, intentaré dejar clara mi
opinión sobre los distintos aspectos de la discapacidad y lo que creo que debe
hacerse con relación a ella, empezando por lo que estoy convencido de que la
propia sociedad ya quiere hacer y en realidad ya está haciendo; sociedad que,
como es lógico, incluye a las propias personas con discapacidad, que deben ser
y quieren ser protagonistas de todos esos procesos. Y he dicho también que me
propongo dar mi opinión sobre la actuación que están teniendo al respecto las
personas que dirigen el potente movimiento creado alrededor de las personas con
discapacidad y el propio fenómeno social de la discapacidad, personas y sobre
todo instituciones no siempre bien coordinadas entre ellas, pero que marcan, en
mi opinión, algunas tendencias claras –y, a veces, creo que perjudiciales para las
personas con discapacidad intelectual.
Mi objetivo, sin embargo, no es el de estudiar exhaustivamente todas esas
materias, ni siquiera, todas las enunciadas en mi propio índice, que abarcan un
sinfín de problemas y de cuestiones importantes o simplemente interesantes.
Cuestiones que además son muchísimo más amplias y realmente más importan-
tes para las personas con discapacidad intelectual que las que se derivan de sus
(con ictivas) relaciones con el Derecho y el mundo jurídico en general. Pero
lo cierto es que mi objetivo es únicamente el de sentar las bases para el estudio
jurídico que hago a continuación, e incluso tal estudio jurídico es también, en mi
intención, únicamente el presupuesto básico para entender, aceptar y, en su caso y
en su día, aplicar mejor mi propuesta de una capacidad de obrar propia, especial,
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adaptada o modi cada sobra la base de la capacidad de obrar ordinaria –la que
he llamado “discapacidad de obrar”. Por lo tanto y aun a riesgo –que considero
seguro de resumir demasiado cuestiones muy importantes o de simpli car ex-
cesivamente teorías ajenas, con todos los inconvenientes de las generalizaciones
–que acepto y asumo, intentaré enfocar los distintos temas que voy a tratar en el
sentido que mejor se acomode a mis anunciados proyectos y simplemente advier-
to al lector que no es éste un buen lugar con el que tomar un primer contacto con
ciertos problemas, ya que –aunque intentaré evitarlo me temo que, en muchas
ocasiones, no sabré escapar de los sobreentendidos y que dejaré sin explicar, dán-
dolas por sabidas, algunas cuestiones o situaciones propias de la discapacidad,
que son generales pero que no tienen por qué ser de dominio público.
Debo añadir también, a la anterior aclaración de que mi exposición de las
teorías que pretendo rebatir contendrá excesivas simpli caciones y generaliza-
ciones, que no me detendré a decir por quién o en qué porcentaje, ni siquiera
mayoritario o minoritario, se de enden tales teorías, porque lo que aquí interesa
únicamente es desbrozar un camino para las personas con discapacidad intelec-
tual, de manera que no me importaría en absoluto rebatir una teoría que en rea-
lidad nadie de ende, si con ello consigo prevenir que llegue a surgir; del mismo
modo y por las mismas razones, que pondré un énfasis mayor o incluso exclusivo
en aquellos aspectos de esas teorías que más me interese desacreditar, dejando en
segundo plano matices que, quizá, las hagan menos perjudiciales para las perso-
nas con discapacidad. Siempre que considere que hay teorías o posiciones públi-
cas y relevantes que conllevan el riesgo de procurar un perjuicio a las personas
con discapacidad intelectual y que crea tener razones para considerarlas injustas
y evitables –y sustituibles por otras más acertadas, trataré de combatirlas; com-
batir las teorías, no a las personas o instituciones o estamentos sociales que las
de enden o permiten; pues no intento formular una denuncia sino una defensa.
