Dignidad humana y eutanasia

AutorEusebio Fernández García
Cargo del AutorCatedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Carlos III de Madrid
Páginas29-44

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1. Introducción

Es de sobra conocida, y puede ser comprobada fácilmente, la reiterada referencia que dentro del ámbito de la reflexión política, jurídica o moral contemporáneas se hace al concepto de dignidad humana. Sin embargo, y como suele ocurrir con términos tan aprovechados, la frecuencia en el uso va por un lado y la claridad y determinación de su significado marcha por otro. En un trabajo anterior1he señalado algunas de estas dificultades, y he intentado articular una sencilla propuesta. Esta consiste en que se le de el significado de valor de la persona humana, interpretado a la manera kantiana en la Fundamentación de la metafísica de las costumbres, según la cual: "aquello que está por encima de todo precio y, por lo tanto, no tiene ningún equivalente, posee dignidad". Al mismo tiempo, en ese mismo trabajo, se aconseja conectar la idea de dignidad humana con la tradición cultural que representa la historia de los derechos humanos fundamentales y con un resultado, logro histórico irreversible, que establece un mínimo de condiciones centradas en los derechos a la vida y a la integridad física y moral de todos los seres humanos.

Esta idea de dignidad humana puede ser aplicada, sin especiales reparos, a las cuestiones graves y acuciantes que plantea hoy el tema de la eutanasia. Sin embargo, esta confianza en esa supuesta aplicación tiene una vida limitada, porque inmediatamente caemos en la cuenta de que tanto los defensores como los críticos de la eutanasia echan mano, a la hora de defender sus posturas, del

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valor de la dignidad humana. Unos para exigir una "muerte digna", otros para reivindicar la dignidad del orden natural de la vida y la santidad de ésta.

Podemos encontrar ejemplos abundantes en la polémica que ha tenido lugar en España con motivo de la muerte de Ramón Sampedro. Cito algunos: "La vida, a efectos jurídicos, no es sólo una realidad biológica, es, además, el derecho a vivir, a hacerlo con dignidad, y es, sin duda, el ejemplo más claro de lo que técnicamente llamamos bien jurídico individual", Ignacio VERDUGO, EL PAÍS, 25 de febrero de 1998; "quitarse la vida es inmoral, porque está en contradicción con la dignidad humana", Juan Antonio MARTÍNEZ CAMINO; "La vida contra la voluntad de uno no es un bien jurídico protegible", Salvador PANIKER, en un debate titulado por EL PAÍS del 27 de febrero de este año: La muerte digna frente a la vida innegociable. Debate entre un representante de los obispos y el presidente de la asociación proeutanasia y " El derecho a la vida es un derecho-deber, es decir, un derecho indisponible", Rafael TERMES, EL PAÍS, 6 de Abril de 1998.

Cabe la posibilidad de pensar que a pesar de la aparente contradicción y enfrentamiento entre posturas, éste se deba fundamentalmente a que están haciendo hincapié en valores distintos. Por un lado se encontraría una vida entendida como la expresión de una determinada calidad de vida y de decisiones autónomas, libres y responsables en torno a ella (estaría en juego fundamental-mente la libertad); por otro lado se hallaría el derecho absoluto y sagrado a la vida, aunque se reduzca a una vida en el puro sentido biológico, acompañado del deber inexcusable de mantenerla, puesto que no se trata de algo sobre lo que podamos disponer libremente.

Como todos los conflictos entre valores importantes, nos hallaríamos ante una situación que frecuentemente se vive de forma angustiosa. Además, según suele ocurrir en estos casos, todo intento de solución entre posturas enfrentadas equivale a sacrificar algo de una, de la otra, o de las dos.

He de confesar que este trabajo para mi no pasa de ser un ensayo, en el sentido más literal de esta palabra. Si alguien me solicita una respuesta rápida y general sobre la despenalización de la eutanasia activa y voluntaria no sabría qué contestar, o simplemente me sentiría incómodo con la respuesta tanto afirmativa como negativa. Responsabilidad y prudencia así me lo aconsejan.

De la bibliografía utilizada hay un libro que me ha impactado especialmente. Sus autores son Hans KÜNG y Walter JENS y se llama Morir con dignidad. Un alegato a favor de la responsabilidad2. Se trata de una aguda y recia defen-

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sa del papel de la responsabilidad individual de cada uno, no solo a lo largo de la vida sino también en el trance de la muerte. El prólogo al libro concluye con el texto siguiente y está fechado en diciembre de 1994:

"Somos muy conscientes de lo tabuizada que está esta problemática y de que nuestro alegato a favor de la ayuda a morir activa, o eutanasia activa, por la que nos pronunciamos, ha de tropezar con múltiples oposiciones. Pero quizás encuentre también múltiples adhesiones entre aquellos que quisieran encontrar una nueva manera de tratar la última gran cuestión de toda vida: con conciencia de que la propia autonomía personal, presupuesto, de una existencia fiable y ejemplar en lo personal y en lo social, no tiene por qué acabar allí donde empieza el morir. «La dignidad de la persona humana es intocable». Esta primera frase de la Constitución alemana se aplica también respecto a nuestra muerte. La preocupación por su humanidad debiera ser tarea de toda nuestra vida".