Este matiz será tanto más importante cuanto más cercanas estén las personas
que sostengan tales teorías que yo tache de erróneas a las que tienen discapacidad
intelectual, singularmente, sus padres y las asociaciones en que se agrupan. Pen-
sar de verdad que todos los padres de personas con discapacidad, por ejemplo,
tienen iguales creencias o sostienen iguales propuestas, respecto de sus hijos, es
completamente absurdo y falso. Cuando yo denuncie una postura equivocada
de los padres, por ejemplo, tendré muy claro que no pienso que sea una postura
común a todos ellos y que, incluso si así fuera, puede haberse producido en un
contexto de circunstancias reales que yo no conozco y que es injusto reconducir
a una generalización; pero, si lo hago, será porque me parece importante que los
padres, tengan o no una determinada actitud, conozcan los riesgos o los errores
de un cierto modo de enfocar la vida de sus hijos.
Tampoco voy a ngir una angélica equidistancia respecto de cualquier acti-
tud y qué duda cabe de que hay multitud de actuaciones a que se somete a las per-
EL DERECHO A LA PROPIA DISCAPACIDAD 53
sonas con discapacidad intelectual así como líneas de pensamiento y pretendidas
cuestiones técnicas o profesionales, que me parecen totalmente rechazables y con
las que trataré de ser tajante; tanto más cuanto más sólidamente estén asentadas
en la práctica cotidiana y constituyan, de facto, las murallas más formidables
para su progreso vital como personas. Pero seguiré hablando de ideas y no de
personas.
Por último, en esta excusatio non petita, me parece muy importante decir que
los problemas de las personas con discapacidad, en general, y en mayor medida
aun las de las personas con discapacidad intelectual, son problemas de índole
social, esto es, que se tienen y se de nen o concretan en relación con la sociedad
en la que viven (no con relación a un concepto teórico y abstracto de sociedad) y
más concretamente aun, con relación a las personas con las que conviven. Y que,
del mismo modo, las soluciones de esos problemas son y serán, siempre, solucio-
nes sociales, es decir, soluciones colectivas, en términos de sociedad y no estric-
tamente individuales; y soluciones debidas a recursos propios de la sociedad, en
in nitamente mayor medida que los recursos aislados, de cada persona, familia o
institución; y que serán además recursos de toda la sociedad humana, puesto que
podemos conocer y compartir toda buena idea que surja en cualquier parte del
mundo. De manera que, si en alguna cuestión pienso y a rmo que el problema
lo provoca, de algún modo, la actuación o dejación de los políticos, o de las en-
tidades del mundo de la discapacidad, o de los profesionales que tienen contacto
cotidiano con las personas con discapacidad, o de sus familiares más directos,
imperiosamente, tendré que conseguir que mi proclama tenga el efecto de moti-
var a esas instituciones o personas para actuar mejor, si es que las convenzo, y no
el de encastillarse en sus posiciones, porque se hayan sentido injustamente ata-
cadas y reaccionen defensiva o negativamente. Y tendré que dejar claro que si no
pongo tanta energía en relatar todo lo que esas personas y entidades han hecho de
favorable para las personas con discapacidad intelectual, sabiendo que es mucho
más lo puedan haber hecho de bueno que de malo, es sencillamente porque me
parece que, precisamente porque su interés está en conseguir ese bien, estarán de
acuerdo –así lo espero en que es preferible dedicar nuestros mejores esfuerzos
a constatar lo que falta por hacer o lo que se debe corregir, que en festejar lo ya
logrado. Los derechos y expectativas de las personas con discapacidad, de todas
clases, no han hecho sino mejorar y, en los últimos años, de modo exponencial; la
dedicación a ellas por parte de muchas personas es magní ca y muy productiva.
No se trata pues por mi parte de hacer balance, sino de, aprovechar la buenísima
disposición de todos y la multitud de medios que la sociedad, generosamente, ha
puesto en juego, para dar un salto más; se trata de ser in nitamente ambiciosos
y de no conformarse sino con la excelencia, al menos a nivel de conceptos, de
diseño y de ideas –aunque algunas deban esperar, porque requieran de tiempo y
mayores medios de los hoy disponibles.

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