2. Eutanasia y religión

Deseo ahora referirme brevemente a un aspecto de la cuestión de la eutanasia donde con frecuencia se usan como argumentos medias verdades, para concluir también con medias verdades. Me refiero a la tesis que mantiene que la negativa a la eutanasia se hace utilizando razones de índole religiosa y no estrictamente morales.

Considero innecesario recordar las estrechas conexiones existentes en todas las culturas entre las creencias religiosas y las convicciones morales. Es lógico que una persona de creencias religiosas sólidas desee llevar éstas a todos los planos en los que se desarrolla su vida en sociedad. No solo es lógico sino también legítimo. Pero concluir de ahí que el enfrentamiento a la eutanasia es por razones de índole religiosa y que, en cambio, las razones morales independientes de la religión nos llevarían a estar a su favor, es tomar una parte del problema por el todo. En esa situación se encuentra, por ejemplo la postura mantenida por Martín Diego FARRELL. Tiene razón este autor cuando señala que "la moral no depende lógicamente de la religión" y que "es posible establecer principios morales que sean independientes de los principios religiosos". Nada más evidente, por otro lado, que "no existe ningún inconveniente en que un agnóstico o un ateo tengan sólidos principios morales". Sin embargo la conclusión que de estas ideas obtiene Martín Diego FARRELL tiene su trampa: "Tal vez requiera una explicación el hecho de que me preocupe otra vez aquí por sepa-

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rar la moral de la religión. El motivo es que prácticamente todos los argumentos esgrimidos contra la eutanasia, tal como yo la concibo, son de índole religiosa. Si se distingue la moral de la religión, no hay argumentos morales en contra de la eutanasia, excepto la invocación al paternalismo, el cual, como luego veremos, es refutable"3.

Pues bien, creo que este texto contiene y defiende una idea exagerada o parcial, puesto que en contra de la eutanasia no solo nos encontramos argumentos morales dependientes de principios religiosos sino también argumentos morales independientes de la religión. Por otro lado, a favor de la eutanasia no solamente se sitúan posturas puramente morales sino también posturas morales enraizadas en postulados de carácter religioso. En este trabajo aparecen algunos ejemplos de esto.

Sin embargo, sí es muy cierto que entre las objeciones más fuertes a la eutanasia se hallan en lugar muy destacado las objeciones de tipo religioso. Una comparación entre una ética de base religiosa cristiana y una ética laica o secular nos pueden servir de buen ejemplo. Así Javier GAFO ha indicado que: "Para una ética secular, sin una apertura a la trascendencia, la propia libertad se convierte en el último punto de referencia, sustituyendo a Dios como horizonte final de las decisiones humanas...Desde esa comprensión de la vida y del sentido del hombre no es fácil argumentar que no se pueda disponer activa y positivamente del final de la existencia". Por el contrario, desde un punto de vista cristiano, el mantenido por el propio J. GAFO, " la discusión ética sobre la auténtica eutanasia recibe una coloración distinta desde una concepción religiosa de la vida: la perspectiva religiosa cristiana da una valoración distinta del hecho de la vida, de la enfermedad y de la muerte...Para una visión cristiana de la vida, el dolor y la muerte no son un absoluto sin sentido, sino un camino de participación en el misterio del Dios escondido, manifestado en Jesús"4.

Como fácilmente se puede advertir las dos posturas éticas son radical y metafísicamente inconciliables. Y ello no solamente para el caso de la eutanasia, sino también para todos los aspectos relevantes de la vida de los seres humanos. No obstante pueden caber algunos puntos de acuerdo, a partir de la aceptación de la advertencia con la que finaliza el trabajo de M. Diego FARRELL:

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"creo que ha llegado el momento de preocuparnos por mejorar la calidad de la vida terrena, y esto incluye el aliviar la agonía de quienes no desean ser mártires"5.

3. Concepto y tipos de eutanasia

Aunque se trata de cuestiones suficientemente sabidas, merece la pena dedicar unas líneas al concepto de eutanasia y a sus tipos, pues cada uno de éstos plantea problemas teóricos y prácticos distintos.

La eutanasia "se refiere- tomo la definición del libro Ética práctica de Peter SINGER- a acabar con la vida de los que padecen enfermedades incurables, con gran dolor y angustia, por el bien de los que mueren y para ahorrarles más sufrimiento o...

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